Treinta años después de la muerte del famoso “borracho y trovador” mejicano, José Alfredo Jiménez (1926-1973), 4 amigos de toda la vida -entonces dueños del bar de cañas y tapas “El Pez Gordo” (en la dinámica calle del Pez) y componentes de una banda llamada (como no) Los Josealfredos-, decidieron apostar por el mundo de los cócteles (muy en boga a principios del nuevo milenio) y, de paso, rendir homenaje a su cantante y compositor de rancheras favorito. Desde entonces, la castiza coctelería de estilo americano José Alfredo ha cambiado de dueño pero sigue siendo el sueño hecho realidad de Ezequiel Brid  y Andrés Almada, más conocido como “Pato” (no solo en el mundo de la noche madrileña).

   En 2003, mientras Marcos Mastretta, Luis Arranz, Francisco Javier García y Javier Rubio inauguraban su nuevo local en la calle de Silva; a 10.000 kilómetros de distancia, Ezequiel -empujado por la difícil situación económica que atravesaba su país, que culminó con el corralito en 2001- dejó atrás familia y amigos en San Antonio de Areco (un pequeño pueblo situado a 100 kilómetros al norte de Buenos Aires) y cruzó el charco para probar suerte en Madrid. Pero, nada más llegar a la Villa donde compartía piso con Andrés, uno de sus mejores amigos de la infancia, que había llegado tres años antes a la capital, encontró trabajo como parrillero en Valsaín. Sin dudarlo (y un poco a regañadientes), hizo la maleta y se subió al tren sin saber que, en el pueblo segoviano, encontraría su billete de vuelta a los Madriles.

   Entre los clientes asiduos del restaurante donde trabajaba, en 2004, Eze conoció a uno de los dueños del José Alfredo, que le ofreció trabajar detrás de la barra de su recién estrenada coctelería. Y, durante 3 años, el joven argentino de 24 años fue aprendiendo todos los secretos del oficio hasta que, una mañana (de madrugada) de 2007, los 4 “Josealfredos” le propusieron el traspaso del local diciéndole que no podían aceptar un “no” por respuesta: “Me quedé helado, solo tenía 27 años y estaba muy lejos de casa. Entonces, lo primero que hice fue llamar a Pato y proponerle que fuésemos socios”, recuerda el entonces empresario en ciernes.

   Gracias a los contactos de su mejor amigo y la confianza de muy buenos amigos madrileños que actuaron como avalistas, Eze, Pato y otros dos amigos argentinos consiguieron del banco un crédito para poder comprar sus partes del negocio. Y, a finales de agosto de 2008, después de una pequeña pero necesaria reforma, el nuevo José Alfredo reabría sus puertas al público, deseoso de volver a disfrutar de su carta única que diseñó especialmente para la ocasión, Óscar Ibarra, ahora trompetista de Marlango (de ahí que mucha gente aún piensa que los dueños del local son la actriz y cantante Leonor Watling y su marido Jorge Drexler, amigo personal de los dueños y un asiduo del local). 

   Eze y Pato nunca han hecho una campaña de publicidad, pero sí han estado siempre ahí, al pie del cañón, para fidelizar a los clientes, en su mayoría gente que vive en el barrio, periodistas, músicos, artistas de todas las nacionalidades… Su decoración al estilo pop y sus afamados cócteles invitan a quienes lo pisan a quedarse hasta las mil. Y no importa si es lunes, jueves o domingo, no cierra ningún día porque, como apunta Ezequiel, ”es más un club social que un bar”.

   Finalmente, hace dos años y medio, Ezequiel y Pato empezaron a organizar fiestas en la emblemática sala de conciertos “Berlín Café”, pero ésta es otra historia... que Mi Petit Madrid te contará la próxima semana…

                                                                        (De Carla, el 14 de junio de 2014)

Referencias útiles:
JOSÉ ALFREDO
Calle de Silva, 22
28004 Madrid
915 214 960
M Callao

Horario:
De Domingo a Jueves: de 19h hasta las 3h de la madrugada.
Los Viernes y Sábados: de 19h hasta las 3h30 de la madrugada.

Precio: Copas a 8 euros , cócteles a partir de 9 euros, refrescos y vinos a 3 euros.

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