En el nº 551 de la calle de Alcalá, la antigua vía pecuaria de Madrid, la misma que fue carretera de Aragón y Camino Real, se esconde -aunque parezca imposible- una finca de más de 18 hectáreas y cuatro siglos de historia, que fue viñedo, vaquería, jardín y morada de nobles. La Quinta de Torre Arias fue la última adquisición de parques del Ayuntamiento de Madrid, después de que su última propietaria, la condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, firmara en 1986 con el entonces alcalde Tierno Galván, un convenio por el que, a su muerte, donaba la zona de parque histórico al Consistorio a cambio de poder edificar en el área de menor valor (con lo que se embolsó, dicen, mucho dinero), pero en 2012, ya sin noble que la habitara ni tierra que diera su fruto, llegó la polémica por sus posibles usos hasta que la presión vecinal logró que el 27 de noviembre de 2016 abriera sus puertas para el disfrute de todos los madrileños.

   Aunque históricamente se accedía por Canillejas y la quinta llevaba ese nombre, en 1845, cuando se compró el terreno al completo, se le dio entrada y salida por la calle de Alcalá. Su puerta principal, hasta hace poco cerrada con candado, fue colocada en 1922, pero data del siglo XVIII con un estilo muy similar a la que fue del Casino de la Reina, ahora en el Parque del Retiro.

   Hasta aquí venían los nobles para desconectar de sus asuntos, y si en Cataluña estaban las masías y en Galicia los pazos, en Madrid el nombre tradicional para estas casas solariegas era "quinta", como la del Sordo o la de los Molinos, unas zonas de recreo lo suficientemente cerca de la Corte como para acudir a caballo si el rey reclamaba sus servicios, pero lo suficientemente lejos para que no les llamara si no era de urgente necesidad.

   En esta finca había huerta, varios invernaderos, varios estanques, tres de pozos, cultivo de cereales y árboles, sobre todo frutales y que hoy superan las 51 especies coronados por una encina de más de 300 años, que daba sombra a agricultores y ganado. Porque también había vacas, gallinas, cerdos, matadero propio, un palomar, caballerizas, una perrera, olivos y viñas con los que se producía aceite, vino y un moscatel muy afamado en la época, un campo de tiro para que nobles entrenaran, y por supuesto, un imponente palacio que refleja bien la historia de la quinta.

   Dicho palacio se empezó a levantar en 1580 como una casa con torres de defensa. En 1845 se montó otra estructura, y se añadieron las cuadras, que ahora están en restauración pues, cuando el Ayuntamiento de la Villa compró el terreno, su estado era de ruina total. Tanto que su última inquilina, doña Tatiana, vivía en una casa prefabricada instalada en los jardines de un palacio que, en su época de esplendor, fue habitado por entre 15 ó 20 personas.

   Doña Tatiana nunca reformó el palacio, y no por dinero, pues a su muerte dicen que dejó más de 200 millones de euros de herencia. La condesa de Torre Arias, marquesa de Santa Marta y de Torre de Esteban Hambrán, esposa del físico Julio Peláez Avendaño, y según cuentan, descendiente de Cristóbal Colón, empezó a vivir junto a su marido en la quinta en 1953 cuando heredó su título y la propiedad de su padre. Pero antes que ella pasaron por allí otros nobles. Desde el primer habitante conocido, García López de Alvarado Velasco, primer conde de Villamor, un rico criollo establecido en la Corte; el VIII conde de Aguilar, que la habitó al arranque del siglo XVIII hasta que en 1741 compró la propiedad Francisca Javiera Bibiana Pérez de Guzmán el Bueno Silva Mendoza, viuda del VII duque de Osuna; o los dominicos del Convento de Santo Tomás de Aquino de Atocha, que se hicieron cargo de las tierras agrícolas que florecían mientras el palacio se arruinaba. 

   Habitaron también aquí el XV marqués de Cerralbo o el duque de Medina Sidonia, y a partir de 1850, el X marqués de Bedmar, íntimo de Isabel II y del que cuentan celebraba aquí un cóctel al que, si no acudías, no eras nadie en la nobleza del momento. En 1885 fueron Alfonso XII y María Cristina los que acudieron a la finca por un baile, y poco después la VIII marquesa de la Torre de Hambrán compró los terrenos, y como esposa del VI conde de Torre Arias, se convirtió en la abuela de la última propietaria, doña Tatiana, que sin descendientes creó una fundación para conservar un patrimonio valorado en más de 500 millones de euros.

   Con su muerte y ya en manos del Ayuntamiento, el entonces gobierno del PP pensó primero en su demolición y después en ceder los terrenos a la Universidad de Navarra a cambio de su rehabilitación y cuidado. Pero la oposición de sindicatos, partidos y en especial la lucha de los vecinos del barrio hicieron que el Tribunal Superior de Justicia frenara sus intenciones y que la finca se convirtiera en un gran parque público a semejanza de la Quinta de los Molinos o la del Capricho.

   Fue gracias a vecinos como Daniel Liébana (en la ilustración), jardinero del Ayuntamiento de 38 años y portavoz de la Plataforma Quinta de Torre Arias, una iniciativa ciudadana nacida para proteger este patrimonio cultural y artístico y que en 2014 empezó a manifestarse todos los domingos a las puertas de la finca hasta lograr su apertura. Curiosamente, aquel mismo año la alcaldía pidió voluntarios para trabajar los jardines de la quinta, y Daniel no lo dudó. Desde entonces, su vida gira en torno a este parque y al plan especial que elabora el nuevo gobierno de Manuela Carmena.

   Hoy en día, los vecinos esperan que se mejoren las condiciones de un terreno aún vallado por el peligro que suponen algunos espacios en ruina, pero también piden que se arreglen los conductos para recuperar el arroyo Trancos -el riachuelo que durante siglos cruzó este espacio y que ahora está seco-, y sobre todo, convertir el lugar en un parque participativo y no solo de contemplación. Proponen así crear huertos comunitarios y granjas escuelas que respeten los antiguos usos de una finca en las que, se calcula, habría que gastar unos 15 millones de euros para habilitar el jardín, y otros 20 para restaurar el palacio. Un lugar en el que perderse y respirar otros tiempos.

                                           (De Lidia Martín, el 28 de enero de 2018)

Referencias útiles:
QUiNTA DE TORRE ARiAS (ver la ilustración)
Calle de Alcalá, 551
28022 Madrid
916 397 869
M Torre Arias

Horario:
- De Abril a Septiembre: de Lunes a Domingo, de 10h a 20h30;
- De Octubre a Marzo: de Lunes a Domingo, de 10h a 17h30.
PD (nº1): Visitas guiadas gratuitas: cada último domingo, de 10h a 12h y de 12h a 14h (para reservar 916 397 869 o paa@talher.com.

PD (nº2): A la plataforma se han acercado muchos vecinos para mostrar su apoyo y contar su experiencia. Algunos incluso trabajaron ahí, como Pablo Hervás, nacido en la quinta en el año 55 e hijo de los últimos guardeses. Un hombre que se ha sumado de forma espontánea en más de una ocasión a las visitas guiadas que organiza la plataforma, aportando su valioso granito de arena.

Para seguir los pasos de la PLATAFORMA QUiNTA DE TORRE ARiAS, conéctate a su web y su Facebook.

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