Mi PETiT BARRiO (nº27):
MUSEO CHiCOTE
Mi PETiT BARRiO (nº27):
MUSEO CHiCOTE
Dicen que no conoces Madrid si no has estado en Chicote... Y lo cierto es que pocos bares pueden presumir de ser mencionados en un chotis y de haber practicado el afterwork mucho antes de que tuviera nombre. Punto de encuentro del glamour de Hollywood, la aristocracia, la intelectualidad del momento, la bohemia y los noctámbulos más canallas a lo largo de ocho décadas, el mítico local de la emblemática Gran Vía se reinventa de la mano del Grupo Mercado de la Reina, con un nuevo cóctel de ingredientes infalibles: clubbing, Dj’s, fancy tapas “deluxe” y brunch, que se degustan con combinados y eventos culturales.
Huérfano de padre, en una familia de origen humilde, Perico Chicote Serrano (1899-1977) empezó a trabajar con tan solo 8 años, sirviendo cazalla y aguardiente en una taberna del Mercado de los Mostenses. Pero, gracias a su don de gentes, pasó de mozo a jefe de cantinas en la primera fábrica Mahou (de la calle Amaniel) y de camarero en el Hotel Ritz, en 1916, y a barman en el Hotel Savoy, en casinos y en bares del momento como el Cook o el Pidoux, donde aprendió todos los secretos del negocio. Pero él, tenía un sueño. Había viajado a EE.UU. en plena Ley Seca y había visto cómo era un bar americano. Y, el mismo año en el que se proclamó la Segunda República, abría las ahora famosas puertas giratorias del entonces llamado Bar Chicote, en la Gran Vía (o, mejor dicho, en al Avenida del Conde de Peñalver en aquella época), sin poder imaginar que se convertiría en el templo nacional de la coctelería, reclamo turístico de la Villa y lugar de encuentro de los personajes más importantes de la política y la cultura.
Aunque Chicote simpatizaba con la monarquía, la marcha de Alfonso XIII y la llegada de la República no supuso un problema para su negocio. ¿Prueba de ello? Julián Besteiro, el presidente del PSOE, le encomendó la explotación del bar del Congreso de los Diputados en 1934, encargo que se prolongó hasta la Transición sin interrupción ya que, cuando estalló la Guerra (in)Civil, el barman se las arregló para que todo siguiera en orden (algo nada fácil con uno tiene 40 trabajadores en nómina). Gracias a su licencia de importación, el champán y el coñac franceses, el whisky escocés y el mejor Oporto -carísimos, por supuesto- animaron las noches madrileñas mermando las carteras de la clientela que, eso sí, se iba contentilla a casa.
Por sus mesas, han pasado políticos de todo pelaje (desde Eisenhower a Primo de Rivera pasando por La Pasionaria) a lo más granado del Hollywood de la época y la intelectualidad mundial como Rainiero de Mónaco, Grace Kelly, Sofía Loren, Jacinto Benavente, Dalí, Cela, Ortega y Gasset, Rita Hayworth, Gregory Peck, Frank Sinatra, Ava Gardner o Hemingway, que inspiraron algunos de los cócteles que aún hoy se sirven.
Resumiendo, el glamour del momento estaba en Chicote. No en vano fue vecino durante muchos años de la casa de costura Balenciaga (Gran Vía, 9), justo en la acera de enfrente. Igual servía a un presidente como preparaba el cóctel de moda a cualquiera de las mujeres de la alta sociedad, que se vestía en los salones del modisto español de renombre internacional, el único que fue capaz de motivar que Coco Chanel profiriera un halago hacia el trabajo de uno de sus competidores.
Lo del Museo Chicote llegó más tarde. Perico empezó a coleccionar botellas curiosas a partir de 1917, cuando el embajador de Brasil regaló a todos los empleados del Ritz una exótica cachaça. Con paciencia y esmero, fue recopilando ejemplares como un vodka de la bodega de un zar ruso, alcoholes que habían degustado Napoleón y Josefina Bonaparte, estrellas de Hollywood y hasta el primer hombre en pisar la luna. Se dice que llegó a reunir 20.000 botellas y, en 1940, decidió exponerlas en el sótano de su bar.
Su colección significaba tanto para él que se negó a regalar una botella de la que se había encaprichado la bella Sofía Loren y declinó la jugosa oferta de 30 millones de pesetas procedente del magnate Aristóteles Onassis. Solo hizo una excepción, con el doctor Fleming, el descubridor de la penicilina, a quien le regaló un whisky que no había vuelto a probar desde su época de estudiante. Cuando Chicote murió en 1977, su valioso tesoro pasó por varias manos, hasta que Rumasa se hizo con ella pero, tras la expropiación del holding de Ruiz Mateos, salió a subasta y fue comprada por un particular en 1983, por mucho menos de su valor. Estuvo un tiempo desaparecida hasta que fue encontrada en una nave en Las Rozas (Madrid).
