Su escuela fue Jarcha, aquel grupo de canción protesta que en plena Transición entonaba “Libertad sin ira”. Pasó luego a subirse al escenario con Kiko Veneno que junto a los hermanos Raimundo y Rafael Amador (Pata Negra) hicieron su propia “movida” andaluza revolucionando el panorama a base de mucha fusión y letras poderosas. Fue junto a ellos cuando Maribel Quiñones, una jovencita onubense, morena e inquieta a la que su madre cantaba en la cuna y que con 15 años llamaban “La Oti” por Otis Redding, vistió su voz con un personaje cargado de dinamita, la peineta más kitsch que pudo encontrar y unas gafas de sol estilo Cat Eye. Había nacido Martirio (en la ilustración), una folclórica punki y libertaria que deseando dejar correr la copla y las ganas que le bullían por dentro parió su primer disco en solitario, “Estoy mala” (1986) del que ahora se cumplen 3 décadas.

   Visionaria y transgresora entre kitsch y psicodélica, amante del flamenco, el cómic, la pintura o las vanguardias más underground, Martirio se estrenó cantando un 8 de marzo, el Día de la Mujer, y se arropó con una innovadora mezcla de copla y rock a la que seguiría con el tiempo la bendita osadía de mezclar todo sonido interesante que encontrara a su paso, desde el jazz al blues, pasando por el pop, el rap, el tango, los boleros, el swing o los ritmos más modernos. Sin fronteras musicales y con una curiosidad tan creciente como la de su público ante lo que escondían sus oscuras lentes, Martirio fue cantando y colaborando con artistas tan variados como Vicente Amigo, Javier Ruibal, Chano Domínguez, Pedro Guerra, Lila Downs, Paquito D’Rivera o el mismísimo Compay Segundo, y en especial, su querida Chavela Vargas a la que escuchó por primera vez con 17 años, de la aprendió el peso de la palabra y a la que cantó tras su muerte.

   Dicen de sus conciertos que son de los que remueven. Es el mejor piropo para una artista que desde su primer LP soltó una frase que sentenciaría su estilo: “Necesito una pastilla pa’ ponerme a funcionar” era poesía pura y dura, pero de la calle. Porque su nombre artístico, más allá del martirio romano de las películas que de niña le encantaban, en griego significa “testigo”, y así se considera ella: una mujer que fue ama de casa antes que cantante, y que despojada de su disfraz pudo escuchar lo que decían amigos y vecinos, y apropiarse de frases y atuendos para cantarlos a los cuatro vientos.

   Sus expresiones populares cargadas de guasa e ironía denunciaron desigualdades, hipocresías y problemas cotidianos bajo un prisma femenino y reivindicativo que hoy bien podría servir como estudio antropológico de nuestra sociedad de los últimos 30 años. De hecho “Con mi chándal y mis tacones, arreglá pero informal”, Martirio logró resumir de un plumazo toda una generación del sur, y así, con el don de la palabra perfecta es normal que hoy confiese que de no haber sido cantante, le habría dado al psicoanálisis.

   Sus terapias sonoras han recorrido el mundo: Nueva York, Miami, Portugal, Bélgica, Noruega o Italia… y sus peinetas -a las que definió como un trozo de columna vertebral que se te sube a la cabeza y te hace parecer más bella-, junto a sus guantes, abanicos y gafas, se acumulan por centenas en una colección cargada de historias y recuerdos que también vienen de otras artes, porque Martirio también se enfundó en otras pieles en el cine y en el teatro, e incluso, llegó a publicar un libro con recortables La vuelta a Martirio en 40 trajes (Planeta, 1999) en el que narró su relación con el vestido.

   Hoy, escondida aún bajo sus gafas de sol, la que fue Premio de la Música 2004 al Mejor Disco de Canción Española, y Medalla de Oro, ese mismo año, por la Junta de Andalucía, sigue sintiendo el mismo miedo escénico que la primera vez y disfrutando de la esquizofrenia maravillosa de Maribel y Martirio.

                                                  (De Lidia Martín, el 18 de enero de 2016)

Referencias útiles:
MARTiRiO - 30 AÑOS

¿CUÁNDO? El Jueves 28 de enero de 2016, a las 20h30.
PD: Apertura de puertas a las 19h30.

¿QUÉ? Concierto 30 aniversario de Martirio, junto a su hijo Raúl Rodríguez y algunos de sus músicos imprescindibles como Kiko Veneno, Javier Ruibal, Miguel Poveda y Sílvia Pérez Cruz.

¿DÓNDE? En el Teatro Circo Price (ver la ilustración)
Ronda de Atocha, 35

28012 Madrid
915 288 122
M Embajadores / Lavapiés / Atocha

¿CUÁNTO?
- Platea: 25 euros;
- Butaca preferente: 22 euros:
- Visibilidad reducida: 20 euros.
¡Ya puedes comprar tus entradas aquí.

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