Un caluroso día de julio de 1862, tres pequeñas hermanas, Lorina, Alice y Edith paseaban en barco por el Támesis, junto a dos amigos de su padre, el decano del Trinity College de Oxford. Las niñas, acaloradas y aburridas, le pidieron con insistencia a uno de ellos que les contara un cuento, y entonces, de la singular mente de uno de los 2, nacieron Las Aventuras de Alicia bajo Tierra, que más tarde, el 24 de mayo de 1865 para ser exactos, se publicarían con el famoso título de Alicia en el país de las Maravillas (ver ilustración). Aquel, de imaginación desbordante y lúcida inspiración, que paseaba en barco, era Lewis Carroll (retratado aquí), y la protagonista de su cuento y mediana de las hermanas, Alice Liddell, una pequeña de 10 años por la que el diácono anglicano, matemático y escritor británico siempre sintió una extraña y notable devoción.

   Este año, el mundo entero se vuelca en la celebración del 150º aniversario de la publicación de Alicia en el País de la Maravillas, uno de los cuentos más redondos, perfectos y oníricos de la literatura universal, que ha hecho soñar a generaciones y generaciones desde hace un siglo y medio.

   Reconozcámoslo, a todos nos encantaría saber que seremos recordados por las generaciones venideras. Los grandes artistas lo consiguen gracias a sus obras, y las musas quedan difuminadas en las obras de los genios, algunas con más o menos presencia. Alice Liddell ha pasado a la historia como una de las niñas más memorables e icónicas de la literatura inglesa. La dulce e inocente joven, que siguió a un conejo apresurado sin saber que viviría las más locas y desquiciantes aventuras en las que aprendería a ser firme y a tomar las riendas del escenario más estrafalario, no solo despertó en el adulto Carroll un amor y una fascinación, mal vistos por algunos juicios actuales, sino que inspiró toda una estética a numerosos músicos, cineastas y artistas posteriores.

   Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), nombre real de Lewis Carroll, conoció a la familia Liddell, cuando el padre entró a trabajar como deán en la Christ Church de Oxford, donde Carroll enseñaba matemáticas. Enseguida trabó amistad con las 3 hijas del decano, con las que le gustaba dar paseos mientras les contaba historias y las fotografiaba (un nuevo e incipiente arte al que se aficionó el escritor), al encontrar en las niñas una gran fuente de inspiración. Mucho se ha discutido últimamente sobre las inclinaciones pedófilas de Carroll, pero aunque su predilección por las niñas pequeñas es indiscutible (ha dejado constancia en diarios y cartas que disfrutaba de su compañía más que de la de ningún otro ser humano), no se ha demostrado nunca que abusase de ellas. Carroll era un hombre tímido y muy religioso. Probablemente su fuerte moral católica, su puritanismo y rectitud de actos le frenaron para realizar actos sexuales u obscenos con alguna de “sus pequeñas amigas”.

   En el caso de Alice Liddell, se sabe que Lewis Carroll llegó a sentir un amor mucho más profundo que hacia cualquier otra, e que incluso siguió manteniendo correspondencia con ella cuando se hizo adulta, algo que el escritor dejaba de hacer cuando sus amigas llegaban a la madurez. Estudios recientes defienden que Carroll llegó a pedir matrimonio a Alice cuando contaba con 13 años, lo que parece que fue la causa de la ruptura con la familia Liddell, aunque hay otras teorías que dicen que la ruptura se debe a que Carroll cortejaba a la institutriz. En cualquier caso, “aquellos fatales años” (según el propio Carroll) aparecen poco retratados en sus diarios, y la propia Alice nunca confirmó nada.

   Pero volvamos a aquel caluroso día de julio en el que Carroll imaginó la historia de una niña, que corría un montón de aventuras bajo tierra. Ese día, Alice quedó tan impactada por la historia, que le pidió que la escribiera y el entregado escritor se puso manos a la obra. En una noche, redactó e ilustró el primer manuscrito, al que tituló Las aventuras subterráneas de Alicia, y se lo regaló a la pequeña las navidades siguientes -realmente tardó algo más en escribirlo y mucho más en dibujarlo, pero durante esa noche en vela lo dejó prácticamente esbozado-.

   Tres años más tarde, Carroll se animó a publicarlo con un editor llamado, Macmillan, quien quedó entusiasmado con la obra, que Carroll había cambiado y revisado bastante como, entre otras cosas, el título. Y en 1865, el cuento salió a la venta con el nombre mundialmente conocido de Alicia en el País de las Maravillas con las ahora famosas ilustraciones de sir John Tenniel. Aquella onírica historia cosechó tantísimo éxito que, 6 años después, Carroll publicó su continuación, Alicia a través del espejo, un cuento dominado por el juego y las matemáticas, la verdadera profesión de Carroll.

   Pero ¿qué tiene ese pequeño cuento que ha creado tantísima admiración desde el día en que se creó hasta hoy día? Cuando se publicó en 1865, Inglaterra estaba sumida en plena era victoriana, donde el encorsetamiento, la rigidez y la represión emocional estaban al orden del día. En ese ambiente agobiante y oscuro, el personaje de Alicia surgió como la excusa perfecta para que los ingleses pudieran trasladarse y regodearse en otro mundo, un universo donde cabe la caricatura irónica, los cambios de humor, la emoción intensa, el seguir un impulso. La vida de la Alicia real, la que añora bajo tierra, es el mundo convencional, el mundo en el que se aburre, en cambio, el “país de las maravillas” es la realidad onírica donde nada es lo que parece.

