Considerado uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos y, sin duda, uno de los más influyentes, sigue, sin embargo, a la sombra de los que le rinden pleitesía. De estilo diferente e innovador, vanguardista y experimental, se atrevió a mezclar el rock con blues, jazz e incluso electrónica, y asentó el sonido de lo que luego llamaríamos hard rock e incluso heavy metal. Cada nuevo riff, que sacaba de su eterna Fender Stratocaster, era un toque de atención para el resto de grandes guitarristas de su época, como Eric Clapton o Jimmy Page, con los que se midió e incluso compartió bandas que abandonó, siempre al borde del éxito. Hoy, con 8 premios Grammy, la calma que concede la edad y una asumida discreción, Jeff Beck (retratado aquí) regresa a España el próximo viernes 29 de junio de 2018 para removernos en las Noches del Botánico.

   Geoffrey Arnold Beck nació en Londres en 1944, y con apenas 6 años, la radio le cambió la vida. Su madre, pianista aficionada y amante de la música, solía pasar las tardes pegada al transistor, y así llegó a los oídos del pequeño un sonido eléctrico que le entusiasmó. Al otro lado del aparato, tocaba la guitarra Lester William, un músico americano conocido como Les Paul, que aquel día deleitaba a los oyentes con “How high the moon” junto a su mujer Mary Ford. Les Paul fue otro loco que apostó por lo eléctrico cuando la moda eran las acústicas, el jazz y el country. De hecho, fue él quien inventó la guitarra eléctrica de cuerpo sólido, es decir, la que conocemos hoy en día y a la que, bajo la manufactura de Gibson, dio nombre: Gibson Les Paul. Y si en Norteamérica aquella melodía ya era revolucionaria, en las calmadas islas británicas, el efecto fue aún mayor.

   Desde entonces, y por más que la madre intentó que se acercara al piano, o que probara suerte en el coro de la iglesia, la única obsesión del pequeño Beck fue la guitarra. Cogió prestadas las que pudo, e incluso se fabricó una a base de una cajas de puros como cuerpo, y un tablón de la verja de su jardín como mástil. Y así, entre acorde y acode, llegó su adoración por Cliff Gallup, famoso por acompañar a la banda de Gene Vincent, y su gran ídolo. Pero también otras grandes influencias como Ravi Shankar, Chet Atkins, Django Reinhardt o John McLaughlin y su especial fusión de melodías indias con el jazz y la música clásica.

   Sin muchas ganas de estudiar, Beck entró en una escuela de arte y arrancó el típico tránsito por bandas locales, en las que logró fama por su estilo duro y cargado de distorsiones nada habituales. Más tarde, su hermana le presentó a un amigo tan apasionado por la música como él. Los adolescentes Jeff Beck y Jimmy Page (Led Zeppelin) se dieron cita, y surgió la magia. Page era también un gran guitarrista, y juntos pasaban las tardes escuchando música en la casa de sus padres, con cierto pique por ver quién descubría lo más nuevo y sorprendente. Ya en aquella época sonaba una banda, los Yardbirds, que arrasaba con un jovencísimo Eric Clapton a la guitarra. Y fue precisamente cuando anunció su marcha, cuando llamaron a Page, que con otros intereses, recomendó a Beck.

   Con su entrada en 1964 arrancó el periodo más exitoso y psicodélico de la banda, convirtiéndose en uno de los tres grandes guitarristas que pasaron por ella, pues poco después también se uniría su amigo Jimmy, conviviendo las dos guitarras durante unos años. Fueron los grandes años 60, aunque Beck con el tiempo confesó que fue su época de mayor frustración al no encontrar instrumentos capaces de sacar el sonido que él imaginaba en su cabeza. Y fue ese carácter perfeccionista y obsesivo, pero sobre todo sus arranques violentos, los que provocaron su expulsión. De hecho, cuando en 1992 pasó a formar parte del Rock and Roll Hall of Fame como miembro de los Yardbirds, bromeó al decir: “Se supone que debería estar orgulloso, pero no lo estoy. ¡Me echaron! ¡A la mierda!”.

