En este peculiar local, que funciona al mismo tiempo como taller y tienda, todo lo que está a la vista está a la venta. Bicicletas, ropa y accesorios pensados para el pedaleo como coloridos guantes de croché, gorras de la diseñadora italiana Elisabeth Lorenzi o las camisetas de David Barrionuevo. Mesas y mesillas, fotografías, muebles, complementos de decoración, sillines decorados, varias señales de tráfico, mil y un accesorios y herramientas, pero si lo que el cliente está buscando es una silla, tendrá que mirar con atención la pared donde decidió colgarlas su gestor, Juanjo Cabrejas (en la ilustración), tan mañoso como creativo. ¡Bienvenid@s a Ciclos! 

   Las sillas colgantes es uno de tantos detalles cuidadosamente desparramados por un espacio tratado para asumir la metamorfosis del almacén de componentes electrónicos, que fue durante cuatro décadas, al taller de restauración y venta de muebles y bicicletas, en que se convirtió hace ahora dos años, siempre tan cerca del Rastro madrileño.

   Para Juanjo, el día a día va acumulando premios, algunos materiales y otros intangibles. Le emociona relatar la visita que hicieron a Ciclos los hijos del antiguo propietario, emocionados de identificar tantos recuerdos varados en cualquier rincón de las dependencias: “Fue muy bonito, porque en espacio que utilizo como taller para las bicis,  estaba la oficina donde siendo niños se sentaban a hacer las tareas del colegio mientras su padre trabajaba”. La nostalgia, dulce en este caso, es contagiosa. Juanjo se ve a sí mismo, desde que se recuerda, como un “destripador de objetos”: “Me pasaba el día armando y desarmando todo lo que caía en mis manos. Cuando me preguntan por mi oficio, dudo si definirme como mecánico o restaurador, así que me quedo con artesano, que se ajusta mucho más a lo que yo hago”. 

   Juanjo, perfecto anfitrión, insiste en que Ciclos cambia de aspecto de un día para otro. El rincón donde reposa una mesita baja con dos acogedoras butacas podría ser diferente de la noche a la mañana, siempre que algún cliente se encapriche de alguno de los citados muebles: “Todo lo que se ve en la tienda está a la venta. Es un negocio vivo en ese aspecto”, insiste Juanjo, señalando un precioso mostrador de los años 60, ocupado alguna vez por el conserje de un bloque de vecinos.  Descansa sobre él una lámpara construida con cadenas de bicicleta, y el clásico timbre de mesa, que servía para solicitar los servicios del portero a golpe de ring. 

   Si el interior ha perdido un muro para ganar espacio, aunque conserva el antiguo suelo de cemento en gris, la fachada de Ciclos apenas ha variado. El gresite color verde piscina, la cerrajería de puertas y ventanas y la disposición del escaparate honran a su pasado cuando el lavabo de loza, que ejerce de maceta con sus correspondientes plantas vivas, un árbol de colores, las letras que nombran el local y los avisos con las actividades de Ciclos pedalean hacia el futuro.

PD (nº1) agendística: ¡No te pierdas las clases particulares de mecánica y restauración, los cursos de bike polo (deporte similar al polo donde la bicicleta sustituye al caballo, manteniendo el objetivo de marcar goles golpeando la pelota con un mallet) y/o las charlas, que organiza Ciclos, para enseñar cómo recorrer en bici la ciudad (hasta disponen de acompañantes para los inexpertos que desean recorrer Madrid sobre dos ruedas pero no se sienten muy seguros todavía). 

PD (nº2) teatrera: Por cierto, algunas sillas de Ciclos, convenientemente acicaladas, han terminado debutando como actrices en el escenario del madrileño Teatro de la Abadía, para hacer nada menos que un Shakespeare. 

                                             (De Sol Alonso, el 18 de abril de 2017)

Referencias útiles:
CiCLOS (ver la ilustración)
Calle de Santocildes, 2
28005 Madrid
910 617 025
M Embajadores

Horario:
- De Lunes a Viernes: de 11h a 20h30;
- Los Domingos: de 11h a 15h.

Para seguir los pasos (re)creativos de CiCLOS, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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