Su historia como director de cine independiente es la de darse 1.000 veces contra las puertas de la censura, la de comenzar y abandonar proyectos, la de perderse de vez en cuando por las lindes del cine comercial para subsistir y llenar la despensa de nuevas técnicas y de dinero para poder seguir apostando por lo auténtico. Con motivo de la exposición-homenaje “Basilio Martín Patino (1930-2017). Madrid, rompeolas de todas las Españas” en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, he aquí (Mi Petit) Homenaje a un libertario y semiclandestino mosquetero del denominado “nuevo cine español”.

   Fruto del amor católico-conservador de dos profesores, Basilio Martín Patino (retratado aquí) nació en Salamanca el 29 de octubre de 1930, recién sustituida la Dictadura de Primo de Rivera por la Dictablanda del general Berenguer. Después de pasar la adolescencia sin pena ni gloria, el joven, atraído por la revolución y con inquietudes vitales, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde manifestó muy pronto su interés por el séptimo arte: tanto como actor en el Círculo de Teatro Universitario como fundador del Cineclub Universitario del SEU de Salamanca y de la revista Cinema Universitario.

   En 1960, con su documental “El Noveno”, sobre la fiesta tradicional de liberación de la dependencia nobiliaria en la localidad salmantina de San Felices de los Gallegos, Martín Patino tomó consciencia de lo fuerte que podía llegar a ser la mordaza burocrática del país, que masacró su obra sin piedad, y que su defensa de los principios por encima de los intereses sería, en cierta forma, una moderna lucha de David contra Goliat. Por eso, el cineasta, que solo podía contar historias desde una perspectiva crítica, no dudó nunca en enfrentarse al régimen encorsetado del Generalísimo, y en asumir con orgullo su papel de incordio institucional así como los consiguientes problemas y quebraderos de cabeza que acarreaba su compromiso.

   Y así fue, a pesar de los reconocimientos internacionales y del apoyo de una parte importante del público hacia sus obras, Basilio no encontró más que impedimentos: estrenos que, por X o por Y, eran retrasados (“Torerillos’61” en 1961 y “Nueve cartas a Berta” en 1965), problemas de financiación que le obligaban a abandonar proyectos (“Una vez, una zorra”, en 1967); interrupciones de rodaje por parte de las autoridades y secuestro del material (“Rinconete y Cortadillo”, en 1967, encargada por el Ministerio de Información y Turismo de Manuel Fraga); tajos indiscriminados por parte de los censores (su película “Del amor y otras soledades” sufrió cortes en 1969); y otra serie de cortapisas le llevaron finalmente a rodar algunas de sus obras con pseudónimo e, incluso, a trabajar en la realización de anuncios publicitarios para poder mantenerse a flote.

   En 1970, se salió del circuito oficial al contar con la ayuda del productor Julio Pérez-Tabernero. El resultado fue el documental “Canciones para después de una guerra”, en 1971. Pero a pesar de la naturaleza independiente de la obra, la cinta no dejó de ser perseguida. Recibió ataques implacables de parte de la ultraderecha del régimen, fue prohibida por Carrero Blanco, e incluso cuando la reclamaron desde la International Film Exposition of Hollywood, el Gobierno negó su existencia. Entonces, Basilio eligió regresar a la clandestinidad para realizar “Queridísimos verdugos” (1972) y Caudillo (1974), dos obras que también tuvieron que esperar hasta 1976 para ver la luz.

   Las décadas de los 80 y los 90 fueron, para el salmantino residente en Madrid, un periodo de posicionamiento, de exploración y de desarrollo jugando siempre cerca de la línea que marca los límites de la partida. Infatigable e inquieto, mientras realizaba trabajos para la televisión nacional, creó una televisión independiente y clandestina, El Búho, en un pueblo toledano; editó una revista videográfica La Nueva Ilustración Española (de la que sólo se hicieron 2 números); y abrió y cerró varias productoras, que le permitieron realizar títulos como “Los paraísos perdidos”, en 1985, y “Madrid” , en 1987.

   Imbatible, el paso del tiempo no hizo mella en la energía de Martín Patino. En 2012, a sus 82 años, volvió a sorprendernos a todos con el documental “Libre te quiero” sobre el 15M. El hombre que gustaba de enfrentar la realidad contra los espejos escuchó los gritos de la plaza, leyó los indignados carteles, cogió la cámara, y rodó 25 horas de película a pie de calle durante casi 30 días, porque “el guión estaba en la Puerta del Sol” y, efectivamente, debía ser contado.

   Definitivamente, Basilio Martín Patino fue (y sigue siendo a través de su obra) un ejemplo de resistencia.

                                             (De Noemí Z., el 21 de noviembre de 2017)

Referencias útiles:
BMP. MADRiD, ROMPEOLAS DE TODAS LAS ESPAÑAS

¿CUÁNDO? De Martes a Domingo y Festivos, de 10h a 21h, hasta el Domingo 14 de enero de 2018.

¿QUÉ? La exposición-Homenaje “BMP. Madrid, rompeolas de todas las Españas” a la figura del realizador Basilio Martín Patino (que en 2005 recibió la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas) ofrece un recorrido detallado sobre la memoria de Madrid a lo largo del siglo XX hasta llegar a nuestros días, a través de su filmografía. La muestra se concibe como un mosaico multidisciplinar, organizada en cinco secciones claramente diferenciadas: La proclamación de la República, la guerra civil española, la posguerra, la transición y por último, la democracia.

¿DÓNDE? En el Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa (en la ilustración)
Plaza de Colón 4
28001 Madrid
914 362 540
M Colón

¿CUÁNTO? Entrada libre.

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