Sabe a historia, al buen hacer de cuatro generaciones que han conseguido transmitir los secretos de unos guisos que conquistan estómagos desde 1890. Comida casera y trato cordial son los únicos secretos de un local que frecuentaban Benavente, Azorín o Alberti, que calentaba gaznates con su aguardiente y que, hoy, sigue ganando adeptos y provocando largas sobremesas.

   Ángel (a la izquierda en la ilustración), el actual dueño de El Comunista, ha crecido entre fogones y bohemios. En esta casa de comidas que nació a finales del siglo XIX de la mano de sus bisabuelos con el nombre La Tienda de los Vinos. Por entonces, se despachaba aguardiente, licores caseros y vino en cuartos. Sobre todo el de pellejo de Valdepeñas que al parecer, elogiaban Dumas, Unamuno o Larra. La vida de Ángel, es la vida de El Comunista. Porque sin darse cuenta, es el mejor testigo de los últimos 40 años de este local.

   Sus comensales son amigos y no clientes. Muchos de ellos son asiduos, y algunos como Don Rafael, forman ya parte de la familia después de 30 años acudiendo casi a diario. Seguro que más de una vez, Ángel arrasó su mesa jugando. Porque muchos de sus recuerdos tienen que ver con la comida, los olores y las cacerolas. Porque en su memoria están los plátanos que robaba de la cocina para compartir con sus amigos, los nietos de la actriz Terele Pávez, que solía ir a comer. O los clips de Famobil con los que seguro molestó en más de una ocasión a los escritores, actores, poetas y productores que frecuentaban el restaurante y hoy en día aún le descubren anécdotas desconocidas de su negocio o de sus abuelos. Ahora, una generación después, su hija Alba, de tres años, es la que juega entre las mesas mientras Ángel recibe a los que llegan con ganas de un buen plato y un buen vaso de vino. Como antes lo hicieron su padre, su abuelo y su bisabuelo.

   Extranjeros, curiosos, amantes de la gastronomía, universitarios y gente de provincias que echa de menos la mano de la madre en los guisos… éste es el público de El Comunista. Y familias enteras, que de generación en generación, al igual que Ángel heredó su negocio, transmiten la costumbre de ir a comer al local de las puertas rojas de Chueca. A ellos llegan las recetas que, después de seis años como aprendiz y otros tantos al frente de la cocina, ha heredado Cristina (la mujer de Ángel, a la derecha en la ilustración) de su suegra. Y lo han sabido hacer. Porque si ya es difícil conciliar vida laboral y personal, pasar las 24 horas del día con tu pareja, tiene mucho mérito.

   Son sencillos, como su negocio familiar. Una fórmula y un local que apenas han cambiado con el tiempo. No saben de mails, Twitter o Facebook. Su única estrategia es el boca a boca y mantener el sabor de casa en las comidas. Porque saben distinguir a una clientela que no acude para posar, sino para devorar. Porque al sentarte en una de sus mesas, es como si tu madre o tu abuela te preguntaran qué quieres para comer o cenar. Porque no hay plato estrella, todos lo son. Y porque sus precios son populares y lo más caro en su carta es un entrecot por 12 euros.

   Quien busque al llegar a la calle Augusto Figueroa el cartel de El Comunista, nunca lo encontrará. En la fachada aún figura su primer nombre: La Tienda de los Vinos. El resto le ha venido dado por sus clientes. El Comunista lo pusieron los parroquianos del local ya que la cercanía de la sede del PSOE de don Pablo Iglesias hacía que muchos clientes fueran afiliados. Y como cuenta Ángel, por entonces o eras de derechas o comunista. No había término medio. También fue conocida como la Taberna del Guitarrista, porque un tío abuelo era aficionado a la guitarra y entretenía al personal con su música. Aunque emigró a América durante la Guerra Civil y en las paredes cuelgan fotos de su periplo posando junto a Sinatra o Rita Hayworth.

   Y más fotos, todas regalos de clientes conocidos. De familias como los Dominguín-Bosé que traspasaron de unos a otros el gusto por estos guisos. Pequeños tesoros como la escritura de cesión al sindicato de actores de la obra “Los intereses creados” de Jacinto Benavente. O incluso algún cuadro pintado en el propio local.

   Poco a poco las imágenes siguen aumentando. Y de Benavente llegamos a Estopa, los últimos fotografiados que figuran en su pared. Todos comparten algo. Han probado la cuchara del El Comunista y han tenido que repetir.

                                                    (De Lidia Martín, el 24 de febrero de 2014)

Referencias útiles:
EL COMUNiSTA (Tienda de vinos. La taberna del guitarrista)
Calle Augusto Figueroa, 35
28004 Madrid
M Chueca
915 217 012

Horario: de Lunes a Domingo, de 12h a 16h y de 18h hasta medianoche.

PD nº1: El Comunista no admite tarjetas de crédito. Todo en efectivo aunque Ángel aún fía de vez en cuando. Sabe que si no pagan tienen las de perder, porque no podrán volver a repetir.

PD nº2: Ni web, ni redes sociales. Todo lo que encontrarás en Internet de El Comunista ha sido escrito por otros, por el gusto de compartir algo bueno.

PD nº3: Encontrarás la acuarela de El Comunista by Joaquín González Dorao en su web y en su Facebook Acuarelas de Viaje.

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