La primera vez que Pedro, un getafense de 17 años (sentado en el centro de la ilustración), entró en la tienda de instrumentos vintage Headbanger Rare Guitars, fue directo a la joya de la corona, una Gibson del 55 de 18.000 euros que había pertenecido al guitarrista de jazz norteamericano Kenny Burrell. Al ver el precio, al adolescente le temblaron las manos, pero un gesto de consentimiento de Israel Domínguez, dueño de la tienda (de pie, a la derecha), le hizo empezar a trastear, y ahí, el que tembló fue él. Aquel chaval con pintas de rapero tocaba jazz como un demonio. El joven empezó a visitar el local para practicar, y de paso, confesar sus sueños: quería ser guitarrista profesional, y para lograrlo, iba a probar suerte con una beca que cubriría la mitad de un curso en la Escuela de Música Creativa. Para el examen, los chicos de Headbanger le prestaron una guitarra con la que tocó solo 3 minutos. ¡No hizo falta más! Le concedieron la subvención, pero su familia no podía asumir el resto. Su historia es la de muchos otros genios sin recursos, pero afortunadamente Pedro se cruzó con otros apasionados de las cuerdas a los que sorprendió tanto como para liar a Amaral (de pie en la ilustración), Xoel López (a su lado), Leiva (sentado a la izquierda) y El Twanguero (sentado a la derecha), para reunir el dinero que le falta. Si tocando podían ayudar, ¡qué mejor manera de apoyarle que haciéndose oír!

   La música siempre estuvo en la vida de Pedro, en las sesiones discográficas familiares de domingo, en las canciones de una radio, que apenas se apagaba, y sobre todo, en una vieja guitarra desvencijada que, siendo aún niño, le llamó poderosamente la atención. Un buen día, cuando por fin pudo sostenerla, rasgó las dos únicas cuerdas que quedaban, y se enamoró sin remedio. Desde entonces, solo ha tenido oídos para este instrumento, y a pesar de empezar a estudiar piano en el conservatorio, a regañadientes, y demostrar un talento fuera de lo normal, lo que ocupaba su cabecita eran mástiles y trastes, y después de mucho insistir, consiguió con 11 años que su padre le comprara una acústica y unos cuantos libros que devoró.

   Al cumplir los 13, Pedro se sabía todos los movimientos de Hendrix, y se dio cuenta de que la música que le interesaba no tenía nada que ver con la que escuchaban sus amigos. Su cabeza se llenó de blues y rockabilly, sobre todo de las canciones de Stray Cats, a los que llegó gracias al videojuego Guitar Hero. Pedro asumió que le gustaba lo antiguo, sobre todo la música de los años 40 y 50, con sus idolatrados guitarristas Charlie Christian y Wes Montgomery. Aguantó que le llamaran friki por preferir a John Cochran antes que a Elvis, e intentó en vano contagiar a sus colegas de aquel subgénero del country, llamado western swing, que a él le hacía enloquecer.

   Un verano, siguiendo los pasos de su padre, de profesión paparazzi, Pedro acabó en un local de Zahara de los Atunes, donde aquella noche actuaba el showman Manuel Tallafé. Poco antes de empezar, el actor preguntó si alguien podía afinar su ukelele, y claro está, Pedro acabó dándole a esas cuerdas. Para coger el tono, el jovencito se arrancó con el tema “Johnny B. Goode” de Chuck Berry, y ya no hubo marcha atrás. Se convirtió en la compañía musical de Tallafé que cantando a Bambino le fue presentando a músicos con los que, poco a poco, Pedro fue compartiendo trucos y escenario estival, desde Toni Zenet al guitarrista de jazz y flamenco Tito Alcedo, pasando por Wyoming en su faceta musical, el mítico Javier Krahe, los chicos de O’funk’illo, el guitarrista brasileño Jayme Marques Trío, que introdujo la bossa nova en Europa, o el trompetista cubano-madrileño de jazz latino, Manuel Machado, que le pasaba apuntes y deberes para practicar.

   Pedro se estudió las actuaciones de George Benson y John Scofield, puso banda sonora a sus días con la trompeta de Miles Davis y el saxo de John Coltrane, y al cumplir los 15 años, tomó una decisión, quería hacer jazz y fusión. Al año siguiente, cambió piano por guitarra clásica en el conservatorio, y con una familia tocada por la crisis, se enfrentó a seguir aprendiendo como pudo. Autodidacta, estudió en internet, pidió prestado el móvil a amigos para ver conciertos de jazz, y en clase, no paró de dar la chapa sobre el único estilo musical que le hacía disfrutar.

   Hoy, de entre todos los artistas que, al escuchar a Pedro y su historia, no dudaron en participar, el que más nervioso le pone es Diego García aka El Twanguero, uno de los mejores guitarristas del mundo que comparte gusto por aquel rockabilly, que inició al joven genio en todo esto. Y es curioso, porque en aquellos viajes al sur, con el coche cargado hasta arriba para pasar la temporada, mientras el padre se ganaba la vida, su gran compañero de viaje era el CD de Amaral, uno de los grupos favoritos de la madre, que ahora volverán a sonar, pero esta vez para que sea Pedro el que algún día pueda poner música a la vida de otros.  ¡Yeahhhhhh!

                                               (De Lidia Martín, el 26 de junio de 2015)

Referencias útiles:
SHOWCASE BENÉFiCO “MÚSiCA PARA MÚSiCOS”

¿CUÁNDO? (1) El Miércoles 01 de julio de 2015 y (2) el Jueves 02 de julio, entre 19h30 y 21h.

¿QUÉ? Showcase benéfico de:
(1) Amaral, El Twanguero y Franela.

(2) Leiva, Xoel López y Dinero. 

¿DÓNDE? En Headbanger Rare Guitars
Calle de la Palma, 73
28015 Madrid
910 248 959
M Plaza España / Noviciado / San Bernardo

¿CUÁNTO? 25 euros por showcase. Entradas a la venta en Headbanger Rare Guitars.
PD: Todo el dinero recaudado será destinado íntegramente a los estudios de Pedro González.

Para saberlo de MÚSiCA PARA MÚSiCOS, conéctate a la web de HEADBANGER RARE GUiTARS (también en Facebook y Twitter).

[Volver a Mi Petit Discoteca, Compromiso, Callejero o Blogosfera]