Dicen de él que dio un paso más en el impresionismo del momento, olvidando la cruda realidad que plasmaban otros compañeros suyos como Van Gogh o Manet, para apostar por la belleza, el detalle, la sensualidad, la ornamentación y, sobre todo, una etapa final de desnudos en los que siempre sus protagonistas, a pesar de su estado o condición, reflejaban como pocos el gozo de vivir. Hoy, Martes 18 de octubre de 2016, el Museo Thyssen inaugura la muestra “Renoir: intimidad”, que reúne más de 70 obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo, para mostrarnos el trazo más íntimo del pintor francés (a pesar de la reciente polémica que le rodea). (Petit) Homenaje en forma de diccionario al que muchos apodaron “el pintor de la alegría”.

ALiNE CHARiGOT Fue su primer y único gran amor. El artista conoció a la jovencita de 21 años y vecina del barrio de Montmartre, con 40 años y en una de sus mejores etapas pictóricas y personales. Comenzó a pintarla antes de salir con ella y siguió haciéndolo después de ser padres por primera vez en 1885 y contraer matrimonio en 1890. Después de 3 hijos en común, Aline falleció en 1915 sumiendo al artista en una profunda soledad hasta su muerte en 1919.

BELLEZA Como bien dijo el pintor, que padecía de artritis reumatoide, “el dolor pasa, pero la belleza permanece”.

CLAUDE MONET El pintor francés, Claude Monet (1840-1926), y también creador del impresionismo, fue uno de los grandes amigos de juventud de Renoir. Se conocieron en el taller de Charles Gleyre, un profesor cuyo sistema libre de enseñanza marcó a otros grandes como Sisley o Bazille. Fue Monet el que acogió en su casa en más de una ocasión al joven Renoir, que sin dinero, dormía y trabajaba de prestado.

DELACROiX Eugène Delacroix (1798-1863) fue otras de las grandes influencias de Renoir. A la contra de lo que había mamado en su juventud, la obra romántica de Delacroix le hizo olvidar por un tiempo la naturaleza para explorar otras formas y lugares. Fue Delacroix el que animó a Renoir a viajar a Argelia, donde descubrió la luz del norte de África y un exotismo que le marcó claramente en sus pinturas.

EDOUARD MANET Tras el impacto del romanticismo de Delacroix, llegó el turno de la obra de Édouard Manet (1832-1883). Su arte moderno y en especial su obra “Almuerzo sobre la hierba”, expuesta en 1863 en el famoso Salón de los Rechazados -al margen del Salón Oficial de París (consultar la S)-, fueron fundamentales sobre los jóvenes pintores inquietos que vivían en la capital francesa. Entre ellos estaba Renoir, que ávido de nuevas experiencias acudiría puntual a las reuniones de artistas y escritores del Café Guerbois donde se cocía a fuego lento lo que sería el impresionismo.

FLORENCiA La ciudad italiana fue uno de los muchos destinos que, en su época de esplendor, visitó Renoir hacia 1880, recién casado y saboreando las mieles de un éxito que veía venir. Luego, Argelia, Milán, Venecia, Roma, Nápoles, Sicilia, Normandía le nutrirían de nuevos paisajes y amistades, para regresar hacia 1882 cargado de encargos y con la idea de asentarse y cuidar de su nueva familia mientras su obra seguía viajando con exhibiciones en Londres, Bruselas e incluso Nueva York.

GUERRA En julio de 1870 Francia entró en guerra con Prusia y Renoir, como muchos otros artistas, fue destinado a las tropas, en su caso, a la caballería de Burdeos donde, más que combatir, se dedicó a enseñar pintura a la hija del capitán, hasta que en 1871, gravemente enfermo, fue enviado de vuelta a su suburbio de París. De regreso a casa, se enteró de la muerte de su querido amigo y pintor Frédéric Bazille, quedando sumido en una de sus etapas más tristes y oscuras. Más tarde serían sus hijos Pierre y Jean los que tendrían que participar en la Primera Guerra Mundial resultando ambos heridos y regresando al hogar.

