Hoy habría cumplido 56 años. Una edad difícil de imaginar en un artista que parecía sufrir el síndrome de Peter Pan, que confesó 1 y 100 veces no haber tenido infancia y que, a medida que se hizo mayor, fue recuperando al niño que siempre quiso y no pudo ser. Michael Joseph Jackson (1958-2009) nos dejó hace un lustro y desde entonces los escándalos no han hecho más que aumentar. Su silencio ha sido roto por cientos de titulares, juicios, acusaciones e, incluso, intentos de suicidio por parte de su hija Paris y no deja de ser triste que hoy siga generando más ruido la carnaza de la prensa amarilla que algunas de sus canciones que cambiaron la Historia de la música.

   Porque era y sigue siendo el Rey del Pop, un apodo que le puso su querida Elizabeth Taylor, con razón, todo lo que cantaba lo convertía en oro. Sus movimientos eran únicos e inimitables. Su estética fue copiada hasta la saciedad, y levantaba pasiones y odio por igual. Nadie como él -y los datos hablan por sí solos-, consiguió llegar tan lejos y a tanta gente con la música. Los récords se acumulan en su historial de tal manera que abruman, igual que los millones de copias vendidas de sus álbumes y los que iba sumando a su cuenta bancaria de la que salían, también por millones, sus sonadas donaciones (sigue siendo el artista que más dinero ha dado a obras benéficas). El cantante de los 26 American Music Awards, el músico de los 14 premios Grammy, el genio que permaneció 37 semanas -el mayor número de la historia de la música- como nº1 en las listas americanas con “Thriller”, que de paso, es el álbum más vendido de todos los tiempos con 40 millones de copias en 1 sólo año y, a día de hoy, se calcula que supera los 100 millones y en aumento; el mismo que ganó en 1989 la friolera de 125 millones de dólares; el primer y único artista con números 1 en todas las décadas, desde los 60 hasta los 90; el primero y único también que empezó y terminó un año como nº1 -como no, con Thriller-; y, con sólo 11 años, el que se convirtió en el artista más joven en colocar un sencillo en el nº1 de las listas americanas, y así podríamos seguir hasta el infinito.

   Todo empezó en Indiana, donde Michael Jackson nació con el calor del verano. Fue el séptimo de 9 hermanos y su padre, Joseph Walter Jackson, además de trabajar en una fábrica, cantaba en un grupo, y fue quien llevó la fiebre musical a toda la familia, al parecer con demasiado empeño. Tanto que sus abusos físicos y psicológicos marcaron la vida de Michael, al caer sobre él una y otra vez la mano de la frustración de un progenitor, que no llegó a lograr su sueño y robó los de su hijo para alcanzarlo. Con sólo 5 años, Michael se subió al escenario junto a 4 de sus hermanos. Eran los Jackson Five, aunque pronto sólo 1 llamaría la atención, sobre todo de la Motown que ficharía al grupo por un Jacko, que desde la primera nota y con su talento natural, eclipsó sin querer al resto. A la edad de 14 años, inició su carrera en solitario de la mano del productor y compositor Quincy Jones. Con 20, publicó la que muchos consideran su primera gran obra, “Off The Wall” (1979), de la que vendió ya 20 millones de copias. Y, con apenas 23, dio el pelotazo mundial con un tema y un videoclip que hicieron historia: “Thriller” (1982).

   Mientras en España Felipe González asumía la presidencia del gobierno, el mundo del pop aprendía una lección. Fue su segundo álbum en solitario y el vídeo del single, dirigido por John Landis, cambió la manera de escuchar y, sobre todo, de ver la música. Un auténtico cortometraje convertido en el que para muchos sigue siendo, el mejor clip de la historia con un Michael Jackson veinteañero, que se llevaba de calle a las nenas a pesar de tener una doble vida zombie y unos ojos que dejaron atónitos a los españoles aquellas navidades en que estrenaron el vídeo en televisión. Ni belenes, ni papas noeles, ni reyes magos. Aquella noche, todos adoramos a Michael Jackson, con una mezcla inolvidable de emoción y terror.

   A partir de aquí, hablar de Jacko es seguir sumando éxitos, es afinar una estética cada vez más mutante, es nombrar a la MTV, a su himno “We Are The World”, o a su nuevo trabajo “Bad” (1987), pero también al vitíligo -la enfermedad a la que Jacko achacaba el cambio de color de su piel-, las operaciones de cirugía estética, las cámaras de oxígeno para no envejecer, su rancho Neverland y un sinfin de excentricidades y rumores, que culminaron con una acusación de abusos sexuales por parte del niño Jordan Chandler, que le costó al artista 22 millones de dólares para acallar a una familia, que sólo 5 días después de la muerte del músico, tuvo que agachar la cabeza cuando aquel niño, ya jovencito, reconoció que Jackson nunca le había tocado.

   Pero, el daño ya estaba hecho. Aunque el genio seguía y su música era impecable gracias a álbumes como “Dangerous” (1991), “History” (1995) o “Invincible” (2001) -su último trabajo con un título al que Jacko no pudo hacer honor-, el mundo mostraba más interés por su matrimonio con Lisa Marie -la mismísima hija del Rey del Rock, Elvis Presley-, sus nuevos cambios físicos, o su estrenada paternidad mediante inseminación artificial y un contrato lleno de terroríficas cláusulas con Debbie Rowe, una enfermera que se convirtió en su segunda esposa y en la extraña madre de Michael Joseph Jr, en 1997, y Paris Michael Katherine, en 1998. Por no hablar del nacimiento, en 2002, gracias a un vientre de alquiler, de su tercer hijo, Prince Michael Jackson II, que fue noticia siendo aún un bebé cuando su padre lo descolgó por el balcón de su hotel de Berlín preso de la emoción.

   Pero ¿dónde queda su música? ¿Qué pasó con aquel niño que arrasaba sobre el escenario? ¿Y con el compositor, cantante, bailarín o productor? Michael Jackson lo era todo y también  parecía que lo tenía todo, pero no. El 25 de junio de 2009, el corazón de un demacrado y delgadísimo Jacko dejó de latir. Según las investigaciones, la parada fue debida a una mezcla de calmantes y sedantes, que mantenían al genio en un continuo estado de paz. Aquel día, aprendimos el nombre de un médico, Conrad Murray y el de un anestésico, el propofol, que al parecer lo mandó al sueño eterno. En 2011, Murray fue condenado a 4 años de cárcel por homicidio involuntario y, en 2013, salió de prisión.

   Hoy, mientras Michael sigue ausente y el mundo repasa su vida o escucha sus canciones, vamos aprendiendo que su estrella no era de papel cuché, sino del más fino y delicado que existe y muy por encima de la exposición pública, de las simpatías o repulsas que pudiera despertar, siempre nos quedará su música. Con varios álbumes póstumos, algún que otro premio tardío, y como no, alguna que otra demanda más, el imperio de Michael Jackson sigue vivo y su tierra de Nunca Jamás a la venta en busca de un nuevo Peter Pan.

   ¡Feliz cumpleaños Michael!

                                      (De Lidia Martín, el 29 de agosto de 2014)

Referencias útiles:
Para seguir los pasos (re)creativos póstumos de MiCHAEL JACKSON, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

PD: Y, si has llegado hasta aquí, seguro que tienes tiempo para escuchar el gran "Billie Jean" (1982).

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