El hombre de las Cavernas lo utilizaba para cazar. Los griegos le dieron su línea aerodinámica mientras, a miles de kilómetros de distancia, los Chinos ya lo confeccionaban con dos discos de marfil y un cordón de seda. Los cristianos lo ignoraron por completo durante la Edad Media mientras los cazadores filipinos perfeccionaban sus técnicas de uso y manejo del yo-yo -que, en tagalo (su lengua nativa), significa “volver” (hasta que demuestre lo contrario ya que últimamente se dice que proviene del chino)-. Finalmente, pasó de ser un arma letal a un juguete transgeneracional cuando los británicos lo importaron a Europa en el siglo XVIII. Hoy, Viernes 06 de junio de 2014, se celebra el Día del Yoyó. Una oportunidad única para rendir homenaje a un discreto objeto de culto universal.

   Nada más llegar a Londres, el entonces denominado “bandelore” se convirtió en el juego favorito de la juventud dorada aristocrática británica. Tallado en maderas preciosas o labrado en cristal, pero siempre adornado con ámbar, nácar o perlas, el juguete de lujo enamoró al minuto a los nobles franceses, en exilio forzoso en Inglaterra, durante la Revolución gala. No se sabe con exactitud cuándo cruzó el canal de la Mancha, pero existe un cuadro de 1789 del futuro Luis XVII de Francia con 4 años de edad, jugando al “emigrette” o “emigrante” (sin saber -mejor para él- lo que le deparaba el futuro que no deseas ni a tu peor enemigo). Entre los personajes históricos que lo manipularon para aliviar el estrés acumulado más que por distracción, destaca Napoleón en la famosa y fatídica batalla de Waterloo.

   A pesar de sus famosos padrinos involuntarios o precisamente por su mala fama, el yoyó pasó el siglo XIX sin pena ni gloria hasta que los locos años 20 volvieran a ponerlo de moda gracias al empresario filipino, naturalizado americano, Pedro Flores que lo importó o exportó (según cómo se mire) a EE.UU. desde Filipinas. Y, en 1929, al ver el potencial comercial del juguete hasta entonces tallado a mano en una única pieza de madera, el hombre de negocios Donald Franklin Duncan (1892-1971) le compró la fábrica y la patente a Flores, y, en 1930, registró la propiedad intelectual del nombre “yo-yo” para poder usarlo durante 30 años.

   El éxito fue inmediato y la Duncan Company no tardó en recolectar los frutos de su exitosa campaña de co-branding junto al magnate de la prensa, Randolph Hearst, organizando competiciones para niños por todo el país. Pero, la competencia se multiplicó y la historia se repitió. Para intentar recuperar el terreno perdido, Ducan decidió producir yoyós de plástico y se asoció con Flambeau Plastics Company sin imaginar que, en 1960, su “socio” se haría con su empresa así como los derechos sobre el nombre del yoyo que acababan de caer, por error judicial según los expertos, en el dominio público.

   Sin embargo, el nombre de Duncan sobreviviría como marca de referencia, y sus adeptos adoptarían la fecha de nacimiento de su fundador, el 6 de junio, para celebrar el Día del Yoyo, por primera vez, en 1985 cuando la NASA se llevó un Ducan Imperial de plástico amarillo en la nave Discovery para comprobar los efectos de la gravedad en el juguete más antiguo del mundo.

   El yoyo que ha pasado la prueba del tiempo y del espacio, es definitivamente, el juguete más enrollado de la Historia. ¡Feliz Día del YoYo!

PD nº1: El World Yo-Yo Contest 2014, organizado por la Federación internacional del Yo-Yo, tendrá lugar el Jueves 07, el viernes 08 y el Sábado 09 de agosto de 2014, en Praga. Este año, participarán más de 1.000 jugadores, procedentes de 30 países diferentes.

PD nº2: En cuanto al Campeonato Nacional de Yoyo 2014, tendrá lugar del Viernes 19 al Domingo 21 de septiembre de 2014, en Tres Cantos.

PD nº3: Para saberlo todo (en español) sobre el mundo del YOYO, conéctate a la web de la ASOCiACiÓN ESPAÑOLA DEL YOYO (también en Facebook y Twitter) que agrupa a los mejores jugadores del país y se encarga de organizar eventos de nivel internacional como el Campeonato de España, al que asisten profesionales de toda Europa.

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