HiJOS  Su primer descendiente, Pierre, llegó en 1885 en una de las mejores etapas de la vida y obra de Renoir. Cuentan que el pintor quiso que un médico asistiera el parto y que a pesar de tener dinero, ambos prefirieron que el pago se hiciera mediante obra del artista, que finalmente pintó flores en las paredes de la casa del doctor. En 1894 llegó Jean, el segundo hijo de Renoir y Aline (consultar la J), que con el tiempo se convertiría en un prestigioso director de cine en su momento incomprendido, y hoy clave para el cine francés. Finalmente, en 1901 nació Claude, el tercer y último hijo del pintor.

iMPRESiONiSMO Fue el cuadro “Impresión, sol naciente” (1872-73), de Claude Monet, el que dio lugar al nombre de la famosa corriente pictórica, gracia al rechazo que aquella obra produjo en un crítico. Aquel desprecio arrancó una nueva escuela en la que la luz y el instante importaban más que las formas, pues de lo que se trataba era de trasladar al lienzo la impresión visual de cada artista, con su personalidad y subjetividad sobre del modelo, paisaje u objeto que querían retratar, prestando especial atención a la luz que lo envolvía.

JEAN RENOiR El segundo hijo de Renoir y famoso director de cine francés, Jean Renoir (1894-1979), que de niño posaba para su padre, acabó casándose con una de sus modelos, Catherine Hessling, que luego participaría -al igual que su hermano mayor Pierre Renoir-, en sus primeras películas. Jean llegó a vender algunos de los lienzos que había heredado de su padre para financiar su segundo largometraje, “Nana” (1926), para muchos su ópera prima. Con el tiempo llegarían “Una partida de campo” (1936), un hermoso homenaje a su padre; “La Gran Ilusión” (1937), una crítica antibelicista clave en el cine francés; y “La Regla del Juego” (1939), una denuncia de la hipocresía de la sociedad.

¿KiTSCH? Si la posteridad ha hecho de Renoir uno de los pintores más significativos del impresionismo, es importante recordar que, con apenas 40 años, el artista volvió la espalda a esa corriente en 1880 para buscar un estilo propio que generó reacciones contradictorias. Mientras unos quedaron fascinados por sus coloridos desnudos de mujeres entradas en carnes, otros se escandalizaron ante sus retratos “kitsch” de exuberantes cuerpos que recordaban a las ninfas de la Antigüedad. En la actualidad, sus detractores, encabezados por Max Geller, líder del movimiento “Renoir sucks at painting” (“Renoir apesta pintando”), utilizan las redes sociales para mostrar su descontento ante el “terrorismo estético” ejercido por el “sobrevalorado” pintor galo, subiendo fotos de personas con muecas de desaprobación y exasperación ante los cuadros de Renoir.

LiMOGES En la localidad francesa de Limoges, famosa por sus porcelanas, nació Pierre-Auguste Renoir (retratado aquí) el 25 de febrero de 1841. De padre sastre, Léonard Renoir, y madre costurera, Marguerite Merlet, al pequeño no le faltó traje que echarse a los hombros. En 1844, en busca de un futuro mejor, la familia se trasladó a París donde Renoir se empapó del arte del Louvre y del viejo París, cuyas callejuelas, arquitectura y orillas del Sena plasmaría en su obra.

MONTMARTRE En 1873, tras la primera exposición de los impresionistas, Renoir eligió mudarse al castizo barrio parisino de Montmartre, que en apenas unos meses se convirtió en el centro de reunión de los impresionistas y de la bohemia parisina del siglo XIX. Ante Renoir se abrieron nuevos mundos que le llenaron la cabeza de ideas y paisajes diferentes y recurrentes como el restaurante Moulin de la Galette que reflejaría en algunas de sus obras; amistades; mujeres; y sobre todo sus primeras grandes ventas, con clientes como Paul Durand, que se erigió a duras penas como el marchante de los impresionistas, Victor Chocquet, un funcionario de aduanas y gran coleccionista, o el diplomático, amigo y mecenas, Paul Bérard, que con sus aportaciones permitió al artista vivir una de sus épocas más alegres.

