Antes de cambiar de milenio, el Madrid de Alberto Ruiz Gallardón, por aquel entonces presidente de la Comunidad, echaba en falta un teatro moderno y vanguardista, que conviviera con las grandes salas de siglos pasados y que -para que negarlo- despertara la envidia de los países vecinos. En 1999, el joven y apuesto fiscal en excedencia, con ganas de comerse el mundo (¿hasta la indigestión de sus electores?), sacó a concurso -a escala internacional- el proyecto de construcción de un espacio capaz de acoger las producciones artísticas más complejas, en un solar del Canal de Isabel II, que no solo cedió el terreno sino que también financió las obras. Por unanimidad, el reto recayó en manos del talentoso arquitecto (escultor y pintor) Juan Navarro Baldeweg y, el 20 de febrero de 2009, los Teatros del Canal, zigzagueando entre las calles de Cea Bermúdez y Bravo Murillo, abrieron sus puertas y salas al público con una inauguración tan polémica como su director, Albert Boadella.

   Para entender el germen de los Teatros del Canal, hay que remontarse a 1848, año en que los ingenieros Juan Rufo y Juan de Ribera consiguieron que se aprobara por Real Decreto un anteproyecto con el que pretendían llevar -por 20 millones de pesetas- las aguas del río Lozoya a la capital. Pero tendrían que esperar hasta 1851 para fundar la empresa hidráulica, llamada Canal de Isabel II -en homenaje a su sincera impulsora-. Y el 24 de junio de 1858, después de 7 años de intensas obras, el nuevo sistema de abastecimiento de agua de la Villa consiguió alegrar el verano de los madrileños al lograr su cometido: las aguas de aquel río alimentaban una nueva fuente monumental -como requería el acontecimiento-, instalada en la calle San Bernardo. Al año siguiente, le tocó el turno al agua potable, que hizo su esperada aparición en los hogares madrileños, y así dique a dique, obra tras obra y gota a gota, la compañía creció hasta alcanzar tal relevancia que, en 1977, pasó a convertirse en empresa pública dependiente de la Comunidad de Madrid.

   Pues bien, entre sus múltiples posesiones, un terreno abandonado a su suerte, en pleno barrio de Chamberí, despertó de repente el interés de su dueña. En 1999, la Comunidad vio en aquel “rinconcito” de 8.750 m2 el emplazamiento perfecto para levantar el distrito y, de paso, su deseado teatro. Las obras arrancaron en 2002, y 7 años y 100 millones de euros después (76 de edificación y 24 de equipamiento), los madrileños descubrieron un impresionante edificio de más de 35.000 m2, fragmentado en 3 cubos independientes pero unidos y acristalados, que dejan ver el empuje de la calle y la fuerza del interior en un zigzag, que delimita la frontera entre el mundo real y el de la ficción. Su fachada fragmentada, recubierta de vidrio y sujeta por vigas para conseguir un efecto cortina, sin apoyos en el suelo, luce los colores propios de los telones de los teatros (negro, rojo y gris), y unos acabados que combinan lo opaco con lo translúcido, para delimitar los distintos espacios y sus diferentes usos. Una arquitectura cambiante y maleable, como los 3 actos de una buena obra de teatro.

   En su interior, sus 2 Salas (+1) -cuya distinción cromática les da nombre- y su Centro de Danza parecen flotar al no estar apoyados en pilares sino en las paredes de hormigón. La Sala Roja -o Teatro Principal- responde a los cánones clásicos, con 843 localidades que siguen el modelo de teatro italiano, con su platea, palcos, graderíos, foso de orquesta, etc.; y a pesar del claro predominio del rojo, consigue efectos mutantes gracias a unas luces LED, colocadas en el anfiteatro que cambian su apariencia como si asistiéramos a uno de esos atardeceres que a veces nos regala el cielo de Madrid. La Sala Verde -o espacio polivalente, con un aforo variable según las necesidades, puede pasar de la distribución italiana, con 444 butacas, a alcanzar los 778 asistentes en una transformación que recuerda a los teatros itinerantes; y a la que se une la Sala Negra -o de ensayos-, una superficie más pequeña -situada sobre el patio de butacas de la Sala Roja-, que se abrirá esta temporada al público. Y, por último, el tercer cuerpo lo ocupa el Centro de Danza, con 9 aulas de ensayo y docencia, iluminadas por un patio propio, que otorga luz natural en abundancia a estas impresionantes dotaciones sin mermar sus necesarias exigencias de privacidad.

