Si este verano en la playa o la piscina hubiéramos visto a una mujer con pelos en las piernas, seguro que muchos la habrían mirado con disgusto... igual que cuando Julia Roberts se plantó en la alfombra roja con las axilas sin depilar. Más allá de una moda estética, la ausencia de pelo en el cuerpo es una convención social, sobre todo con las mujeres, y cada vez más, con los hombres, que nos viene de lejos. Crónica sentimental (peluda) de una práctica milenaria.

   La primera referencia a la depilación de la Historia se encuentra en el papiro de Eber, de 1.500 a.C. Por lo que se ve, los egipcios se quitaban el vello de todo el cuerpo no solo por estética, sino también como símbolo de pureza. Fue algo que los sacerdotes hacían para poder entrar a los templos, y que después se extendió al resto de la población. Las mujeres se quitaban el pelo con cuchillas, fabricadas con conchas de tortuga, pero también existían otros instrumentos parecidos a las pinzas, y una fórmula muy similar a la cera, basada en un preparado de agua, azúcar y zumo de limón (lo que hoy se ofrece en algunos centros de estética con el nombre de “sugaring”).

   Esa “cera” de azúcar y otros ungüentos, hechos con sangre de animales y minerales, se siguieron utilizando en la Antigua Grecia, pero conviviendo con otros métodos más agresivos como el raspado con piedra pómez o las velas. Las cortesanas utilizaban una crema depilatoria, que se preparaba con tierra de Chipre y vinagre ya que el ideal de belleza ya era el de un cuerpo depilado, incluido el pubis (femenino), según las muestras que ha dejado el arte de la época.

   Las romanas también se quitaban el vello de la zona genital en cuanto aparecía como ritual de belleza inevitable. Había todo tipo de instrumentos y fórmulas depilatorias, y en los baños públicos, se reservaban zonas concretas a esa práctica, como hoy en cualquier centro de belleza. De la depilación se ocupaban los esclavos (porque lo de quitarse los pelos ha dado pereza desde siempre...).

   Según la Sunnah (la segunda fuente del Islam después del Corán), los hombres y mujeres musulmanes tienen que depilarse la zona del pubis y las axilas, pero curiosamente ellas no pueden retocarse las cejas. En los hamman del imperio otomano, también había zonas reservadas a la depilación. En la actualidad, las mujeres musulmanas, pero también las hindúes y las judías, siguen utilizando la ancestral técnica de la depilación con hilo, que con el tiempo se ha puesto de moda en Occidente, y que hoy se practica en los centros de estética de todo el mundo, porque retira el vello de raíz y (supuestamente) hace menos daño que otras técnicas.

   En la Edad Media, la depilación pasó a ser poco a poco “cosa de mujeres” (porque ellos estaban muy ocupados dedicándose a las guerras). Se utilizaba una mezcla de arsénico y cal viva para destruir los bulbos pilosos con agujas calentadas al rojo vivo (que, así de pronto, pone los pelos (si te quedan) de punta solo de pensarlo), ya que la iglesia católica consideraba que una mujer con mucho vello en el cuerpo era un poco “diabólica”...

   Con el Renacimiento, llegó la moda entre las damas de depilarse las cejas y ensanchar la frente, una costumbre que se debe a la reina Isabel de Inglaterra (1533-1603). Una extraña tendencia, impuesta por la última de los Tudor, que padecía una enfermedad llamada alopecia frontal fibrosante, y por respecto, las damas de la corte comenzaron a imitarla. Además, si contemplamos el arte de la época renacentista, podemos comprobar que desde las “Tres Gracias”, de Rubens al “Nacimiento de Venus” de Boticcelli, no hay vello en la zona púbica.

   Después de siglos de instrumentos casi de tortura, en el año 1762, el barbero francés Jacques Perret inventó la primera maquinilla de afeitar con un borde de metal sobre la cuchilla para prevenir los cortes. Peto la verdadera revolución llegó en 1903 cuando King Gillette inventó la maquinilla con hojas intercambiables. Para entonces la depilación había caído un poco en desuso en el siglo XIX, posiblemente motivada por la moral puritana de la época, cuya moda tapaba de nuevo piernas y brazos. El único vello del cuerpo que estaba bien visto retirarse era el del rostro, lo que se hacía con cera natural y con una mezcla altamente tóxica, que llevaba arsénico.

   Pero ya se sabe que la moda es moda porque cambia. Y a principios del siglo XX, hubo que dar la vuelta a la tortilla depilatoria. Se recuerda especialmente un anuncio, publicado en 1915 en la prestigiosa revista Harper’s Bazaar, en la que aparecía la ilustración de una joven con los brazos al aire y destapados, y con el lema “La moda para el verano y el baile moderno se combinan para hacer necesaria la eliminación del molesto vello”. Al mismo tiempo que las mangas y las faldas se acortaron, se popularizó la cera, y hubo de nuevo que hacer desaparecer los pelos... con excepciones...

   El pubis volvió a cubrirse de vello, con un componente de marcado carácter sexual. Al parecer, a los hombres les agradaba más de esa manera, y esa zona continuó así de poblada hasta que en los 90 llegaron primero las ingles brasileñas, y después, la depilación integral, tendencia en la que estamos hoy, con no pocos detractores entre la comunidad científica.

   Pero volviendo a la historia sin pelos en la lengua, en 1931 se inventó la primera maquinilla de afeitar eléctrica Jacob Schick, lo que facilitó sobre todo la vida de los hombres. Veinte años más tarde, las más atrevidas se lanzaban a la depilación eléctrica, un método doloroso y muy laborioso, que iba quemando el folículo piloso uno a uno. Y en los 90, llegó el láser, de la mano de dos doctores, Anderson y Grossman. Un descubrimiento que revolucionó la industria del depilado.

   Finalmente, la tendencia en este siglo XXI no solo “impone” la depilación integral a las mujeres, sino que los hombres se han apuntado al bombardeo depilatorio. Lo que antes solo era cosa de determinados deportistas (natación o ciclismo, en particular), es un canon de belleza. Pero ellos se inclinan más por cuchillas y cremas depilatorias que por otros métodos como láser y ceras, más dolorosos. Será que no tienen ni un pelo de tontos...

                                      (De Abigail Campos, el 09 de septiembre de 2015)

Referencias útiles:
¿DÓNDE DEPiLARSE EN MADRiD?

Petit selección totalmente subjetiva:
(1) Con cera
- En The Lab Room (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Claudio Coello, 13 bis
28001 Madrid
914 312 198
M Retiro
Horario: los Lunes, de 12h a 20h; y de Martes a Sábado, de 11h a 20h.

- En Le Petit Salon (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Calle de Almagro, 13
28010 Madrid
913 196 751
M Alonso Martínez
Horario: de Lunes a Viernes, de 10h30 a 20h30.

(2) Con luz pulsada
- En Maribel Yébenes (también en Facebook y Twitter) (ver la ilustración)
Paseo de la Habana, 14
28036 Madrid
914 117 404
M Santiago Bernabéu
Horario: de Lunes a Jueves, de 10h30 a 20h30; y los Viernes, de 10h30 a 19h30.

(3) Con hilo
- En Sundara (también en Facebook y Twitter) (en la ilustración)
Calle de General Pardiñas, 27
28001 Madrid
914 354 494
M Goya
Horario: de Lunes a Viernes, de 10h30 a 20h; y los Sábados, de 11h a 20h.

PD: ¡No te pierdas la "Ilustración contra la depilación" by Rocío Salazar (también en Facebook), perteneciente a la serie de viñetas "¿Y si no me depilo más?", ¡una buena opción!

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