Mi PETiT OTOÑO - Mi Petit Madrid * - Mi PETiT OTOÑO (nº15):CRÓNiCA SENTiMENTAL DE LA CATRiNA

Mi PETiT OTOÑO (nº15):
CRÓNiCA SENTiMENTAL DE LA CATRiNA

La reacción ante la muerte ha sido y es tan variada como lo son las diferentes culturas, pero sin duda, su celebración por excelencia viene de la tradición mexicana que viste el 02 de noviembre de calacas, calaveras y color, una costumbre ancestral que se fusionó con la versión católica de los conquistadores y sus más comedidas celebraciones del día 01 de Todos los Santos y el 02 de los Fieles Difuntos. Y así, mientras los cristianos rezaban para que sus desaparecidos alcanzaran la gloria, en México y en América Central preferían rendir culto a la muerte facilitando el “viaje” de las almas a base de flores, licores, música, incienso, dulces, y toda clase de ofrendas, pero sobre todo, con mucho humor y una sonrisa en la cara. Crónica Sentimental del Día de los Muertos y de La Catrina, la guadaña multicultural.

Mucho antes de que los europeos llegaran a sus tierras, los mayas, aztecas, nahuas y totonacas, entre muchas otras civilizaciones pre-colombinas, no sabían ni de infierno ni de paraíso, y la suerte del difunto dependía no tanto de su comportamiento en vida como de la manera en que había muerto. Por ejemplo, a los que fallecían por algo relacionado con el agua -ya fuera ahogados o electrocutados por un rayo-, les esperaba el Tlalocán o paraíso del dios de la lluvia; a los que morían sacrificando sus vidas, en la batalla o dando a luz a un hijo, les aguardaba el Omeyocán o paraíso del sol; para los bebés que morían sin tiempo de recibir su consagración existía el Chichihuacuauhco, un edén presidido por un árbol que rezumaba leche y que iba acompañado de la creencia de que una vez extinguida la raza, aquellos niños volverían a la tierra para dar una nueva oportunidad de vida al planeta. Y por último, para la gran mayoría que moría por causas naturales, el destino era el Mictlán, el paraíso habitado por Mictecacíhuatl o Dama de los Muertos -la diosa que inspiró a la famosa Catrina-, y que para los mayas habitaba el inframundo o Xibalbá, solo accesible tras un tortuoso viaje en el que había que atravesar un río con la ayuda de un perro de la raza xolo, por lo que los vivos solían enterrar a sus muertos con uno de estos canes como ofrenda, y así las tumbas acababan llenitas de objetos para facilitar la travesía.

Por entonces, esta fiesta se realizaba en agosto, justo con el fin del ciclo agrícola del maíz, el garbanzo, el frijol y la calabaza -hoy tan asociada a la fiesta norteamericana-. Los 4 alimentos básicos formaban parte de una celebración que se alargaba todo el mes, con la naturaleza como cómplice, y ofrendas, sacrificios -incluso humanos- y cientos de altares como su manera de mantener la creencia de que había algo más allá de la muerte.

En el siglo XVI, con el afán de evangelizar las almas propagando su doctrina en las “nuevas tierras”, los cristianos asimilaron las tradiciones de los pueblos indígenas, creando una mezcla y sincronía que dio lugar al actual Día de los Muertos. Y con el tiempo, la cercanía hizo que también se extendiera a Estados Unidos que acabó dando calabazas a las calaveras al transformar su fiesta en una versión naranja y comercial llamada Halloween (contracción de All Hallow’s Eve o Víspera de Todos los Santos), y toda una amenaza ante la que la mismísima Unesco decidió actuar.

En 2003, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura declaró la tradición original indígena Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por su antigüedad y arraigo cultural. Tanto que hoy no hay Día de los Muertos sin cráneos por doquier, en todas sus formas y colores, de cerámica o barro, en disfraz o maquillaje, como el símbolo más democrático posible nacido sin querer de la mano del ilustrador mexicano José Guadalupe Posada.

La calavera era la imagen favorita del gran crítico político y social, y la dibujó en todas las situaciones y con atuendos de lo más variopintos para representar las miserias, errores y aciertos de la sociedad que le tocó vivir. Uno de sus grabados, firmado en 1913, con el que quería burlarse de los indígenas que pretendían ser europeos a toda costa, renegando incluso de su sangre, origen y cultura, mostraba a uno de estos cráneos adornados por un sombrero, lleno de joyas y plumas, la “viva imagen” de alguien que quería aparentar. Posada remató la faena titulando su dibujo, “La Calavera garbancera” (ver la ilustración), pues la garbanza era lo que vendían esos “nuevos ricos” indígenas, pero luego el pintor Diego Rivera la rebautizó como La Catrina al plasmarla en 1947 en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” (ver la ilustración), donde aquel esqueleto lucía vestido y sombrero de gala y posaba junto al propio Rivera, su esposa Frida Kahlo y José Guadalupe Posada.

Poco a poco la Catrina se convirtió en la imagen mexicana por excelencia de la muerte, un símbolo de su folclore popular y artesano indispensable para celebrar hoy, Lunes 02 de noviembre de 2015, el Día de los Muertos. De papel maché, cerámica o incluso de azúcar; de pan, adornadas con cientos de flores o encerradas en vitrinas; como versos con los que los vivos se burlan de los muertos, o formando pequeños altares, la calavera nos recuerda un célebre dicho popular, sin duda el mejor de los resúmenes de esta celebración: el muerto al cajón y el vivo al fiestón.

PD (nº1) prima hermana: En cuanto Halloween, incluidos su “truco o trato”, las hogueras, las historias de miedo y por supuesto su Jack-o’-lantern (linterna de Jack), tiene su origen en la conmemoración del Samhain, la más importante festividad de origen celta que celebraba en la noche del 31 del octubre al 01 de noviembre el Año Nuevo con el final de la temporada de cosechas. Una vez más, la llegada del cristianismo trastocó su significado hacia el Día de Todos los Santos, y este batiburrillo viajó hasta América del Norte cuando los inmigrantes irlandeses huyeron de la Gran Hambruna de 1845.

PD (nº2) artística: ¡No te pierdas la exposición “A veces soy calavera”, de Patricia Fornos (también en Facebook y Twitter), en el Hotel Silken Puerta América de Madrid (M Avenida de América), hasta el 27 de noviembre de 2015.

(De Lidia Martín, el 02 de noviembre de 2015)

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(De Lidia Martín, el 02 de noviembre de 2015)

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