   Para entonces su fama y su sonido distorsionado, incluido el “wah wah” del que fue pionero, le hicieron merecedor de elogios de otros grandes como Jimmy Hendrix. Y aunque todos le querían para sus formaciones, desde Pink Floyd a The Rolling Stones, él prefirió crear su propia banda, The Jeff Beck Group, en la que todo estaría bajo su control. Se buscó como vocalista a un desconocido Rod Stewart, y al bajo, Ronnie Wood (The Rolling Stones), que siguiendo la estela de todo lo que tocaba Beck, acabarían siendo mucho más famosos que él.

   Después del éxito de “Truth” (1968) y “Beck-Ola” (1969), -disco que salió cinco meses antes del primer álbum de Led Zeppelin-, Beck empezó a pensar en algo más grande y poderoso. Pero un accidente de tráfico en el que se fracturó el cráneo, truncó sus planes y, según cuentan, una vez más su mal carácter provocó que Stewart y Wood abandonaran la banda durante su hospitalización y formaran por su cuenta The Faces. 

   Tras su recuperación, Beck arrancó una carrera sin fin de formaciones variopintas, recuperando The Jeff Beck Group con dos nuevos discos, entre ellos “Rough and Ready” (1971) con un sonido eléctrico que dejaría huella en grandes como Slash o Joe Satriani. Al poco, Beck disolvió The Jeff Beck Group y montó el trío Beck, Bogert & Appice, aunque poco después decidió centrarse en su carrera en solitario, colaborando con otros artistas, como Stevie Wonder, que entusiasmado con su particular sonido escribió una canción pensando en la guitarra de Beck. Se trataba de “Superstition” (1972), cuyo peculiar ritmo de batería fue también obra de Beck. Y tanto le gustó el resultado a Wonder que quiso cederle el tema, sin embargo, el dueño de la Motown oliendo el éxito, no lo consintió y Beck tuvo que conformarse con incluir su versión en su siguiente álbum.

   En 1975, Beck regresó en solitario esta vez para sacarle jazz al rock en “Blow by blow” (1975) su lanzamiento más exitoso. Tras años de silencio, vio la luz “Hammer” (1980), y un lustro después “Flash” (1985), un álbum pop cargado de voces conocidas, como su antiguo colega Rod Stewart que con “People get ready” le dio su único gran hit. Durante los 80 y los 90, Beck se alejó un poco de la música, dicen también por los acúfenos que sufría, pero siguiendo de cerca a nuevos guitarristas como Joe Satriani y Steve Vai, y acompañando de vez en cuando a artistas como Stevie Ray Vaugahn, Jon Bon Jovi, Robert Waters, Tina Turner, Morrisey, Diana Ross, Cyndi Lauper, Brian May, Roger Taylor, ZZ Top o el mismísimo B. B. King. 

   En 2009, Beck entró de nuevo en el Rock and Roll Hall of Fame, pero esta vez por su carrera en solitario, y fue Jimmy Page quien presentó su galardón; y en 2014 recibió el Premio Ivor Novello de la Academia Británica por su contribución a la música de su país. Su último trabajo fue en 2016 con “Loud Hailer”, una nueva prueba de que Beck, por muy a la sombra que parezca estar, sigue vivo y con ganas de cambio.

                                                     (De Lidia Martín, el 27 de junio de 2018)

Referencias útiles:
JEFF BECK EN MADRiD

¿CUÁNDO? El Viernes 29 de junio de 2018, a las 22h.

¿QUÉ? Concierto de Jeff Beck dentro del ciclo Noches del Botánico.

¿DÓNDE? En el Real Jardín Botánico Alfonso XIII (en la ilustración)
Avenida de la Complutense s/n
28040 Madrid
913 947 078 (Real Jardín Botánico Alfonso XIII)
902 65 65 79 (Noches del Botánico)
M Ciudad Universitaria

¿CUÁNTO? Desde 55 euros aquí.

Para seguir los pasos (re)creativos de JEFF BECK, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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