Yolanda Morán (retratada aquí), valenciana de 45 años, estudió ingeniería topográfica, y en 2002 se vino a probar suerte a Madrid. Nada más llegar se estableció en el barrio de Conde Duque y como buena vecina, visitó algún que otro bar de la zona y se dio cuenta de que el vino estaba muy olvidado. Cuando la empresa en la que trabajaba planteó un ERE, Yolanda, desencantada tras 14 años ejerciendo, decidió acogerse al despido para obligarse a cambiar de rumbo, y el vino regresó a su mente. Buscó un local cercano a su casa, hizo cursos de cata y el 1 de mayo de 2012 abrió De Vinos.

   Tenía claro que no quería una tienda de vinos, ni una cantina al uso. Lo suyo tenía que cubrir el vacío que ella misma había experimentado durante años. Recuerda Yolanda que hace una década era muy difícil tomar un buen vino a determinadas horas, más aún hacerlo en un espacio bien ambientado o con algo de música, o que el protagonista del local fuera esta bebida, y no un mero actor secundario sin apenas opciones o que solo aparecía como posible acompañamiento de la comida.

   Con esta idea, Yolanda decidió abrir un bar especializado en este caldo, pero con la filosofía de un local de copas. Para lograrlo, buscó bodegueros, cató lo indecible, creó un ambiente acogedor, y por fin inauguró un bar sin haber tirado una caña en su vida. Cuando empezó, lo hizo con vinos nacionales y extranjeros. Luego, se especializó en lo patrio, y desde hace unos meses, ha vuelto a abrir la veda a lo internacional añadiendo a su carta algún caldo italiano, francés o argentino, no tanto por la zona de la que provienen, sino por la uva, que confiesa Yolanda, es lo que más le interesa. 

   Su carta de vinos cambia cada dos meses. Una rotación que le permite no aburrir a unos clientes fieles que, nada más entrar, preguntan qué hay de nuevo. De hecho, Yolanda puede presumir de tener una de las más extensas ofertas de vinos por copas, con 27 variedades entre blancos, espumosos, generosos y tintos. Además, a esto le suma algunos vinos de alta calidad (que pueden alcanzar hasta siete euros por copa) y que también ofrece en esta modalidad gracias a su adorado covarin, un gadget que le permite, por increíble que parezca, decantar el vino sin descorchar la botella manteniendo así sus propiedades y evitando la oxidación del caldo.

   Por supuesto, también entran en su propuesta los vinos artesanos de producción ecológica y sostenible; y los naturales, que además no llevan sulfitos. Consciente de su importancia, Yolanda realiza dos veces al mes, con la ayuda de Eduardo Muñoz de Offwines, catas de vinos naturales; y cada dos meses organiza un encuentro que ha bautizado Face to Face, en el que 'enfrenta' a dos bodegueros de vinos artesanos para que muestren su producto en un día en el que el bar se convierte en una feria con tickets para los clientes que quieran degustar estos nuevos caldos.

   Porque Yolanda está muy atenta a lo que demanda su público, y más allá de las innumerables ferias, eventos y salones relacionados con el vino a los que acude, las mejores recomendaciones, confiesa, las obtiene de sus parroquianos. La gran mayoría son amantes de este especial zumo de uva de entre 30 y 45 años, dispuestos a gastar algo más, pues reconoce Yolanda que el vino siempre es más caro que la cerveza o el botellín. De hecho, en Madrid, aunque en los últimos tiempos, este caldo haya tomado más fama, la costumbre sigue siendo beber cerveza. Tanto que mientras que en la capital lo normal es decir “Vámonos de cañas”, en el norte o sur de España lo habitual es “Vámonos de vinos”. Sin embargo, Yolanda ha conseguido que su bar se llene de incondicionales, desde vecinos del barrio a algún que otro curioso que recorre lo que haga falta para probar su variedad, que por algo De Vinos conquistó al mismísimo tabloide The Guardian y ahora figura entre uno de los mejores bares de Madrid en la guía Lonely Planet.

   De Vinos también ofrece también ricos vermús, no solo de grifo. Tiene 15 variedades en botella, una vez más elegidas por las distintas uvas como Mencía, Garnacha o Jerez, y para rematar, hay también negroni, spritz, marianito (muy típico del País Vasco-) o el mítico yayo, es decir, vermú con un chorrito de ginebra. Y para el que pida una botella de vino y no la acabe, esta tabernera ofrece la posibilidad de envasarla al vacío y guardársela al cliente bajo etiqueta con su nombre para la siguiente visita, eso sí, en un tiempo prudencial que permita mantener los aromas y sabores de esta bebida. Porque todo cuenta, y más allá de conservarlos en la temperatura correcta, Yolanda cuida el recipiente en el que los ofrece, la música de fondo, la luz, el ambiente, el trato personalizado o saberse casi todos los nombres de sus clientes, para así envolver de magia y convertir en toda una experiencia algo tan sencillo como tomar un buen vino.

   Y recuerda, aunque en De Vinos se puede picar jamón, cecina, mojama, quesos o sus famosas gildas caseras, solo están para acompañan a sus caldos, y no al revés. ¡Salud!

                                              (De Lidia Martín, el 11 de julio de 2018)

Referencias útiles:
DE ViNOS (en la ilustración)
Calle de la Palma, 76
28015 Madrid
911 82 34 99
M Plaza de España / Noviciado / San Bernardo

Horario:
- De Martes a Jueves: de 20h hasta medianoche;
- Los Viernes: de 20h a 2h30;
- Los Sábados: de 13h a 16h y de 19h a 2h30;
- Los Domingos: de 13h a 16h.

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