Corrían los primeros años 50 cuando un luthier llamado Clarence Leonidas Fender, conocido como Leo Fender, que había puesto en marcha una empresa de fabricación de instrumentos de música, decidió que también quería tocar el cielo… fabricando la guitarra perfecta. A partir de las sugerencias y peticiones de guitarristas profesionales, el que sería considerado, con el tiempo, como una de las figuras más importantes de la historia de la música del siglo XX, consiguió crear un modelo que cambiaría el rumbo del rock. Petit homenaje a la emblemática Fender Stratocaster, oh yeah!

   Como casi todos los guitarristas se quejaban de bordes afilados o posturas incómodas, Leo Fender rebajó la zona donde descansa el brazo, añadió otro corte por debajo del mástil para acceder mejor a las notas más altas y dotó de curvas el cuerpo de una guitarra que logró una comodidad desconocida hasta entonces, como si de un traje hecho a medida se tratara. Además, incorporó un trémolo -una palanca que variaba el tono y los efectos sin desafinar las cuerdas- que se convirtió en su orgullo y un clavijero cuya peculiar forma patentó.

   El primer prototipo salió en junio de 1954 y, unos meses más tarde, en octubre, se puso a la venta por apenas 250 dólares. Aunque la Stratocaster original siguió la estela de dos guitarras Fender anteriores, la Esquire, y la Telecaster, ella fue sin duda alguna la más imitada, deseada y tocada. De hecho, algunas marcas asiáticas nacieron con el único propósito de comercializar exclusivas copias que, en muchos casos, alcanzaban la perfección.

   Pero, más allá de dichas características técnicas, la Stratocaster fue, y aún sigue siendo, protagonista de algunos de los momentos más importantes de la historia del rock. Se dio a conocer al gran público gracias a Buddy Holly, durante su actuación, en el show televisivo de Ed Sullivan, en 1957. De ella, salió el riff más repetido de todos los tiempos, el de “Smoke on the Water”, de Deep Purple; y es imposible pensar en Jimi Hendrix sin una Strat entre sus manos. La usaba invertida, con el clavijero mirando al suelo, para sacar las notas con su mano zurda, con sus dientes, contra el pie de micro o hasta con el amplificador. Con ella, tocó ante miles de personas en Woodstock. Y también llegó a quemar 2 en sus conciertos dejando atónitos a público y compañeros: la primera, en marzo de 1967, en el Finsbury Astoria de Londres, que fue recuperada por el guitarrista Frank Zappa y subastada por 1 millón de dólares; y la segunda, apenas 3 meses después, en el Monterey International Pop Festival, con una de sus exhibiciones más recordadas a la que puso punto y final prendiendo fuego a su guitarra y rematándola contra el suelo. Y, décadas después, Kurt Cobain, en pleno Nirvana, también le cogería el gusto a hacer astillas de su Fender Stratocaster.

   No cabe duda de que sus repetidos sacrificios en el altar de la música ayudaron a convertir el modelo cincuentero en un icono musical y cultural, y elevaron el valor de algunas de sus piezas a cifras astronómicas, como la que perteneció a Eric Clapton, una Stratocaster negra de los 50 a la que llamaba cariñosamente Blackie, que -cuentan- nació como híbrido de las mejores piezas de otras 3 Strats del artista y que se subastó, en 2004, por 959.000 dólares. O la Strat de Bob Dylan, la guitarra con la que cambió su sonido, al electrificar por primera vez su característico folk, provocando una auténtica revolución e incluso la ira de algunos de sus seguidores. Aquella Stratocaster fue subastada en 2013 por 965.000 dólares por la hija del piloto en cuyo avión privado el músico había olvidado la guitarra así como las letras de 5 canciones que nadie, jamás, reclamó.

   Finalmente, la marca supo aprovechar aquellas espontáneas campañas de marketing sacando modelos como la Strat con el clavijero invertido al estilo Hendrix, la réplica de Blackie en honor a Eric Clapton, o la gama “Signature” gracias a grandes como Jeff Beck, Eric Johnson, John Mayer, Stevie Ray Vaughan o Dave Murray que también hicieron suya la mítica guitarra. Son las mil y una caras de un instrumento imprescindible ya que el rock no sería rock sin una Fender Stratocaster.

PD nº1: Desde principios de este año, para conmemorar el 60º aniversario de electrizante vida de la que, para muchos, es la mejor guitarra eléctrica del mundo, Fender lo está celebrando con una edición limitada de 1.954 ejemplares, que recrean la primera edición, con varios acabados, y que sólo estarán disponibles durante 2014.

PD nº2: A título indicativo: el modelo original de los años 50 que en su momento costaba 250 dólares (185 euros) puede alcanzar hoy en día los 40 mil dólares (30 mil euros). Las reediciones van desde la Squire Stratocaster por unos 450 euros a la Hevy Relic Stratocaster por 4.500 euros.

                                                               (De Lidia Martín, el 21 de junio de 2014)

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