Una señora muy estupenda entra en la coqueta tienda, que está a punto de celebrar su primer año de vida. Sus ojos se fijan en un vestidito para bebés de terciopelo, sin mangas y corte trapecio. Extrañada, le pregunta a Pilar porqué aquel caramelito de tela tiene un precio tan ridículamente bajo. La dueña (junto con sus 3 hijas) de New Again le responde que, como prácticamente todo en la tienda, es de segunda mano. Inmediatamente después, sin pensarlo y casi sin despedirse, la señora cuelga el vestido, y sale de la tienda. Quizá si Pilar se hubiera inventado una historia rocambolesca, la clienta potencial habría decidido quedarse con la prenda… pero de segunda mano, eso ya no. Y es que esa altivez española tan nuestra tiene ciertos códigos arcaicos, que aún estamos en vías de superar.

   Seguramente aquella fina treintañera, que decidió no llevarse el vestido, no se dio cuenta de que entraba en una tienda de artículos de segunda mano para bebés, ya que New Again no respira ese tufo a ropa usada que (desgraciadamente) suelen tener otros establecimientos de ropa de segunda mano, claramente enfocadas a personas sin recursos; tampoco se alimenta del vintage tan de moda y asumido hoy en día como una tendencia de compra más. New Again es una tienda pequeña y cuidada en la que prácticamente nada nos haría pensar que sus prenditas han sido usadas. Su principal premisa a la hora de seleccionar la ropa que venderá es el estado en el que se encuentra, algo relativamente fácil cuando se trata de ropa de bebés. En muchos casos, la ropa tiene una única puesta; en otros, ¡ninguna!; y para la que llega a estar más usada, hay que recordar que quien lo ha llevado anteriormente ha sido un bebé, cuya actividad física permite que la ropa se mantenga prácticamente intacta.

   Hace varios años, Blanca, la hija mediana de Pilar, estuvo viviendo en Inglaterra, donde conoció a su -ahora ex- marido, y tuvo un hijo. Durante los primeros meses de vida de su bebé, Blanca descubrió las tiendas de segunda mano inglesas, muchas más instauradas y normalizadas en las tierras británicas que en las ibéricas, donde compró prácticamente toda la ropa y útiles en muy buen estado de su hijo. La vida la trajo de vuelta a Madrid, habló a sus hermanas, Paula (retratada aquí) y Julia, y a su madre, Pilar (retratada aquí), de este concepto de negocio; y las cuatro decidieron llevarlo a cabo en la Villa.

   Las féminas de la familia se pusieron manos a la obra. Encontraron una antigua lavandería del barrio de Lavapiés, y empezaron las obras sin saber que Pilar llevaría a cabo la casi totalidad de la reforma ya que sus 3 hijas encontraron trabajo enseguida. Y casi de la noche a la mañana, la matriarca se encontró al pie del cañón. Alejada del patrón de abuelita indefensa, Pilar es una mujer con porte intelectual, voz firme y con las ideas muy claras, que compagina su trabajo al frente de New Again con su profesión, la de traductora de inglés, un trabajo que fue menguando con la llegada de la crisis y que le resulta fácil de compaginar con la tienda. En cuanto a Blanca, se encarga de comprar la mayoría de la ropa en Inglaterra, adonde viaja periódicamente; Pilar de la compra a particulares españoles; Julia de la decoración del local; y Paula, de las redes sociales y la comunicación.

   Hace ya casi un año que New Again abrió sus puertas, y desde entonces, admiten, que la dificultad más grande que están encontrando es normalizar esta práctica en la mentalidad española de la clase media: “No tiene mucho sentido que una persona no tenga problemas en que una amiga o una prima le pase ropa, pero luego sientan reparos cuando compran ropa, que ha llevado otro bebé”, explica Paula, quien no entiende tanta reticencia. En New Again, la ropa oscila entre 1 y 18 euros, auténticas gangas, especialmente cuando muchas de ellas son primeras marcas con un aspecto impecable. Se puede encontrar carritos, cunas, cambiadores y juguetes con descuentos de más del 75% del precio original, y una pequeña vitrina con artículos de puericultura sin estrenar.

   De momento, la mayoría de su clientela es extranjera. Inglesas, holandesas, americanas... ciudadanas acostumbradas a los mercadillos de segunda mano y al reutilizar objetos y ropa a los que aún les quedan muchos años de vida: “Hay incluso una pareja encantadora de holandeses, que suelen venir cada mes a por algo para su hijo pequeño, porque aunque van a otras tiendas no encuentran nada que les guste tanto como lo que ven aquí. Son nuestros únicos fans”, dice entre risas Pilar. En New Again, los productos son únicos, y al no tener colecciones, cada vez van entrando cosas diferentes. El producto mayoritario es hasta los dos o tres años, ya que a partir de esas edades, la ropa se pone más veces y suele quedar más desgasta después del uso de los niños. 

   Pese a las reticencias, Pilar, Blanca, Julia y Paula siguen convencidas de que tarde o temprano los madrileños normalizaremos la segunda mano como opción válida y responsable: “Estamos seguras de que hay mucha gente que valora y le gusta este concepto, ya sólo falta que sepan que estamos aquí”.

PD: En ese afán por no desperdiciar nada y contribuir con el reciclaje de las materias, las chicas de New Again fabrican sus propios muñecos de trapo con la ropa que la gente les da pero que no está en perfecto estado para ser vendida. ¡Todo tiene derecho a una segunda oportunidad!

                                                  (De María Glück, el 26 de mayo de 2015)

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