Anunciar uno de sus conciertos es hablar de un acontecimiento que acapara portadas y agota las entradas de manera fulminante. No es de extrañar. Hablamos de un hombre al que la categoría de artista podría quedársele hasta pequeña. Con más de 120 millones de álbumes vendidos en todo el mundo, y 20 premios Grammy luciendo junto a un Oscar en su hogar, el que fue apodado como el nuevo Dylan, el héroe de la clase obrera, el instigador del cambio político y social, el hijo de Woody Guthrie y de Elvis Presley -como él mismo se definió-, “the majesty, the mystery and the ministry of rock’n’roll”, sigue siendo una megaestrella que demuestra a sus más de 60 años que el rock rejuvenece y que, sin pisar España desde el 2013, volverá a llenar el Bernabéu en su próxima cita de mayo.

   Bruce Frederick Joseph Springsteen Zerilli nació el 23 de septiembre de 1949 en un barrio modesto de Nueva Jersey. Hijo de un conductor de autobús con ascendencia irlandesa y de una secretaria con antepasados italianos, él mismo contaría después cómo aquel ambiente cargado de poesía, peligro y oscuridad, lejos de ser perjudicial, alimentó su imaginación como pocos lugares.

   Su afición por la música llegó muy temprano, cuando con apenas 7 añitos vio por primera vez a Elvis Presley en el show televisivo de Ed Sullivan. Aquella noche descubrió que había más verdad en una canción que en todo lo que le enseñaban en la escuela, y empezó su lucha para conseguir tener su propia guitarra y formar sus primeros grupos en los que se ganó el apodo de The Boss por ser el encargado de cobrar los conciertos y repartir las ganancias entre los demás miembros de la banda. No hubo playa o club del paseo marítimo de su barrio que no se contagiara de su energía, y en uno de esos garitos nació la E Street Band, una formación que permanece fiel al Boss desde entonces.

   Aquellos fueron años de revolución, en los que la buena música provocaba reacciones increíbles, y la libertad explotaba en los conciertos. Atento a todo lo que pasaba a su alrededor, Bruce empezó a sacar sobre el escenario un aullido plagado de letras que saciaban su curiosidad musical, y sobre todo, social. Sus canciones hablaban de una clase obrera angustiada por el fin de mes, y sin darse cuenta, como él mismo dijo pasados los años: “Cuando das con la música y la letra adecuadas, tu voz se trasforma en la de aquellos sobre los que quisiste escribir”. Era la fuerza de un recién llegado que sin duda perseguía un sueño. Nada de un chico atormentado por más que se empeñen.

   Lo que bullía en los directos era un increíble compositor que una noche también dejó boquiabierto a Mike Appel, un productor que inmediatamente se convirtió en su representante y que no paró hasta convencer a John H. Hammond de Columbia Records para que le diera una oportunidad. Y así, en 1972, Springsteen con 22 añitos logró que el representante de la entonces más importante compañía discográfica de América, se llegara a olvidar por un momento de Bob Dylan para poner toda su atención en aquel joven flaco, de rostro afilado rematado por patillas, y con una toalla al cuello como gran compañera de escenario.

   Su primer álbum, “Greetings from Asbury Partk, N.J.” (1973) no se hizo esperar, y aunque el público y las ventas no acompañaron, la crítica musical lo puso por las nubes. No sólo lo compararon con los grandes como Dylan -de nuevo- o Van Morrison, sino que hablaron de él como el futuro del rock’n’roll. Y precisamente, el que le puso tal etiqueta fue el crítico musical Jon Landau que se transformó en su nuevo representante, y que como si de un alumno se tratase, le cultivó enganchándole a la literatura y empujándole a componer el que sería su primer gran éxito.

