Un potente olor a chocolate siempre atrapa al que pasa por la calle del Bonetillo desde la Costanilla de Santiago... como aquel grupo de norteamericanos, que hace menos de una semana, se precipitó hacia la puerta para gritar: “It must be heaven”; y a través de los cristales del pequeño comercio, un cocinero de cuento, Paul-Héctor Bossier (retratado aquí), que habla con soltura inglés, francés, español, catalán, portugués, alemán e italiano, además de flamengo -su lengua materna-, le contestó: “I’m not an angel but It’s heaven”. ¡Bienvenid@s a Chocolala belga!

   Atraído por la arquitectura de la capital, Paul-Héctor Bossier llegó a España hace 24 años, desde su ciudad natal de Gante (Bélgica), para estudiar Bellas Artes en la Universidad Complutense. Pero cuando terminó la carrera, “como no tenía ni un duro”, tuvo que volver a Bélgica a trabajar como maestro, su primera licenciatura. Dedicó sus primeros años de vida laboral a enseñar a cocinar a personas sordas y ciegas, en un Instituto de Educación especial en Brujas, y después, a menores delincuentes, en un reformatorio en Gante. “Me gustó trabajar con colectivos a los que nadie tiene en cuenta. Me gusta pensar que todo el mundo tiene derecho a una oportunidad”, explica este maestro del chocolate.

   Pero la vida da muchas vueltas. En 2010, Paul-Héctor se enamoró perdidamente de una “gata”, y lo dejó todo para instalarse en Madrid donde, para poder quedarse, montaría su propio negocio... de chocolate belga, que siempre ha gozado de fama mundial. Después de convencer a otros 4 artesanos belgas del chocolate, empezó a importar la fruta del cacao desde Costa de Marfil y de República Dominicana, hasta su instalación de Gante donde, desde entonces, sus 4 socios la transforman en pasta de cacao antes de mandársela a Madrid donde Paul-Héctor le da forma en su taller.

   A la hora de elegir su local, el único artesano del chocolate belga en Madrid siguió los consejos de su progenitor: “Mi padre siempre decía que, cuando abres un negocio, tiene que estar lo más cerca posible de una plaza y de una Iglesia”. Y el 22 de diciembre de 2010, después de superar todas las exigencias administrativas del Ayuntamiento de Madrid, “que no se lo pone nada fácil a los emprendedores”, y de realizar una gran reforma, Paul-Héctor abrió las puertas de su pequeña fábrica de chocolate, en el centro de la Villa, a 500 m de la Catedral de la Almudena y al ladito de la Plaza Mayor.

   Hoy en día, de su fábrica de apenas 50 metros cuadrados y con la ayuda de Maibeye e Isabel, salen a diario tabletas de chocolate belga y naranja (elaboradas con naranjas ecológicas de Valencia, que él mismo confita), otras con frutos secos, lima, almendras, avellanas, chocolate blanco o negro, trufas y bombones de naranja, coco, almendras, cava, menta y violeta; castillos de chocolate, que rinden homenaje al castillo de Torroella de Montgrí (Gerona), donde hace años compró una vivienda; y bombones de violeta en homenaje a la capital de España. Además, Paul-Héctor también acepta encargos personalizados, como cuando hizo una escultura de chocolate de la Plaza del Dos de Mayo por encargo de la familia Real.

   Para Paul-Héctor, lo mejor de su trabajo es poder hacer feliz a la gente que entra en su negocio, atraída por el olor, y que sale relamiéndose, con una sonrisa de oreja a oreja. Y aunque, según el artesano chocolatero, aún no se puede hablar de recuperación económica, sí que ha notado un incremento del turismo en la capital durante los últimos meses. De hecho, desde hace un año, ha aumentado su presencia en ferias y mercadillos madrileños. En efecto, el primer fin de semana del mes no falta a su cita con el Mercado de La Buena Vida, y el último, quienquiera le encontrará en su puesto en el Mercado de Productores de Matadero Madrid.

Finalmente, si Paul prepara con mucho mimo cada envoltorio que serigrafía a mano, prueba cada nueva receta porque no le queda otro remedio… ya que, aunque parezca increíble, a Paul ¡¡¡no le gusta el chocolate!!!

                                        (De Carla Pulín, el 26 de octubre de 2015)

Referencias útiles:
CHOCOLALA BELGA
Calle del Bonetillo, 1
28013 Madrid
918 437 757
M Sol / Ópera

Horario: de Lunes a Domingo, de 10h a 14 h y de 17h a 20h.

Precios: Tabletas a 3,50 euros; Trufas a 48 euros el kilo; y Bombones a 56 euros el kilo.

Para seguir los pasos gastronómicos de CHOCOLALA BELGA, conéctate a su web.

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