“¿Qué hay mejor que sentarse al final del día y beber vino con amigos, o un sustituto de amigos?” se preguntó un día el escritor dublinés James Joyce, y continúa preguntándoselo hoy mucha gente como Víctor Manuel Abengozar (retratado aquí), un madrileño con apellido de regusto vasco-árabe, dueño y señor de Café di Vino, la tienda de degustación y venta de vino y café de Malasaña.

   Una puerta de portal roja, flanqueada por 2 palés del mismo color anticipando el contenido del local, nos invita a entrar para descubrir el mundo tanino y cafeinado que Víctor ha creado en torno a sus dos mayores placeres. El pasado de este hombre tranquilo se envuelve en polvo, arena, grava, maquinaria pesada, cemento, hormigón y todas esas cosas que dirige y coordina como un maestro de ceremonias la figura del Jefe de obra. Durante más de 2 décadas, nuestro sibarita de los caldos y los granos de café se levantaba por la mañana para acudir a su puesto de trabajo en una empresa de construcción de gasoductos hasta que la crisis, esa intrusa que vino hace unos años a España para ocupar titulares y desocupar empleos, hizo que Víctor recibiese antes de tiempo la carta de despido. De repente, a los 47 años, tenía una indemnización, tiempo libre a borbotones y ofertas de trabajo mal remuneradas a disposición. Desestimó las ofertas, aprovechó todo lo que pudo el tiempo, y con la indemnización, decidió crearse un negocio a medida.

   Como a lo largo de su vida había cultivado el paladar a base de visitar bodegas, catar uvas en estado líquido y disfrutar de todas las sobremesas posibles, parir Café di Vino fue una evolución lógica y cabal de su pasión. Víctor empezó a buscar un local en el barrio de Salamanca, pero el precio de los locales le hizo cambiar de destino final, y en marzo de 2014, Café di Vino abrió sus puertas en Malasaña con una apuesta selectiva de vinos y cafés que, con el paso del tiempo, el propietario ha ido adecuando a la demanda del barrio. En efecto, si Malasaña vibra de actividad y cultura, de bares y ocio, parece que sus habitantes no están aún preparados para soltar guitas elevadas por un buen caldo. Entonces, cuando Víctor entendió que no vendería sus exquisitos y caros zumos tan fácilmente, tiró de conocimiento y alternativas para conseguir nutrir sus estanterías de vinos más económicos pero igual de perfectos. Y para hacer algo así… ¡hay que saber mucho! Y Víctor sabe, y sus clientes lo saben.

   Entre los asiduos, Víctor se ha ganado el respeto porque escucha, pregunta, piensa y recomienda convencido de que va a acertar. Por su boca, han pasado más de un tercio de las 72.000 marcas de vino que -asegura- hay en España, y eso, da caché. Pero Víctor no solo ha probado mucho vino, ha hecho lo propio con el café. La variedad de granos que oferta en su tienda, aunque sean de diferentes partes del mundo, proceden de Inglaterra donde está el mayor mercado internacional de café. Un distribuidor de confianza selecciona el producto en el país de la Reina Madre, lo importa a Madrid, y Víctor lo tuesta en su tienda porque “no es que sea importante que el café esté recién tostado, es fundamental”, tanto como lo es la manera de molerlo. De hecho, la inversión más costosa de todo el local no fue el mobiliario (ideado y realizado por su dueño a base de reciclar palés), sino el molinillo porque la manera en la que se muele el grano determinará su sabor : a todos nos gusta cuando “el café huele a cielo recién molido”.

   En cuanto a sus ahora famosas catas, el boca a boca ha hecho que se conozcan hasta en Manchester desde que un día una enfermera de dicha ciudad se dejó caer por el local, y ahora, de tanto en tanto, al mismo llegan grupos de ingleses deseosos de llevarse a casa, además de los recuerdos típicos de Madrid, la experiencia gustativa que disfrutó en Malasaña su compatriota.

   Entonces, si quieres que un alquimista te deslumbre con sabrosas mezclas de café o que te descubra los secretos de vinos difíciles de encontrar juntos en un mismo local, ¡bienvenid@ a Café di Vino! donde podrás degustar los conocimientos de Víctor descorchando una botella, tomando un café o sencillamente charlando entre sorbo y sorbo di-vinos...

PD (nº1) secreta: A Víctor le gusta el café solo y sin azúcar en invierno, y con hielo (hecho de café) y sin limón en verano. Y el vino le gusta en compañía y pesca con mosca cuando tiene la oportunidad.

PD (nº2) aclaratoria: Al lado del mostrador Víctor tiene enmarcada la reseña que un crítico anónimo de la guía Repsol escribió. Si, por casualidad, es usted el crítico y está leyendo este post por favor vaya a ver a Víctor que está deseando ponerle cara y quizás una copita de un caldo superior.

                                                     (De Noemí Z., el 02 de marzo de 2016)

Referencias útiles:
CAFÉ Di ViNO
Calle de Manuela Malasaña, 23
28004 Madrid
914 464 950
M Tribunal

Horario:
- Los lunes: de 17h30 a 21h30.
- De Martes a Sábado: de 12h a 14h30 y de 17h30 a 21h30.

Catas: Cada cata dura aproximadamente 2 horas, cuesta entre 20 y 30 euros, y se prueban mínimo 3 vinos maridados con comida.

Para seguir los sabrosos pasos de CAFÉ Di ViNO, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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