Allá por la primavera del 93, nacía la Sala Caracol, muy cerca de Embajadores, como un local dedicado al flamenco casi en exclusiva, tanto los toques más clásicos como el movimiento que derivó de la fusión con otros ritmos: latinos, jazz, rumba, rock, o pop. En aquellas tablas, Chavela Vargas contagió de su emoción a un público que incluía a Victoria Abril, Pedro Almodóvar, Mariano Rubio, Carmen Posadas, Martirio, Loles León, Paco Lobatón o el recordado Paco de Lucía, cliente habitual y muy querido. El nombre, que permanece como una marca, fue claro homenaje al gran artista flamenco Manolo Caracol.

   El negocio cambió de manos, y los mismos portones de madera, que todavía permanecen, se abrieron para la mayoría de estilos manteniendo su fervor por la música en directo. Desde 2003, Yanco Alonso (retratado aquí) se encarga de la sala y su programación tratando de mantener el listón alto. Ha superado el reto. En un cuarto de siglo, la Caracol contabiliza nada menos que 4.200 actuaciones. 

   La culpa puede ser de su escenario, que por sus dimensiones (40 metros cuadrados) fascina igual al público que a los artistas. Alto, ancho y de tal profundidad que allí pueden tocar sin estrecheces, bandas de hasta 15 componentes. En cierta ocasión, por exigencias del rodaje de un anuncio publicitario, llegó a albergar un coche de tamaño medio en cuyo interior un grupo interpretaba en directo una canción: “Puede que sea el más grande de Madrid, en este tipo de locales”, comenta Yanco Alonso, recordando solo algunos nombres. La Barbería del Sur, José Soto, El Pele, José, El Francés, Aurora, Enrique Montoya, El Duende, Amaral, Papa Roach, Placebo, Estopa, Melendi, Di Elas, Bryan Adams, El Barrio, Belén Arjona, Rosendo y compañía en su Tributo a Leño, Bomba estéreo, Sex Museum, Queens of the Stone Age, Editors, Sex Museum, Andrés Calamaro o El Canto del Loco.

   Tras la tragedia ocurrida en el Madrid Arena en 2012, las autoridades municipales retiraron parte de las licencias de aperturas de locales de ocio, y La Caracol tuvo que afrontar las obras necesarias para optar a los permisos nuevos. Con poco presupuesto y mucho esfuerzo, haciendo del contratiempo una oportunidad, iniciaron una nueva etapa: “Aprovechamos el cierre para acondicionar el espacio y sus salidas según la normativa, y de paso renovamos el escenario y el aspecto en general”. Entre otros cambios, prestaron las paredes a amigos artistas para que las decoraran, y hoy, en los curiosos murales, La Gioconda con el bigote de Salvador Dalí se codea con Einstein con la lengua de los Rolling Stones, un retrato de Madona fusionada con Marilyn y la Estatua de la Libertad, y otro de alguien que podría ser a un tiempo Michael Jackson y Charles Chaplin.

   Con la nueva licencia de “sala de fiestas”, la Caracol cambió de concepto. Ahora es un lugar donde se unen la música, el arte y la tecnología para aplicar a cada evento (conciertos, festivales, ruedas de prensa, asambleas, convenciones, seminarios, jornadas, congresos, reuniones, presentaciones o cualquier grabación de cine, televisión o publicidad) una visión distinta. Hoy, pocas son las actuaciones que no se apoyen en proyecciones o efectos audiovisuales, especialmente si se trata de las llamadas sesiones, que siempre protagonizan los djs, de manera que las noches de la Caracol no sean las de una discoteca al uso: “Aquí jamás oirás un tema comercial”, apunta Yanco.

   Entrando a la derecha, si uno mira al cielo, descubre al grupo de vigilantes maniquíes con sus ácidos brillos en la oscuridad. Y si da la espalda al escenario, permanece como 25 años atrás el mural donde aparece Loquillo, Alaska o Ramoncín, en actitud de disfrutar de las  bondades de salir de noche.

   El regalo de la Sala Caracol a todos sus seguidores y clientes, por este primer cuarto de siglo, es una nueva y vistosa página web que les permite seguir sus movimientos, cuando los portones de madera están cerrados y es de suponer que casi todo el mundo duerme. Una hiperactiva vida virtual que no desmerece, ni mucho menos sustituye, a los avatares de su día a día.

PD: El próximo Jueves 06 de octubre de 2016, a las 20h30, el concierto de los canadienses Holy Fuck marcará el inicio del VillaManuela Festival, que tendrá lugar este fin de semana en Malasaña. Entrada desde 16 euros aquí.

                                                 (De Sol Alonso, el 04 de octubre de 2016)

Referencias útiles:
SALA CARACOL (en la ilustración)
Calle de Bernardino Obregón, 18
28012 Madrid
915 273 594
M Embajadores / Palos de la Frontera

Horario: de Lunes a Domingo, de 17h hasta las 5h30 de la madrugada.

Para seguir los pasos (re)creativos de la SALA CARACOL, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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