“Pinto como otras gentes escriben su autobiografía. Mis cuadros, terminados o no, son páginas de mi diario”. Pablo Picasso (1881-1973), artista infatigable, pintó como amó: sin descanso. Hoy, Martes 08 de abril de 2014, se cumplen 41 años de su muerte y la Fundación Mapfre nos propone repasar su vida y adentrarnos en su obra (re)visitando los talleres en los que tanto el hombre como el artista dieron rienda suelta a su pasión y a su (re)creación con las que Picasso revolucionó las artes plásticas del siglo XX.

   Según las palabras del creador, junto con Georges Braque y Juan Gris, del movimiento cubista, su autobiografía tendría más de 2.000 páginas, tantas como el número de obras que nos dejó como legado. Y es que al maestro nada se le escapaba. Dibujo, grabado, ilustración, escultura, cerámica, escenografía, todo se convertía en arte en sus manos. Decían de él que vampirizaba y hacía suyo todo lo que veía. Si la vida inspira al arte, Picasso exprimió los días, la política, las noches, el alcohol, a amigos como Cocteau, Alberti, Luis Miguel Dominguín o Gustavo Gili, y a sus amantes. Desde Fernande Olivier -su primera compañera-, pasando por Eva Gouel, Olga Khokhlova, Marie Thérèse Walter, Dora Maar, Francoise Gilot y Genevieve Laporte, hasta Jacqueline Roque -su segunda y última esposa-, las ocho fueron musa e influencia; incluso los hay que ven, en cada una de sus historias de amor, una nueva etapa pictórica del artista, pero en lo que todos coinciden es que fueron ocho mujeres y ocho dramas.

   Picasso nació el 25 de octubre de 1881, en Málaga, en el seno de una familia burguesa. Su padre, José Ruiz y Blasco, profesor de dibujo en la Escuela Provincial de Artes y Oficios, estimuló tanto el talento -que parecía innato- de su hijo que abandonó sus propios pinceles para centrarse en el don de su primogénito o “el genio de la infancia”, como lo llamaba Picasso, que en su caso le acompañó hasta su muerte.

   En 1895, después de la muerte de Concepción, la benjamina de la familia, la familia se traslada a Barcelona donde el padre obtiene una cátedra en la Lonja y Pablo, con tan solo 15 años, abre las puertas de su primer taller al superar en un solo día los ejercicios de acceso a la Escuela de Artes y Oficios para los que el resto de los mortales necesitaban un mes.

   En 1900, visita por primera vez París donde pinta sin descanso y comienza a relacionarse con el mundo artístico. En 1901, sus cuadros reflejan el pesimismo que le rodea. Mendigos, alcohólicos y prostitutas habitan su obra en forma de figuras alargadas que dejan notar la influencia de El Greco (que estudió de cerca cuando vivió en Madrid entre 1896 y 1898). Una etapa en la que concede al azul todo su significado.

   En 1904, se instala definitivamente en París, en un edificio del barrio bohemio de Montmartre donde también vivían Modigliani, Brancusi o el español Juan Gris. Aparece su primera pasión, Fernande Olivier, que “compagina” con su amante, Eva Gouel. Durante 3 años, pinta sin cesar. Poco a poco, sus personajes se rellenan, se sosiegan y arranca su época rosa con rostros petrificados y líneas arquitectónicas. En 1907, pinta una de sus grandes obras: “Las Señoritas de Aviñón”, una obra experimental sin duda adelantada a su época. Es el inicio del Cubismo.

   A estas alturas, la actividad del pintor malagueño es imparable y sus exposiciones continuas. Tras la Primera Guerra Mundial, se interesa por otras artes. Conoce a Stravinsky, a Manuel de Falla y realiza el decorado del Ballet Parade, donde coincide con la bailarina rusa Olga Khokhlova, que se convertiría en su primera esposa (de 1918 a 1935) y madre de su primer hijo, Paulo, en 1921. Bajo su influencia, la danza agita sus pinturas y cambia su vida. Picasso se aleja de la bohemia e inaugura una etapa de fiestas de postín y relaciones de vanidad que se reflejan en su época más clásica, conocida como ingresca, por la supuesta influencia del pintor neoclásico Dominique Ingres.

