Sir Elton John dijo de él que era el mayor cantautor del planeta, y The New York Times lo definió directamente como inclasificable. No es de extrañar, pues el artista canadiense-estadounidense Rufus Wainwright es hoy uno de los grandes vocalistas y compositores de su generación, capaz de hacer cabaret, rock, pop, electrónica, de escribir óperas en pleno siglo XXI y de interpretar todos los registros gracias a su voz de tenor y a una actitud reivindicativa y atrevida. Activista homosexual, promiscuo musical y ecléctico como pocos, con 7 discos de estudio, varias óperas, una adaptación de sonetos de Shakespeare, y alguna que otra banda sonora, no fue hasta su quinto álbum “Release The Stars” (2007) cuando se coló en los primeros puestos de las listas de ventas, aliviando a un genio aclamado por la crítica, pero poco respaldado por las ventas. El próximo Sábado 16 de julio, subirá al escenario del Teatro Real. (Petit) Homenaje al músico y poeta que encontró en lo clásico y el folk su mezcla perfecta.

   Rufus Wainwright nació en Nueva York el 22 de julio de 1973 en una familia de músicos que le inculcó, desde sus primeros meses, un amor único por esta disciplina. Sus padres, los cantantes de folk Kate McGarrigle y Loudon Wainwright, le criaron a base de canciones sobre sí mismo, temas que componían sobre su día y día y que pasaron de la dulzura al rencor como pronóstico inevitable de una separación. Y así, con 3 años, Rufus vio como sus progenitores se divorciaban, y él cambiaba su residencia a Montreal, donde su madre viajó para empezar una nueva vida. En Canadá, entre los sonetos de Shakespeare que Kate le leía para dormir y sus primeros recuerdos musicales en los que, después de alguna copita de más, la madre aporreaba el piano de madrugada mientras los niños supuestamente dormían, Beethoven o Bach se colaron en los sueños de Rufus para dibujar su destino.

   Con 6 años, Rufus comenzó a tocar el piano; con 13, se iba de gira con su madre, su hermana Martha y su tía Anna; a los 14 actuó y compuso varios temas para la película “Tommy Tricker and the stamp traveller” (1988), donde interpretó a un niño rockero; ese mismo año fue nombrado el Mejor Músico Joven de Canadá y confesaría, tiempo después, haber sufrido una violación; y mientras sus compañeros adolescentes mostraban interés por Kurt Cobain, él encontró en la ópera y en artistas como Édith Piaf o Judy Garland el mundo que quería explorar.

   Pero antes, Rufus paseó sus ganas de cantar al mundo por algunos locales, en especial por el Café Sarajevo, un club del circuito musical de Montreal, donde Wainwright pudo grabar sus primeras maquetas, y como su padre se codeaba con grandes personalidades como el compositor Randy Newman o el productor musical Lenny Waronker -el genio detrás de los años más fructíferos de Warner-, fue el mismo Waronker el que intrigado ante lo que tal genética podía haber obrado, decidió escucharle para después apadrinarle con su sello DreamWorks.

   De inmediato Wainwright se mudó a Nueva York en unos años 90 comidos por el grunge, donde su estilo, siguiendo la estela de otro osado llamado Jeff Buckley, no acababan de encajar, así que puso rumbo a Los Ángeles para aprovechar su oportunidad y grabar sin miramientos su primer disco, dejando volar su genialidad hasta registrar de un tirón 56 canciones. Así nació “Rufus Wainwright” (1998), un álbum de inmediato avalado por la crítica y por el que la revista Rolling Stone le nombró artista del año con solo 25 añitos, pero que se resistía para un público comercial. Entonces, Rufus -en busca de inspiración- se encerró 6 meses en el famoso Hotel Chelsea de Nueva York, dándose a la metanfetamina cada noche en un juego de excesos y creación que afortunadamente frenó para una vez rehabilitado, sacar su segundo trabajo, “Poses” (2001), que de nuevo arrasó en críticas pero quedó en una incómoda posición en cuanto a ventas.

   Sin embargo, en el circuito musical su nombre cada vez sonaba con más fuerza, y después de telonear a grandes como Sting, grabar un tema con Antony and The Johnsons, sumar actuaciones con Lou Reed o Robbie Williams o colaborar con Elton John, David Byrne, Boy George o Joni Mitchell, llegaron “Want One” (2003) y “Want Two” (2004), dos LPs llenos de genialidad en los que Wainwright hacía más que nunca explícita su homosexualidad. En 2007 “Release the stars” alcanzó por fin el nº2 en las listas de discos del Reino Unido y sus actuaciones en homenaje a Judy Garlan, recogidas en el trabajo “Rufus does Judy at Carnegie Hall” (2007), además de recibir todo el apoyo de la hija de Garland, fueron nominadas a los Grammy como Mejor Ábum Vocal Pop en 2009.

   A partir de 2008 Rufus trabajó en su primera ópera “Prima Donna” (2009) sin dejar de  compartir, como siempre, escenario con su madre y hermana, cuya última actuación había sido precisamente para recaudar fondos para la investigación del sarcoma, el cáncer que poco después, en 2010, se llevaría a su madre y a la que rindió homenaje no sólo con su siguiente disco “All days are nights: songs for Lulu” (2010), sino también con el nombre de su primera hija, Viva Katherine Wainwright Cohen, que Rufus y su marido, el alemán administrador de arte Jörn Weisbrodt, presentaron al mundo en 2011. La pequeña nació con la ayuda de su amiga de infancia en Montreal, Lorca Cohen (hija de Leonard Cohen), cruzando así los genes de dos de los grandes clanes musicales del siglo XX.

   Hoy, el artista sigue invocando al Shakespeare que leía de pequeño como una de sus grandes inspiraciones, recordando aquella anécdota que vivió con 12 años cuando su madre le pilló masturbándose y como reacción le entregó un soneto del dramaturgo inglés en el que hablaba de aquel “autoplacer”. Fue sin duda el germen de “Takes all my loves. 9 Shakespeare sonnets” (2016), un trabajo en el que Rufus rizó el rizo de lo complicado y su particular homenaje por el IV Centenario de la muerte del escritor. Para el futuro, Wainwright tiene pendiente el estreno de una nueva ópera. Será en 2018 para abrir la temporada en el Teatro de la Ópera de Canadá, y no será la última pues dicen que para ser un verdadero compositor se necesita un mínimo de 3 de estos libretos, y aunque es consciente de que Shakespeare no paga las facturas y que le iría mejor, al menos económicamente, si se rindiera a un estilo más comercial, para Rufus la música es un desafío, e igual que luchó por su condición de homosexual, ahora lo hace por un sonido distinto, único, e incluso a veces incomprendido, pero sin duda, su sonido.

                                                    (De Lidia Martín, el 29 de junio de 2016)

Referencias útiles:
RUFUS WAiNWRiGHT

¿CUÁNDO? El Sábado 16 de julio de 2016, a las 21h30.

¿QUÉ? Concierto de Rufus Wainwright dentro del Universal Music Festival.

¿DÓNDE? En la Sala principal del Teatro Real
Plaza de Isabel II, s/n
28013 Madrid
M Ópera
915 160 600

¿CUÁNTO? Desde 22 a 127 euros aquí.

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