En cuanto a la decoración del local, poco ha cambiado en sus muchos años de existencia: un regusto art deco y muebles deliberadamente retro respetan el legado del local, y fotografías de sus clientes habituales de hoy y de antaño sonríen desde las paredes. El verdadero cambio llega a las 23 horas, cuando se baja la luz y el hilo musical es sustituido por un Dj que pincha en directo; y, los domingos, se riza el rizo con el brunch, amenizado por Bimba Bosé, Mario Vaquerizo, David Delfín o Alaska (como hoy, Domingo 07 de diciembre de 2014).
Finalmente, el Fancy Club Dinning es la nueva opción gastronómica nocturna de la coctelería más antigua de España, en la que los platos parecen estar pensados para compartir y nada ha quedado al azar: “Queríamos que fueran pocas cosas, pero muy elegidas. Sobre todo se trata de poder cenar, tomando cócteles, porque esa es nuestra esencia”, señala Alexis Rojas, relaciones públicas de Museo Chicote, para explicar el porqué de la reducida carta. De hecho, el sumiller del Chicote te preguntará por tu elección gastronómica para poder recomendarte el combinado que mejor marida en sabores con tu plato.
Hoy en día, Almodóvar, Amaya Arzuaga, Alaska y Mario, María Esteve, Leonor Watling, Paz Vega, Boris Izaguirre, Rafael Amargo, Alejandro Amenábar o el recién llegado Jesús Castro se sientan en las mesas del Museo Chicote con la misma filosofía de antaño: para chicotear, verbo acuñado para expresar el acto de beber, charlar y escuchar buena música entre amigos, en plena Gran Vía madrileña, y, si apetece, compartirlo en las redes con el hashtag #chicoteando. Entonces, ¡feliz chicoteo!
PD nº1: En uno de sus muchos viajes en busca de botellas para su colección, Perico Chicote conoció a Agustín Lara, el (supuesto desde 2010) compositor del célebre chotis “Madrid, Madrid, Madrid”, en el que aparece el Chicote, y que hoy forma parte de la historia más castiza de la ciudad.
PD nº2: Hoy, Domingo 07 de diciembre de 2014, a partir de las 17h, la reina de la cabina, Alaska, pinchará en “Los Domingos son otra cosas” del Museo Chicote.
(De Abigail Campos, el 07 de diciembre de 2014)
Referencias útiles:
MUSEO CHiCOTE
Calle de la Gran Vía, 12
28013 Madrid
915 326 737
M Gran Vía / Banco de España
Horario:
- De Martes a Jueves: de 17h hasta las 3h de la madrugada;
- Los Viernes y Sábados: de 17h hasta las 3h30 de la madrugada;
- Los Domingos: de 13h a 22h.
Para seguir los pasos (re)creativos de MUSEO CHiCOTE, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.
[Volver a Mi Petit Gourmet, Discoteca, Callejero o Blogosfera]
Dicen que no conoces Madrid si no has estado en Chicote... Y lo cierto es que pocos bares pueden presumir de ser mencionados en un chotis y de haber practicado el afterwork mucho antes de que tuviera nombre. Punto de encuentro del glamour de Hollywood, la aristocracia, la intelectualidad del momento, la bohemia y los noctámbulos más canallas a lo largo de ocho décadas, el mítico local de la emblemática Gran Vía se reinventa de la mano del Grupo Mercado de la Reina, con un nuevo cóctel de ingredientes infalibles: clubbing, Dj’s, fancy tapas “deluxe” y brunch, que se degustan con combinados y eventos culturales.
Huérfano de padre, en una familia de origen humilde, Perico Chicote Serrano (1899-1977) empezó a trabajar con tan solo 8 años, sirviendo cazalla y aguardiente en una taberna del Mercado de los Mostenses. Pero, gracias a su don de gentes, pasó de mozo a jefe de cantinas en la primera fábrica Mahou (de la calle Amaniel) y de camarero en el Hotel Ritz, en 1916, y a barman en el Hotel Savoy, en casinos y en bares del momento como el Cook o el Pidoux, donde aprendió todos los secretos del negocio. Pero él, tenía un sueño. Había viajado a EE.UU. en plena Ley Seca y había visto cómo era un bar americano. Y, el mismo año en el que se proclamó la Segunda República, abría las ahora famosas puertas giratorias del entonces llamado Bar Chicote, en la Gran Vía (o, mejor dicho, en al Avenida del Conde de Peñalver en aquella época), sin poder imaginar que se convertiría en el templo nacional de la coctelería, reclamo turístico de la Villa y lugar de encuentro de los personajes más importantes de la política y la cultura.
Aunque Chicote simpatizaba con la monarquía, la marcha de Alfonso XIII y la llegada de la República no supuso un problema para su negocio. ¿Prueba de ello? Julián Besteiro, el presidente del PSOE, le encomendó la explotación del bar del Congreso de los Diputados en 1934, encargo que se prolongó hasta la Transición sin interrupción ya que, cuando estalló la Guerra (in)Civil, el barman se las arregló para que todo siguiera en orden (algo nada fácil con uno tiene 40 trabajadores en nómina). Gracias a su licencia de importación, el champán y el coñac franceses, el whisky escocés y el mejor Oporto -carísimos, por supuesto- animaron las noches madrileñas mermando las carteras de la clientela que, eso sí, se iba contentilla a casa.