   “Born to Run” (1975) le catapultó a lo más alto del panorama musical. Detrás de aquel fenómeno, se escondía un veinteañero que sin saberlo estaba provocando una revolución musical y social con un trabajo que nació de la rabia de un joven músico perdido y sin oportunidades por estar a sólo unos cuantos kilómetros de La Gran Manzana. Springsteen buscó sus orígenes, se buscó a sí mismo y el valor de su música, y explotó. Fue un duro proceso que le llevó más de un año de creación y casi 6 meses de encierro para una única canción, la que daba título a un LP que le convirtió inesperadamente en una especie de héroe, un dios del rock, que llegó a incomodar tanto a Springsteen que incluso pensó que era el camino equivocado.

   Para remediarlo, decidió desafiar a su audiencia. Con el público y la industria a sus pies, en lugar de hacer lo que todos esperaban, Springsteen compuso “Nebraska” (1982), un álbum lleno de calma y grabado en cuatro pistas de cassette que apenas vendió. Habían pasado casi 10 años, y las eternas dudas seguían resonando en la cabeza del compositor. Así llegó “The River” (1980) con un músico cada vez más preocupado por ser auténtico, y al otro lado, un público sediento de libertad y optimismo.

   Luego, llegó otra explosión, “Born in the U.S.A.” (1984), que reventó las listas de números 1 con más de 15 millones de copias vendidas sólo en Estados Unidos, y le colocaron en la primera fila de cantantes a los que no se podía perder de vista. Springsteen volvía a cantar sobre su tierra, pero esta vez hablaba de una Norteamérica tocada tras la guerra de Vietnam, y en especial, de sus veteranos. De hecho, el primero en escuchar el tema fue Bob Muller, amigo de Bruce y líder de la Asociación de Veteranos de Vietnam de América, creada a principios de los años 80.

   Pasaron los años, y el Jefe se volcó en uno de sus mejores momentos personales. Recién casado en segundas nupcias con Patti Scialfa, la chica pelirroja que pasó de corista a “señora de”, con la que tendría 3 hijos y con la que había compartido escenario en más de una ocasión en los años 80, en The Stone Pony de Nueva Jersey -el local en el que más veces ha tocado Springsteen-, el Boss decidió sacar sin su E Street Band “Human Touch” (1992) y “Lucky Town” (1992), para regresar después al folk y al acústico con “The Ghost of Tom Joad” (1995). Sin miedo a nada y después de una década prácticamente apartado, reunió de nuevo a su banda, y en 2002, estrenó “The Rising” como un recuerdo perenne en homenaje a las víctimas de los atentados de las Torres Gemelas.

   Hoy, tras casi 5 décadas sobre el escenario, Springsteen confiesa que aún se sigue preguntando qué puede aportar a su público con cada gira y con cada nuevo trabajo. Todo un acto de humildad para un artista que no necesitaría nada más para llenar estadios, pero que consciente de que a pesar de todo, no se puede vivir en el pasado, prefiere seguir luchando y volver a salir al escenario para dar el mejor de sus conciertos.

PD literaria: Por si aún quieres más, el próximo 27 de septiembre está previsto que se publique su autobiografía “Born to Run”, escrita de su puño y letra durante los últimos 7 años y que promete desvelar algún que otro escándalo en forma de amorío, que no dejará a nadie indiferente...

                                                 (De Lidia Martín, el 29 de febrero de 2016)

Referencias útiles:
BRUCE SPRiNGSTEEN EN MADRiD

¿CUÁNDO? El Sábado 21 de mayo de 2016, a las 21h.

¿QUÉ? Concierto de Bruce Springsteen dentro de la gira The River, que arrancó en enero en Pittsburgh, y en el que presentará “The Ties That Bind: The River Collection” (2015) y repasará sus grandes éxitos.

¿DÓNDE? En el Estadio Santiago Bernabéu
Avenida de Concha Espina, 1
28036 Madrid
M Santiago Bernabéu

¿CUÁNTO? De 65 a 115 euros.
PD: Las entradas se pondrán a la venta exclusivamente a través de internet a partir de mañana, Martes 08 de marzo de 2016, a las 10h, en Ticketmaster. Se podrán comprar hasta 6 entradas por persona.

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