   El lector inglés pudo reconocerse perfectamente en el cuento. Además de construir el personaje de Alicia como un clásico y reconocible modelo de niña hija del puritanismo, el libro contiene, magistralmente ironizados, todas las represiones irracionales, que les tocaban vivir. Como bien dice Jamie Ojeda, en el prólogo de la edición de Alianza editorial: “Alicia es el sueño de toda una cultura, el libre deambular de mecanismos dispersos de una ideología histórica, caracterizada por la autodisciplina y la represión de los instintos”.  Al final del cuento, cuando la protagonista se va a cenar, después de contarle su fabuloso sueño a su hermana mayor, ésta se queda un segundo transpuesta, y cree ver a todos los personajes sobre los que su hermana menor le ha hablado entusiasmada: “Y mientras continuaba así sentada con los ojos cerrados, casi creyó encontrarse realmente en ese país maravilloso, aunque sabía que con sólo abrirlos todo recobraría su insulsa realidad”.

   Finalmente, el estilo es muy fácil de leer, y la consecución de sus escenas muy rápida, quizá debido al amateurismo de Carroll como escritor. Las aventuras se suceden frenéticamente, y los personajes aparecen, con pocas pinceladas, pero con una profundidad psicológica loable. En cuanto al ingenio de Carroll, también se ve desplegado en su juego con el lenguaje. Juega con los sonidos, con los sinónimos y los antónimos, ramifica las palabras y sus significados, sin perder de vista en ningún momento el sentido de la narración.

   Alicia en el país de las Maravillas es una obra, que desconcierta y hace soñar, que se ha convertido en todo un clásico del mundo del subconsciente, y que hoy en día citan desde niños a filósofos y matemáticos. Y todo surgió un día de calor, cuando una niñita de diez años insistió para que le contaran un cuento.

PD (nº1) ilustrada: Aunque está claro que Alice Liddell fue la inspiración para crear el cuento, la Alicia que Tenniel dibujó dista mucho de aspecto al de la niña Liddell. ¿Por qué? Curiosamente, ueversitariacelebración del Ce vista alorden del d.  y de Mia Wasikowska en el de alicia.Carroll le entregó una fotografía de otra de sus amigas, llamada Mary Hilton Badcock, a la que, sin ninguna duda, se parece mucho la figura que ha pasado a la historia. Sin embargo, el dibujante lo negó afirmando que “su” Alicia no estaba inspirada en ninguna niña, y que era fruto exclusivo de su imaginación.

PD (nº2) universitaria: En 1932, durante la celebración del Centenario del nacimiento de Carroll, la Universidad de Columbia invitó a una octogenaria Alice Liddell para que acudiera a los actos conmemorativos. Allí conoció a Peter Llewelyn-Davis, el niño que inspiró al personaje de Peter Pan. En alguna ocasión, Alice Liddell reconoció que “estaba cansada de ser Alicia”.

PD (nº3) traidora: Los fans de Alicia no perdonan que Alice Liddell vendiera el manuscrito que Carroll le regaló en la navidad de 1862. Aunque Alice Liddell fue una dama de la alta sociedad, que nunca pasó penurias económicas, la muerte de su marido y el querer mantener el alto tren de vida al que estaba acostumbrada le llevó a tomar esa decisión en 1926. Se subastó en Sotheby's por una altísima cantidad de libras.

Real PD (nº4): Cuando la reina Victoria leyó Alicia en el País de las Maravillas, quedó tan encantada que hizo pedir todos los libros que había escrito Carroll. La pobre (es un decir) se debió de llevar un buen chasco, cuando le llegaron títulos como Syllabus de álgebra geométrica elemental, Euclides y su rivales modernos, Curiosa matemática...

PD (nº5) posmoderna: En cuanto al síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, también conocido como micropsia, designa a un trastorno neurológico, que afecta la percepción visual haciendo creer a las personas que los padecen (como -se rumorea- Lewis Carroll) que las cosas parezcan de una tamaño absurdo.

                                            (De María Glück, el 06 de abril de 2015)

Referencias útiles:
150º ANiVERSARiO DE ALiCiA EN EL PAíS DE LAS MARAViLLAS

(1) En Madrid
¿CUÁNDO? El Sábado 11 de abril de 2015, a las 12h.

¿QUÉ? Obra de teatro infantil “Soñando con Alicia en el País de las Maravillas”.

¿DÓNDE? En el Centro Cultural Buenavista
Avenida de los Toreros, 5
28028 Madrid
917 240 800
M Diego de León

¿CUÁNTO? Actividad gratuita.

(2) En Inglaterra
Para celebrar el 150º aniversario de Alicia, el servicio británico de correos Royal Mail ha encargado 10 sellos postales al ilustrador británico, Grahame Baker-Smith, que reproducen las escenas más míticas de las aventuras de Alicia (en la ilustración). Se pueden adquirir en cualquier oficina de correos británica.

(3) En el cine
En 2016, “Alice in Wonderland (2): Trough the Loooking Glass” volverá a contar con Johnny Deep en el papel del Sombrero Loco y de Mia Wasikowska en el de Alicia; en cambio, James Bobin sustituirá a Tim Burton en la dirección.

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