Desde que se inventó la escritura, los hombres se han mandado mensajes y no siempre de amor. La comunicación por medio de documentos escritos, enviados de un punto a otro, ha ido evolucionando, a lo largo de los siglos, en función del desarrollo de nuevos medios de transporte y de los avances tecnológicos. En 1969, durante el Congreso de Tokio, se declaró el 9 de octubre como Día Mundial del Correo en conmemoración de la creación en Suiza de la Unión Postal Universal (UPA), en 1874.

   Según cuenta la historia, el sistema de correos más antiguo data de 4000 a.C. cuando China utilizaba mensajeros llamados “Ching Pao” para difundir tanto mensajes personales como comunicados oficiales. En Oriente Medio, después de siglos de mensajería oral, los faraones fueron los primeros en utilizar mensajeros en Egipto, hacia 2400 a.C., para la difusión de sus decretos, escritos por una élite de escribas que controlaba el complicado sistema jeroglífico. Pero se le atribuye al rey Ciro de Persia (559 a.C. - 529 a.C.) la invención de las postas donde se realizaban la toma y cambio de caballerías para transportar las cartas así como las personas. Durante la época greco-romana, las hojas de papiro se pusieron de moda y se considera que el emperador de Roma Augusto (62 a.C.-14 d.C.) creó el primer servicio regular de correos, en Occidente, a pie y a caballo, para uso propio y de su séquito, gracias a la amplia red de “calzadas” del Imperio. Al otro lado del mundo, los Incas también utilizaban mensajeros corriendo por sus carreteras pavimentadas.

   Sin embargo, el verdadero desarrollo de la correspondencia escrita empezó al generalizarse la fabricación del trapo de algodón, en el siglo X, con Carlo Magno, emperador de Occidente, y la burguesía comercial naciente. Mientras tanto, en Mongolia, el Gran Khan ya tenía establecido un sistema de postas muy eficaz, según contó Marco Polo. En cuanto a España, fue uno de los primeros países europeos en regular, de manera estricta, el sistema de correo de su inmenso reino, a principios del siglo XVI.

   En cuanto al sello postal, hasta 1840, el destinatario pagaba el envío en función de los kilómetros recorridos hasta que el “correo” (nuestro cartero de hoy) diera con él. Según cuenta la leyenda, el profesor británico Rowlamd Hill propuso la idea del franqueo previo de la correspondencia al presenciar el rechazo de una carta por parte de una posadera escocesa, que no quería leer la carta enviada. El 6 de mayo de 1840 se emitió el primer sello postal del mundo: el famoso “Penny Black” con la Reina Victoria de perfil. Contra todo pronóstico, el número de cartas triplicó en una semana gracias a la gran eficacia del nuevo sistema postal que no tardó en adoptar la mayoría de los países vecinos.

   Finalmente, la tarjeta postal, creada a principios de 1870, en Europa, revolucionó nuevamente la correspondencia tradicional cuando se puso de moda en 1901 por tener un coste de envío menor que una carta normal con sobre. La mejora de la calidad de la impresión y la oferta cada vez amplia de tarjetas ilustradas gracias a la liberalización del mercado (ya que, hasta finales del siglo XIX, solo las administraciones de Correos podían editarlas) hicieron el resto a pesar de la intervención de nuestra querida Unión Postal Universal, que reguló el formato de las postales: 9 x 14 centímetros.

   Aunque la correspondencia manuscrita ya no esté de moda, el placer de redactar un mensaje a un ser querido en el que estás pensado en un momento preciso es proporcional a la alegría que experimentará el destinatario al recibir una bonita carta que sella una amistad profunda, un amor correspondido o un vínculo familiar. Está entre tus dedos cambiar el sempiterno “solo recibo facturas” de tus amigos mandando postales y cariño a raudales. 

   ¡Feliz Día Mundial del Correo manuscrito y correspondido!

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PD nº2: ¿Sabías que CORREOS también se mueve por las redes sociales de Facebook y Twitter?

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