En abril de 1995, Claudio Pérez, fotógrafo, y Raúl Manrique, profesor de dibujo (retratado aquí), hambrientos de cultura y ansiosos por compartir sus inquietudes, abrieron las puertas del Centro de Arte Moderno, un espacio de financiación privada en la ciudad argentina de Quilmes, al sudeste de Buenos Aires, donde mover y remover la palabra de sus queridos libros y autores. Su primer acto fue un diálogo con el escritor Adolfo Bioy Casares, un sueño para 2 jóvenes que frecuentaban a dramaturgos, leían con obsesión y trataron incluso con Borges. En 2003, deseosos de difundir más allá del charco lo que hacían, cogieron las maletas y se trajeron su vida y obras a Madrid para abrir una segunda sede que con el tiempo sería la principal. Y 7 años después, comidos por una colección espontánea de objetos y recuerdos de sus amigos literatos, nació el Museo del Escritor, envuelto de palabra.

   Libros, libros y más libros, así era la vida de Manrique y Pérez, en una relación constante con escritores e intelectuales que les llevó a ir acumulando recuerdos y objetos que decidieron mostrar en unas vitrinas en las que hoy apenas cabe una pequeña representación de las más de 5.000 piezas de 150 escritores de 19 países, todos con un denominador común, habernos hecho soñar a través de la palabra en español. Huelga decir que en el Centro, que acoge el Museo y las oficinas Del Centro Editores (que publica libros artesanos de tiradas limitadas, firmadas y numeradas o textos recuperados de Borges o Cortázar), se respira tinta y papel.

   Por si esto fuera poco, el Museo también alberga el archivo del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (1909-1994), con todo lo que le perteneció durante su estancia en Madrid de 1975 hasta su muerte, desde la cama a la biblioteca personal, pasando por su correspondencia, que donó su viuda sabiendo que quedaba en buenas manos. Pero la intención de Raúl y Claudio nada tiene que ver con el fetichismo o la mitomanía, para los dos amantes de las palabras cada una de estas piezas cuenta una historia y nos muestra la humanidad de los escritores sumándoles anécdotas, problemas, vicios y alegrías que ayudan a mantener viva su memoria en unos casos y a conocerlos un poco mejor en otros.

   Donados en su gran mayoría por familiares y amigos, estos objetos que Manrique y Pérez han bautizado como “afectivos”, cuentan increíbles historias, como la entrañable de Antonio Gamoneda, que cedió a este museo su ejemplar de Otra más alta vida, un poemario que escribió su padre en 1919 y que, según cuenta, era el único libro que había en su casa. Su madre ya viuda, se lo entregó para que aprendiera a leer como pudo, pues la guerra del 36 le impedía ir a la escuela, y lo hizo persiguiendo a unos y a otros para traducir el significado de aquellas letras. Objetos sin duda de valor incalculable, pero no porque en lo material puedan alcanzar grandes cifras, sino por la dificultad de poder ponerle precio a piezas de este tipo, pues una corbata nada vale, pero si es con la que se casó Max Aub y entregada de manos de su hija, dependerá del valor que cada uno le quiera conceder.

   Estas piezas también les han permitido escuchar y vivir muchos otros grandes momentos, como los 3 días que pasó un colombiano recorriendo con minuciosidad y emoción todo el archivo Onetti; o el shock de una joven que, ferviente seguidora también del escritor uruguayo, se quedó muda al encontrar, sentada en el banco de la acera del museo, a la viuda del autor.

   Entre sus últimas incorporaciones, se encuentran recuerdos e historias de Gabriel García Márquez, Jorge Hernández, José Luis Sampedro y Federico García Lorca, del que han heredado una copa de la vajilla que solía usar su familia durante su estancia estival en el hotel España Lanjarón). En cuanto a Mario Vargas Llosa, era una de sus asignaturas pendientes, y ahora pueden presumir de una carta original de 1972, que acompañaba un artículo, en la que explicaba que, consciente de las dificultades económicas del rotativo, no cobraba por sus servicios, pero pedía que le fuera enviado un ejemplar al ser publicado.

   Sin duda un suceso que concede una nueva mirada al escritor, al igual que las curiosidades y detalles que envuelven la pitillera de Miguel Delibes, la cajetilla de cigarrillos que dejó abierta Goytisolo el día de su muerte o el abrebotellas con el que sin duda celebró más de una alegría Ramón Gómez de la Serna.

PD (nº1): El próximo Viernes 16 de septiembre de 2016, a partir de las 20h, el Centro de Arte Moderno cumplirá su 13º aniversario de su apertura en Madrid. ¡Ven a celebrarlo con Claudio y Raúl!

                                 (De Lidia Martín, el 12 de septiembre de 2016)

Referencias útiles:
MUSEO DEL ESCRiTOR
En el Centro de Arte Moderno (en la ilustración)
Calle de Galileo, 52
28015 Madrid
M Quevedo / Islas Filipinas / Argüelles
914 298 363
PD (nº2): La exposición permanente del Museo del Escritor siempre muestra al menos 1 objeto de cada uno de los escritores que forman la colección, y suelen organizar exposiciones temáticas sacando parte de sus fondos.

Horario:
- De Lunes a Viernes: de 10h a 14h y de 17h a 21h;
- Los Sábados: de 10h a 14h.

Para seguir los pasos literarios del MUSEO DEL ESCRiTOR, conéctate a la web del CENTRO DE ARTE MODERNO (también en Facebook y Twitter).

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