Como los 3 mosqueteros, guerrearon (sin llevar espadas) y unieron sus fuerzas para conseguir un fin. Como los 3 reyes magos, persiguieron con paciencia una estrella (con forma de idea) que ha terminado por conducirlas al número 64 de la calle Hortaleza. Y, desde entonces, como los 3 ingredientes del pan (la levadura, la harina y el agua), se funden, se amasan y se complementan para acompañar y enriquecer cualquier momento susceptible de girar en torno a una buena mesa. Que ¿de qué estamos hablando? De Ana, Sara y Roberta, el alma, la sal y, a veces, la pimienta del primer centro cultural del gusto de Madrid (y de España): La librería gastronómica,
 escuela de cocina y sala de catas A punto.

Los ingredientes
Un espacio de 400 metros cuadrados, dividido en 2 plantas y separados en altura por una escalera en la que resulta sencillo imaginarse, con su sombrero de frutas incluido, bajando a Carmen Miranda. Un lugar donde se rinde homenaje a la gastronomía, enología y literatura. En su interior, hay, entre otras muchas cosas, 3000 referencias bibliográficas (novelas, recetarios, enciclopedias, ensayos y cualquier libro que tenga algo que ver con la comida), más de 40 cacerolas, 8 hornos, 2 microondas, 3 neveras, 2 congeladores, 1 Thermomix (y para lo poco que la usan, hasta les sobra), 2 friegaplatos (y para lo que mucho que los usan, hasta les faltan), 4 encimeras (espectaculares) de trabajo, 2 mesas, un “Puffff” -con mueca de infinito- de vajilla, 14 empleados fijos y 15 chefs colaboradores.

   Dichos chefs son los encargados de impartir la gran variedad de cursos que se organizan en A punto, aunque, como señala Ana Lorente, hay alguno que, de momento, se les resiste: “Llevamos tiempo detrás de dar un buen curso de cocina china, pero está resultando muy complicado encontrar el/la cocinera adecuada”, porque es que aquí, ¡no da una clase cualquiera! Hablamos de cocineros/as profesionales que además de saber cocinar, saben transmitir sus conocimientos y su pasión.

La receta
¿Quién es quién en esta receta de éxito? Sara Cucala (en el centro de la ilustración) podría ser la levadura. Un fermento vivo, una bacteria (buena) que, cuando se mezcla con el agua, Ana (a la izquierda), y con la harina, Roberta (a la derecha), reacciona químicamente, produciendo un gas, que hace subir la masa. Sara, periodista de profesión, es la creativa, la que elucubra y juguetea con la programación (y se vuelve loca intentando cuadrar las agendas de los cocineros profesionales con los que colaboran), la encargada de la comunicación y la que, después de viajar y viajar por el mundo y de ver cómo en otras ciudades existían librerías donde se cocinaba, convenció a sus actuales socias de que un negocio así era buena idea.

   Roberta Bruno -la harina- es la encargada de crear la estructura y la textura del lugar. La que, gracias a sus estudios y experiencia profesional en comercio exterior, es decir, en los números, influye y controla el sabor final para administrar los recursos y producir así un pan (A punto) que crezca más y mejor manteniendo su frescura por más tiempo.

   En cuanto a Ana Lorente, es la emoción, el agua, el recurso más necesario para la vida, el conductor y generador perfecto de energía. Ana no habla, fluye como fluyen los líquidos, como hace el vino que, a la vez, es su debilidad y especialidad. Ella imparte las catas –de 2h 30min de duración- una vez cada 2 semanas. Ana (también periodista como Sara) descorcha una historia y te envuelve en ella hasta que no solo la absorbes, sino que, también, la sientes.

   En definitiva, un trío de ases que, desde hace más de 4 años, está siempre A Punto. ¡Ponles a prueba!

PD nº1: Entre los 15 chefs que colaboran con A Punto, hay una que ha conquistado el título de chef residente: Clara P. Villalón, una excelente repostera y una exquisita cocinera que se dio a conocer entre el público en los fogones del programa de TV Master Chef y que, ahora, es la coordinadora de cocina en A Punto. ¿Sus tareas? Da la mayoría de las clases, hace la compra cada día buscando la perfecta relación calidad-precio (pescado en el Mercado de Barceló, verduras en Mostenses, carnes de Campocerrado en Salamanca…), crea recetas nuevas, elabora textos para el blog y, algo fundamental “me acuerdo de tirar las cosas que se nos ponen malas en la nevera”, dice Clara mientras teclea en el portátil… ¿una receta?

PD nº2: Independientemente de las catas, en todos y cada uno de los cursos de cocina que se dan en A punto, además de cocinar, hay siempre una, dos, tres (o las que hagan falta) botellas de buen vino para completar la experiencia y maridar con la receta de turno que se esté preparando. Que quede dicho que en A Punto no se casan con nadie (salvo con los cavas de Freixenet) y que cualquier bodega que esté interesada en promocionar o dar a conocer sus caldos puede hacerles llegar un surtido de los mismos. Sin la menor duda, Ana Lorente, se encargará de lucirlos y de darlos a catar en las mejores condiciones imaginables.

PD nº3: Además de cursos para niños, para jóvenes, para mayores, para expertos, para principiantes, etc, el local se puede alquilar para realizar cenas privadas en las que se cocina in situ (siempre con la ayuda/tutela de un miembro de A Punto), eventos, fotografía y una cena experiencial a ciegas. En la cena a ciegas, a los comensales se les tapan los ojos en el piso superior, se les ayuda a bajar las escaleras, se les acomoda y se les va sirviendo un menú (escogido por uno de los chefs) para estimular el gusto, el olfato y el oído (sí, también el oído, que ya hemos dicho que aquí las palabras tienen sabores, al igual que la comida).

PD nº4: Finalmente, también realizan servicio de catering y sacan los fogones de casa para llevarlos allá donde se reclamen.

                                                              (De Noemí Z., el 15 de abril de 2014)

Referencias útiles:
A PUNTO
Calle de Hortaleza, 64
28004 Madrid
917 021 041
M Chueca

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