NEUMONíA Después de dar una última pincelada a una naturaleza muerta, Renoir falleció a causa de una neumonía el 03 de diciembre de 1919. En sus últimos años de vida, a pesar de las dolencias respiratorias, parálisis faciales, migrañas, artritis y reumatismo, que conllevaba la enfermedad, dicen que el artista siempre mantuvo una alegría por vivir hasta el final.

OLiVAR Buscando las condiciones climáticas adecuadas para su ya complicada salud, Renoir llegó en 1903 a Cagnes-sur-Mer, donde adquirió en 1908 el Domaine des Collettes, una finca al este de la ciudad que albergaba olivos centenarios abandonados y a punto de morir. Allí estuvo el pintor y su familia hasta el final de sus días en 1919. Fueron 11 años rodeado de la belleza que tanto defendía. Y en 1960 la ciudad de Cagnes-sur-Mer adquirió el terreno para transformarlo en su museo.

PORCELANA Dicen que fue en un taller de pintura de porcelana de París donde Renoir le cogió el gusto al arte. De pequeño ya había dado pistas de su vena artística gracias a un trozo de carbón con el que no dejaba pared a salvo. Luego llegó el solfeo, pero fue estudiando el adorno en porcelana cuando un compañero le permitió probar por primera vez el óleo. Aquel material prestado dio lugar a una obra de una calidad increíble para su edad, por lo que compañeros y superiores convencieron a sus reticentes padres de que el muchacho apuntaba maneras y el pequeño empezó a estudiar pintura.

RETRATOS Muchos han dicho de él que fue el pintor de las mujeres. En sus retratos dejó fiel reflejo de una sociedad francesa alegre y feliz, cotidiana y espontánea, que olvidada preocupaciones para dar paso al lado más dulce de la vida. De hecho este afán de pintar más el cuerpo humano que los paisajes fue uno de los elementos más diferenciadores de Renoir con respecto a otros compañeros impresionistas, igual que su querencia por el interior en lugar de la pintura al aire libre. Sus retratos fueron mostrando su propia vida: pasó de pintar a amigos, musas y amantes, a inmortalizar a su mujer, a sus hijos y a algún que otro mecenas.

SALÓN OFiCiAL DE PARíS Organizado anualmente por la Academia de Bellas Artes de París (entre 1748 y 1890), el Salón Oficial de París fue el tormento de muchos de los artistas de la época y por supuesto de Renoir. En efecto, el jurado del reconocido acontecimiento artístico, demasiado conservador, no sabía ver las nuevas corrientes que se abrían paso, y siempre dejaba fuera a los nuevos pintores. Pero, en el caso de Renoir y de sus compañeros impresionistas, el rechazo sistemático de sus obras se convirtió en un todo un escándalo social y, para intentar calmar los ánimos y defender el perfil democrático del arte, Napoleón III decidió abrir el Salón de los Rechazados. Fue en aquel salón paralelo donde nacieron las vanguardias y donde los artistas vieron que podían montárselo por su cuenta como Renoir, Pisarro y Monet, quienes crearon la Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores, aportando cada miembro un 10% de sus ventas e inaugurando en 1874 la Primera exposición impresionista en el antiguo taller parisino del fotógrafo Nadar. Aunque la exposición fue duramente criticada por los expertos europeos y americanos, consiguió ser la llamada de atención necesaria de un grupo de jóvenes artistas con ganas de dar a conocer su obra al mundo.

