Ana Rossetti tiene un lejano acento andaluz, vagamente desgastado por todos los años que lleva en Malasaña, “el verdadero barrio de las letras, donde vivieron muchísimas escritoras como la Pardo Bazán, Carmen de Burgos, Rosalía de Castro, Gertrudis López de Avellaneda, Rosa Chacel... La cercanía con la Universidad de la calle San Bernardo hacía que el barrio estuviera siempre transitado por gente muy interesante”, y en los mitiquísimos 80, llegaría ella para quedarse.

   Ana María Bueno de la Peña nació en San Fernando (Cádiz), el 15 de mayo de 1950. Recuerda su infancia en el sur con felicidad y agradecimiento por todas las personas que estuvieron a su lado para ofrecerle las herramientas y los estímulos para manejarse en la vida: “Se nos educó para ser autosuficientes y respetar la libertad de cada uno de nosotros y con la responsabilidad de cada uno”. Rodeada siempre de libros, comenzó a tener desde pequeña el gusto por el lenguaje y las palabras, y sitúa perfectamente su primera creación “literaria” entre sus siete u ocho años, cuando escribió una obra de teatro para representar en el colegio de la que no sólo fue autora, sino también se encargó del casting, del diseño de vestuario, de conseguir representar la obra...

   Sin embargo, pese a su pasión por las letras, Ana nunca tuvo intención de dedicarse al mundo de la literatura. Tenía muy claro que quería estudiar el diseño de vestuario, razón por la que llegó a la Villa. Lo de escribir lo hacía por necesidad vital, como algo que le pedía el cuerpo más allá de una decisión premeditada para convertirlo en su futuro profesional. Por ejemplo, desde el -también mítico- año 68 formaba parte de diferentes grupos de teatro independiente para los que, además de escribir libretos de manera colectiva, también actuaba, y sobre todo, escribía poesía, que iba guardando entre sus cosas... hasta que en 1980, por necesidad económica, decidió presentar su poemario Los devaneos de Erato -una recopilación de algunos de aquellos poemas- al Premio Gules: “Yo no sabía si ese premio era importante o no, porque no era mi mundo ni me importaba. Me presenté porque quería ganar el premio, pero no sabía la importancia que aquello podía tener, sólo vi que pedían pocos números de versos y porque había una dotación económica que a mí me venía muy bien ya que me había quedado sin trabajo, pero no pensaba ni ganar ni nada”.

   Ana Rossetti no solo ganó el Premio, sino que tomó conciencia de la fuerza de su voz poética ya que, con su primer libro de poemas, revolucionó el panorama poético hasta entonces, dominado por el grupo de los Novísimos, una corriente cultista ante la que Rossetti -sin ser consciente- se opuso con nuevas propuestas líricas.

   Se habla mucho de transgresión y erotismo al referirse a la obra de la poetisa, quien reacciona con la justa molestia de quien cree que estos juicios sobre su producción literaria pasan primero por la censura de su condición de mujer. Ana Rossetti no se considera ni una autora transgresora ni erótica. Si algunos de sus títulos son de contenido erótico como Los devaneos de Erato -pese a que ella no lo escribió con esa intención-, Alevosías (novela con la que ganó el Premio La Sonrisa Vertical) o Prendas íntimas, su obra, rica en registros y géneros, es tremendamente ecléctica y caleidoscópica: “Alberti también tenía poemas eróticos, y nadie le cataloga como poeta erótico. Conmigo lo hacen porque soy mujer”, reivindica con una pasión y un hartazgo manifiesto por el paternalismo y la condescendencia con la que tratan a las mujeres dentro de las Artes, en las que primero se mira su género, y después, se pasa a hablar de su obra.  Ana Rossetti no tiene pelos en la lengua para denunciar el machismo, contra el que lleva luchando toda su vida y que considera escandaloso.

   Reconocida principalmente por su obra poética, la autora ha combinado todos los géneros, tanto el teatro como la narrativa, incluida la literatura infantil y juvenil, con la que comenzó en 1997, tras mucha insistencia por parte de terceros con la serie Un baúl lleno... para Alfaguara: “Me da juego descubrir la vida cuando no se tienen recursos para entenderla, y eso es lo que tienen los niños. A los niños se les suele decir “¡Qué imaginación tiene!”, pero no es imaginación, es ignorancia. Eso como recurso literario es genial y a mí me gusta usarlo”. Después de aquella primera serie llegaron muchos más títulos que compagina con la creación por encargo de textos para los libros de lectura de primaria en los que pone su imaginación y dominio de la lengua al servicio de las unidades didácticas correspondientes: “No me dan miedo los encargos, me ayudan a centrarme”.

   En la actualidad, Ana Rossetti compagina los talleres de creación literaria y escritura creativa que imparte en distintos espacios de Madrid como en FeedingArt (donde lleva realizando, desde el pasado 24 de enero, una serie de talleres monográficos, titulada “Conoce a tus vecinas”, para acercar a los asistentes a las biografías de mujeres que han vivido o desarrollado su actividad profesional en Malasaña), con la promoción de su último libro Deudas contraídas (Editorial La Bella Varsovia), después de 8 años de silencio poético. Por ahora solo lo ha presentado en Madrid, y ya se ha agotado la primera edición. En este poemario, se habla de todo aquello que nos han arrebatado y que tendrán que devolvernos, siempre desde una mirada curiosa, dispuesta a encontrar la belleza entre la podredumbre, o “cuando el mundo se quiebra y la poesía lo sostiene”.

                                                   (De María Glück, el 16 de marzo de 2016)

Referencias útiles:
CONOCE A TUS VECiNAS

¿CUÁNDO? (1) El Domingo 20 de marzo de 2016 y (2) el Domingo 03 de abril de 2016, de 10h a 14h.

¿QUÉ? Talleres monográficos “Conoce a tus vecinas”:
(1) “Concepción Arenal y los cuidados”;
(2) “María Quiñones y la independencia”.

¿DÓNDE? En FeedingArt
Calle del Molino de Viento, 10
28004 Madrid
910 834 172
M Tribunal

¿CUÁNTO? 40 euros por taller. ¡Rellena el formulario de inscripción ya!

Para seguir los pasos (re)creativos de ANA ROSSETTi, conéctate a su Twitter.

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