Podría parecer un simple cambio de tipografía, pero entre estas dos maneras de escribir la vigésimo quinta letra del alfabeto español, la más enigmática por cierto, hay mucho más que una cuestión de imprenta. Donde hace poco más de dos años se programaban títulos como “Me fui al baño y me hicieron un apaño”, hoy se saborean joyas del celuloide del nivel de “La noche del cazador”, completando el rejuvenecimiento de una apreciada reliquia del centro de Madrid.  

   Hablamos del palacete equidistante entre la Plaza de Cascorro y la de Tirso de Molina, que entre 1913 y 1933 albergó la redacción de El Imparcial, cabecera de referencia para la información cultural de la época (Pío Baroja, Miguel de Unamuno o Azorín fueron firmantes asiduos) y a partir de 1941 el Cine (Duque de) Alba con su cartelera repleta de clásicos: “Casablanca”, “Lo que el viento se llevó” o “Sonrisas y lágrimas”. Con el tiempo, la temperatura de su oferta fue subiendo a medida que se congelaba la censura franquista. El Alba fue la última sala porno de Madrid, después de que, en 2012, el Postas se reciclara en una tienda de recuerdos rojigualdos y castizos para los turistas. 

   Los promotores de esta renovación aseguran que siempre quisieron “recuperar la esencia original del cine Alba, la de principios del siglo XX, antes incluso de la llegada del destape”. Por eso, en la reforma que ha durado medio año, se han conservado las candilejas originales, y han trabajado para recuperar esos suelos art deco, que dormían bajo mil capas de pegamento. Como explica Nacho Rodríguez de Padrón (retratado aquí), miembro del equipo promotor, “la primera intención es que el cine sea el elemento vertebral del proyecto, pero habrá más cosas”.

   Así, las luces han regresado a la hoy llamada Sala Equis. No pocos se preguntan qué se podrá ver en esa sala en tiempos llena de historias sicalípticas, gemidos en la pantalla y tremendo trajín en las últimas filas de la sala. El público, al menos cierto sector, querrá saber si en esta nueva etapa hay hueco para cierta lujuria: “No vamos a exhibir películas pornográficas”, según Nacho, “pero sí es cierto que en nuestra programación incluiremos referencias al pasado reciente con ciclos dedicados al erotismo en el séptimo arte. Estaremos encantados de proyectar películas tan importantes como “Emmanuelle” o “El último tango en París”. Siempre en versión original”.

   ¿Cuánto y cómo han cambiado los espacios que hoy conforman la nueva Sala Equis? A pesar de que el edificio, que hoy también acoge el restaurante El Imparcial, no contaba con ningún grado de protección patrimonial, sus promotores, de manera intencionada, han acometido el menos número posible de cambios estructurales, optando por una reforma muy conservacionista: “Para la sala principal, buscábamos un tratamiento de plaza en fiestas, así que hemos abierto un lucernario con iluminación natural. El patio vecinal ha sido sacrificado por exigencias legales. La normativa no lo permite, y los vecinos lo van a agradecer”.  En la Sala Plaza, así se denomina este recodo, el ambiente es pura distensión. Plantas, asientos muy relajantes y una oferta gastronómica susceptible de degustarse con los dedos. Placeres a pares. Todo por el hedonismo en cualquiera de sus manifestaciones.  Y el antiguo anfiteatro, es ahora la sala de cine, con 55 butacas granates de satén y la posibilidad de entrar con una copa.

   En la mente de casi todos están las imágenes del antiguo cine Alba recogidas en el documental “Paradiso”, firmado por Omar A. Razzak y el Equipo de Tournalet Film. Los más fetichistas se preguntarán dónde fueron a parar aquellas míticas butacas que durante siete décadas presenciaron escenas de placeres varios, sobre todo a partir de los 80 con la llegada del destape y después la pornografía. O el maniquí del hall, incluso la máquina de condones… Objetos que, según cuentan los socios actuales, jamás llegaron a sus manos. “No descartamos la idea de organizar algún tipo de evento que evoque aquel ambiente en homenaje al pasado del lugar”.

   En cuanto a Rafael Sánchez, propietario de la sala y autor de aquellos carteles entrañables que pergeñaba durante sus trayectos en tren desde la madrileña localidad de Fuenlabrada, donde residía, hasta la sala, y Luisa Martínez, la entrañable taquillera, ya se han jubilado. Una visita suya será siempre agradecida por los nuevos propietarios a los que les encantaría saber si les gusta cómo ha quedado. 

   El cine sigue siendo algo maravilloso, y hay pocas cosas como verlo en pantalla grande.

                                            (De Sol Alonso, el 08 de enero de 2018)

Referencias útiles:
SALA EQUiS (en la ilustración)
Calle Duque de Alba, 4
28012 Madrid
914 296 686
M Tirso de Molina

Horario:
- De Domingo a Jueves, de 12h a 1h;
- Los Viernes y Sábados: de 12h a 2h30.

Precio: Entrada de cine a 6,50 euros.

Para seguir los pasos (re)creativos de SALA EQUiS, conéctate a su web y su Facebook.

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