Cuando Francisco de Tassis, en español, o Franz von Taxis (1459-1517) inventó o, mejor dicho, importó el servicio postal (es decir, la primera línea regular de coches de posta) de Mongolia a Europa, nunca hubiera podido imaginarse que, por casualidades de la vida y, sobre todo, de la etimología, su apellido pasaría a ser la palabra más internacional del planeta. Hoy, Miércoles 07 de mayo de 2014, se celebra el Día del Taxista. Un buen pretexto para dar un repasito a la Historia de un medio de transporte y de un oficio que casi nunca han tenido buena fama..

   Los primeros “taxis” de Madrid empezaron a circular en el último tercio del siglo XVI, bajo Felipe II, no sobre 4 ruedas sino sobre mulas de alquiler que rápidamente pasaron a llevar las denominadas literas. Después, llegaron a la Villa y Corte las sillas de mano, conducidas -según las crónicas de la época- por pícaros mozos. Más tarde, serían sustituidas por otros modelos, también de tracción animal, llamados calesas, calesines, tílburis, faetones y berlinas hasta la llegada del automóvil como gran acontecimiento social.

   A finales del siglo XIX, Madrid seguía teniendo el tamaño justo de una ciudad cómodamente habitable. Sin ser un gran andarín, uno podía ir caminando a todos los sitios. Bueno, sobre todo porque el coche era un lujo... más que superfluo, súper caro. Entonces, en caso de extrema necesidad, la gente de a pie utilizaba o el joven tranvía que paraba donde les venía mejor a los pasajeros y si no lo hacía, uno (y no una) podía apearse con facilidad del vehículo en marcha; o los coches de caballos descapotables, bautizados por los chulapos “simones” en invierno y “manuelas” en verano. Pero los carruajes desaparecerían casi del día a la mañana cuando, en 1909, los denominados auto-taxis -cuyo prefijo redundante caería, al poco tiempo, en desuso mientras el precio de la bajada de bandera subiría sin vuelta atrás gracias a sus flamantes taxímetros- tomaron las calles de la capital ; y, en 1919, el metro veía la luz a la salida del túnel, gracias a Alfonso XIII.

   Competencia directa de los tranvías totalmente electrizados (y bautizados por sus usuarios “canarios” y “cangrejos”), los taxis perdieron la partida cuando la guerra (in)civil acabó no solo con el parque automovilístico del país sino también con sus principales fuentes de energía, la gasolina y las piezas de recambio. Habría que esperar hasta la década de los 50 para que la situación empezara a mejorar muy poco a poco gracias, contra todo pronóstico, a la llegada a nuestras vidas y familias del asequible Seat 600 (con su motor de 600 cc y sus 600 kilos), que revolucionaría el tráfico de la Villa así como el oficio de taxista. Como lo explica muy bien Javier Leralta en su libro, Historia del Taxi de Madrid, el incremento del parque automóvil y la falta de suelo obligaron al Ayuntamiento de Madrid a crear, a finales de los 60, una red de aparcamientos de pago y la famosa Zona Azul en las principales arterias de la ciudad. Enseguida, los taxistas madrileños vieron cómo sus coches volvían a llenarse de clientes hartos de pagar por aparcar.

   En 1975, se produjo la última gran ampliación de licencias (se pasó de 10.400 a 15.500) a pesar de una fuerte negativa del sector que decidió unirse para poder defenderse. En 1977, apareció la Federación Profesional del Taxi; en 1979, se creó la Asociación Gremial; y, a partir de 1980, los taxis de la Villa cambiaron progresiva y definitivamente de color, abandonando el negro por el blanco con una franja roja en la puerta delantera hasta hoy.

   En cuanto a la etimología de la palabra “taxi” y sus derivados, cuenta la leyenda que, en 1891, el ingeniero alemán Wilhelm Bruhn inventó una máquina para medir el tiempo y la distancia recorrida por un vehículo, que bautizó “taxímetro” -como fusión léxica de las palabras griegas “taxi” (tasar) y “métron” (medida)-, sin intención de ponerle un precio al resultado obtenido. De eso (y de mucho más), se encargaría Harry Nathaniel Allen -el fundador de la primera compañía de alquiler de vehículos (motorizados) de EE.UU. y del mundo, The New York Taxi Co-, en 1907 cuando le compró al científico 600 taxímetros para equipar los coches de su empresa en auge.

   Ahora bien, si el Día del Taxista se celebra, desde 2006, el 07 de mayo solo en Argentina en conmemoración de la fecha de nacimiento de Evita Perón, por haber fundado el Sindicato de Taxistas Argentino, no estaría mal concederles un Día señalado en nuestro calendario europeo para reconciliarnos con un gremio que lleva más de 1 siglo recorriendo las calles de la ciudad como fiel testigo de nuestras (v)idas y venidas.

   ¡Feliz Día a tod@s l@s taxistas!

PD: Para saberlo todo sobre los Taxis de Madrid, conéctate a la web de LA GACETA DEL TAXi (también en Facebook y Twitter); y pásate por el Bar Iberia de la Glorieta de San Bernardo (oficialmente, de Ruiz Jiménez), el Bar de los Taxistas por antonomasia.

Fuentes:
- “Aquel Madrid”, de Conchita Martínez.
- “Nostalgias del Madrid sin coches y sin tranvías”, in Blanco y Negro (11 de marzo de 1893), publicado en el ABC, el 14.III.1964.
- Historia del Taxi de Madrid, de Javier Leralta, Silex Ediciones, 2003.
- “Franz von Taxis (el creador del concepto de taxi)”, de David R. Jiménez-Muriel para el blog La alacena de las Ideas, 19.VII.2009.
- “El origen del atasco y de los malos humos: historia de la circulación y los transportes de Madrid”, de Javier Leralta para el blog Madrid Carruajes, 2012.

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