Por sus mesas, han pasado políticos de todo pelaje (desde Eisenhower a Primo de Rivera pasando por La Pasionaria) a lo más granado del Hollywood de la época y la intelectualidad mundial como Rainiero de Mónaco, Grace Kelly, Sofía Loren, Jacinto Benavente, Dalí, Cela, Ortega y Gasset, Rita Hayworth, Gregory Peck, Frank Sinatra, Ava Gardner o Hemingway, que inspiraron algunos de los cócteles que aún hoy se sirven.
Resumiendo, el glamour del momento estaba en Chicote. No en vano fue vecino durante muchos años de la casa de costura Balenciaga (Gran Vía, 9), justo en la acera de enfrente. Igual servía a un presidente como preparaba el cóctel de moda a cualquiera de las mujeres de la alta sociedad, que se vestía en los salones del modisto español de renombre internacional, el único que fue capaz de motivar que Coco Chanel profiriera un halago hacia el trabajo de uno de sus competidores.
Lo del Museo Chicote llegó más tarde. Perico empezó a coleccionar botellas curiosas a partir de 1917, cuando el embajador de Brasil regaló a todos los empleados del Ritz una exótica cachaça. Con paciencia y esmero, fue recopilando ejemplares como un vodka de la bodega de un zar ruso, alcoholes que habían degustado Napoleón y Josefina Bonaparte, estrellas de Hollywood y hasta el primer hombre en pisar la luna. Se dice que llegó a reunir 20.000 botellas y, en 1940, decidió exponerlas en el sótano de su bar.
Su colección significaba tanto para él que se negó a regalar una botella de la que se había encaprichado la bella Sofía Loren y declinó la jugosa oferta de 30 millones de pesetas procedente del magnate Aristóteles Onassis. Solo hizo una excepción, con el doctor Fleming, el descubridor de la penicilina, a quien le regaló un whisky que no había vuelto a probar desde su época de estudiante. Cuando Chicote murió en 1977, su valioso tesoro pasó por varias manos, hasta que Rumasa se hizo con ella pero, tras la expropiación del holding de Ruiz Mateos, salió a subasta y fue comprada por un particular en 1983, por mucho menos de su valor. Estuvo un tiempo desaparecida hasta que fue encontrada en una nave en Las Rozas (Madrid).
En cuanto a la decoración del local, poco ha cambiado en sus muchos años de existencia: un regusto art deco y muebles deliberadamente retro respetan el legado del local, y fotografías de sus clientes habituales de hoy y de antaño sonríen desde las paredes. El verdadero cambio llega a las 23 horas, cuando se baja la luz y el hilo musical es sustituido por un Dj que pincha en directo; y, los domingos, se riza el rizo con el brunch, amenizado por Bimba Bosé, Mario Vaquerizo, David Delfín o Alaska (como hoy, Domingo 07 de diciembre de 2014).
Finalmente, el Fancy Club Dinning es la nueva opción gastronómica nocturna de la coctelería más antigua de España, en la que los platos parecen estar pensados para compartir y nada ha quedado al azar: “Queríamos que fueran pocas cosas, pero muy elegidas. Sobre todo se trata de poder cenar, tomando cócteles, porque esa es nuestra esencia”, señala Alexis Rojas, relaciones públicas de Museo Chicote, para explicar el porqué de la reducida carta. De hecho, el sumiller del Chicote te preguntará por tu elección gastronómica para poder recomendarte el combinado que mejor marida en sabores con tu plato.
Hoy en día, Almodóvar, Amaya Arzuaga, Alaska y Mario, María Esteve, Leonor Watling, Paz Vega, Boris Izaguirre, Rafael Amargo, Alejandro Amenábar o el recién llegado Jesús Castro se sientan en las mesas del Museo Chicote con la misma filosofía de antaño: para chicotear, verbo acuñado para expresar el acto de beber, charlar y escuchar buena música entre amigos, en plena Gran Vía madrileña, y, si apetece, compartirlo en las redes con el hashtag #chicoteando. Entonces, ¡feliz chicoteo!
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PD nº2: Hoy, Domingo 07 de diciembre de 2014, a partir de las 17h, la reina de la cabina, Alaska, pinchará en “Los Domingos son otra cosas” del Museo Chicote.
(De Abigail Campos, el 07 de diciembre de 2014)
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MUSEO CHiCOTE
Calle de la Gran Vía, 12
28013 Madrid
915 326 737
M Gran Vía / Banco de España
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- De Martes a Jueves: de 17h hasta las 3h de la madrugada;
- Los Viernes y Sábados: de 17h hasta las 3h30 de la madrugada;
- Los Domingos: de 13h a 22h.
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