   A partir de 1925, su admiración por Breton y por la obra de Miró, entre otros, amplía sus intereses. Clasicismo, cubismo y surrealismo conviven en la obra de un artista que fulminó escuelas y estilos. Para Picasso, la pintura es un lenguaje con el que expresa las preocupaciones de la época que le ha tocado vivir. Con la depresión económica de EE.UU. como tela de fondo, llena sus cuadros de ángulos que reflejan el tormento y, con Marie Thérèse Walter -su nuevo amor de 17 años de edad- a su lado, Picasso inicia su periodo matissiano y es padre, por segunda vez, de una niña llamada Maya.

   En 1935, Picasso regresa a España. Con la Guerra Civil, se une a los republicanos y el dolor aumenta en sus pinturas. Picasso vuelve al desgarro y pasa de un amor a otro. Aparece la fotógrafa Dora Maar que documenta la evolución de su gran obra, “El Guernica”, uno de los mejores testimonios que jamás se hayan hecho del drama de la contienda incivil. En 1939, regresa a Francia y, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se afilia al Partido Comunista Francés. Sus obras siguen reflejando el sufrimiento.

   Tras el conflicto, se instala en la Costa Azul junto con su nueva musa, Françoise Gilot, la única que lo abandonaría después de dar a luz a Claude, en 1947, y Paloma, en 1949. El Mediterráneo irrumpe en su obra que se hace más optimista y Picasso realiza pinturas pacifistas como “La paloma de la Paz”, en 1949.

   En 1952, tras la ruptura con Gilot, Genevieve Laporte -su amante clandestino de 16 años de edad desde 1944- le hace olvidar su primer y único abandono. Pero, en medio de su etapa de color, aparece Jacqueline, en 1953. Ella tiene 27 años y Picasso 74. Será su catarsis y la musa de su impresionante serie “El pintor y su modelo”. Al parecer, Picasso esperó a la muerte de Olga -su primera mujer-, en 1955, para casarse con Jacqueline porque el divorcio habría supuesto partir en dos su fortuna. Su joven esposa le acompañó hasta el final y el 8 de abril de 1973, Picasso murió a los 91 años, en sus brazos.

   A pesar de su trayectoria y de su álbum de familia, Pablo (Ruiz) Picasso nunca se declaró dentro de una disciplina o escuela, nunca se sintió de nadie e, incluso, llegó a afirmar que no se había enamorado. Picasso siempre fue un artista de la libertad, comprometido con su tiempo y germen de movimientos pictóricos que hicieron entender toda una vida a través de su obra. La vida de un hombre que sabía gozar con y en todos sus sentidos.

                                                            (De Lidia Martín, el 08 de abril de 2014)

Referencias útiles:
Muestra PiCASSO EN EL TALLER

CUÁNDO? Los Lunes, de 14h a 20h; de Martes a Sábado, de 10h a 20h; y los Domingos y Festivos, de 11h a 19h; hasta el Domingo 11 de mayo de 2014.

¿QUÉ? La Fundación Mapfre ha conseguido reunir 80 lienzos, 70 dibujos y grabados, 26 fotografías y una decena de paletas del artista que permiten apreciar el modo en que el taller de Picasso se convierte en el centro sobre el que gravita toda su creación, el lugar en el que se entrelaza su arte y su vida… [Leer más].

¿DÓNDE? En la Sala Recoletos de la Fundación Mapfre
Paseo de Recoletos, 23
28004 Madrid
915 816 100
M Colón / Banco de España

¿CUÁNTO? Entrada gratuita pero es necesario reservar aquí.

Para saberlo todo y más sobre la muestra PiCASSO EN EL TALLER, conéctate al fantástico minisite que La Fundación Mapfre (también en Facebook y Twitter) ha creado para la ocasión.

[Volver a Mi Petit Pinacoteca, Callejero o Blogosfera]