   Guste o no, la obra es impactante y, en marzo de 2009, recibió el Premio de la X Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU), concedido por el Ministerio de Fomento, (con razón) por “la excelencia arquitectónica y urbana y el contenido cultural y poético del trabajo de Juan Navarro Baldeweg”, según las palabras del mismísimo jurado, que de ese modo no solo rendía homenaje al gran trabajo del arquitecto santanderino sino que también mostraba su desacuerdo con su repentino despido 3 meses antes de finalizar la obra, ¡por un cambio de gobierno!

   Aquel toque de escándalo, que contagió a más de uno con el color rojo de parte de la fachada de los Teatros, se sumó a la polémica desatada por el coste de la Fiesta de inauguración del complejo -más de 1 millón de euros (al fin y al cabo proporcional al de las obras)-, que el director artístico, el controvertido dramaturgo, actor y líder de Els Joglars, Albert Boadella, asumió sin inmutarse y que, desde entonces, ha demostrado con creces sus aciertos a la hora de elaborar la  dinámica programación, que ha logrado que la ocupación sea más que satisfactoria -un 70% de media-. De hecho, cada uno de los asistentes al estreno aún recuerdan hoy el espectáculo “Una noche en el Canal” (en clara alusión a la película “Una noche en la ópera” de los hermanos Marx), que movilizó a un centenar de actores, músicos y bailarines, que recorrieron a modo de guía las nuevas instalaciones con parada y representación incluida en cada una de las salas de los Teatros del Canal.

   Como bien dijo Eugene Ionesco: “Si es absolutamente necesario que el arte o el teatro sirvan para algo, será para enseñar a la gente que hay actividades que no sirven para nada y que es indispensable que las haya”.

                               (De Lidia Martín, el 08 de noviembre de 2014)

Referencias útiles:
TEATROS DEL CANAL
Calle Cea Bermúdez, 1
28003 Madrid
913 089 999
M Canal

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PD nº1: Mañana, ¡no te pierdas el “Memorial Musical de una guerra”:
¿CUÁNDO? El Domingo 09 de noviembre de 2014.

¿QUÉ? 12 horas de música, danza, teatro, circo, cine, arte, gastronimía... "De nuevo, una jornada radiante con niños, jóvenes, adultos y ancianos, deambulando libremente por las instalaciones de los Teatros del Canal. El centenario de una gran hecatombe mundial no sería motivo de celebración, pues supone la imagen del ser humano exacerbando sus más bajos instintos destructivos. Precisamente por ello hemos tratado de ofrecerles una mirada contrapuesta y esperanzadora a través de la capacidad creativa de los hombres de aquel tiempo. Una prodigiosa capacidad de transformación desarrollada en una época tan difícil y calamitosa. Mediante las expresiones de las distintas artes, especialmente la música, nos introduciremos en un periodo esencial, el de la Gran Guerra, para comprender lo que hoy llamamos arte moderno".

¿CUÁNTO? Entrada libre. 

PD nº2: XXIX Festival Madrid en Danza:
¿CUÁNDO? Hasta el 30 de noviembre de 2014.

¿QUÉ? "Durante casi un mes, la XXIX edición del Festival Internacional Madrid en Danza, de la Comunidad de Madrid, acogerá el trabajo de 23 compañías, procedentes de Alemania, Principado de Mónaco, Bélgica, Países Bajos, Canadá junto a dos proyectos en colaboración con Francia y Marruecos. Además, quince compañías nacionales procedentes de la Comunidad de Madrid, País Vasco, Cataluña, Andalucía y Galicia completarán este recorrido por la actualidad de la danza". Para no perderte nada, consulta la Programación.

¿DÓNDE? Los Teatros del Canal se encuentran entre los 12 espacios escénicos de Madrid capital.

¿CUÁNTO? A partir de 7 euros.

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