TRÉHOT Lise Tréhot (1848-1922) fue la primera musa del pintor galo. Canon de belleza para Renoir, ocupó muchos de sus lienzos entre 1865 y 1872, año en que la joven se casó con un arquitecto y abandonó su faceta de modelo. En todas sus obras con ella como protagonista, Renoir hizo un gran trabajo previo de puesta en escena, creando atuendos y decorados únicos, que dotaban a su obra de una teatralidad nada habitual y que para muchos alejaban a Renoir del impresionista perfecto.

“UNA CiERTA MiRADA” En 2012, la película o biopic “Renoir”, de Gilles Bourdos, fue presentada en la sección “Una Cierta Mirada” del Festival de Cannes. Todas las pinturas que aparecen en la cinta, fueron realizadas por Ribes Guy, un famoso falsificador que imitaba el estilo de los grandes maestros de la pintura como Chagall, Picasso o Matisse, y con el que el director de cine francés había entrado en contacto en 2004 después de que el artista imitador cumpliera una condena de 3 años de cárcel.

VOLUMEN El hijo del pintor, Jean Renoir, llegó a decir de su padre: “Miraba las flores, las mujeres y las nubes del cielo como otros tocan y acarician”. Y son precisamente esas pinceladas en forma de caricias las que diferencian el impresionismo de Renoir. El volumen, la sensación táctil, la materia y las texturas hacen de él el perfecto retratista de la intimidad en todas sus facetas, desde las más ocultas como la erótica o amorosa, a las más sociales como la amistosa o familiar.

WASHiNTON POST El documental “Renoir: Admirado y denigrado” (2016), de Phil Grabsky, basado en las 181 obras de la Fundación Barnes de Filadelfia, propone un original recorrido por la colección, de la mano de académicos y artistas de renombre internacional e incluye entrevistas a los principales críticos de arte del New York Times y del Washintong Post. En la cinta, ntre otras cosas, se analiza el rumbo que tomó la obra del pintor francés a partir de su ruptura en su estilo, y se genera una nueva mirada alrededor del pintor al destapar el rechazo de Renoir al Impresionismo.

X Una vez le preguntaron al genial pintor Pierre Auguste Renoir como conseguía darle un tinte tan delicado y sugerente a sus desnudos, el pintor contestó: “Yo no hago más que pintar, pintar y seguir pintando, hasta que tengo ganas de pellizcar... el lienzo. Entonces sé que ya está bien”.

                                                 (De Lidia Martín, el 18 de octubre de 2016)

Referencias útiles:
RENOiR: iNTiMiDAD

¿CUÁNDO? Del Martes 18 de octubre de 2016 al Domingo 22 de enero de 2017, de Martes a Domingo, de 10h a 19h; y los Sábados hasta las 21h.

¿QUÉ? Frente a la concepción habitual que reduce el impresionismo a la “pura visualidad”, la exposición “Renoir: intimidad”, comisariada por Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen y con el mecenazgo de Japan Tobacco International (JTI), destaca el papel central que ocupan las sensaciones táctiles en los lienzos de Pierre-Auguste Renoir, y que pueden percibirse en las distintas etapas de su trayectoria y en una amplia variedad de géneros, tanto en escenas de grupo, retratos y desnudos como en naturalezas muertas y paisajes. Un recorrido por más de 70 obras del artista francés, procedentes de museos y colecciones de todo el mundo, que permite descubrir cómo se servía de las sugerencias táctiles de volumen, materia o texturas para plasmar la intimidad en sus diversas formas”.

¿DÓNDE? En el Museo Thyssen-Bornemisza (en la ilustración)
Paseo del Prado, 8
28014 Madrid
902 760 511
M Banco de España

¿CUÁNTO?
- Entrada general: 12 euros;
- Grupos (de 7 o más personas): 10 euros;
- Entrada reducida: 8 euros;
- Entrada gratuita: Menores de 12 años y desempleados.

Para saber más de la muestra, conéctate a la web del MUSEO THYSSEN (también en Facebook y Twitter).

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