DETRÁS DE LA FACHADA (nº37):
CALLE DE RODRíGUEZ SAN PEDRO, 72
DETRÁS DE LA FACHADA (nº37):
CALLE DE RODRíGUEZ SAN PEDRO, 72
Delimitada por las calles Hilarión Eslava, Rodríguez San Pedro, Gaztambide y Meléndez Valdés, en (el barrio de Gaztambide, distrito de) Chamberí, la manzana de viviendas de ladrillo visto rojo (muy madrileño) y carpintería pintada en verde fue bautizada La Casa de las Flores por las terrazas (casi suspendidas), adornadas con macetas y flores, que asoman a la calle Princesa, en la esquina más importante del conjunto. Detrás de la singular fachada vanguardista -una de las más representativas de la arquitectura racional del Madrid de los años 30-, el armonioso proyecto urbanístico revolucionó la concepción del espacio urbano impuesto por el Plan Castro.
El conjunto se construyó entre 1930 y 1932 en el solar del que fue el primer campo de futbol de Madrid, después de que el proyecto del arquitecto bilbaíno, Secundino Zuazo (1887-1971) -al que también debemos el Palacio de la Música (1926), los Nuevos Ministerios (1936) o las viviendas para empleados de la EMT en los números 292-300 del Paseo de la Castellana (1949)-, ganara el concurso, convocado por el Banco Hispano Colonial en colaboración con el Instituto Nacional de Previsión. Gracias al Plan de Ensanche de la capital, que preveía construir viviendas en una zona privilegiada, próxima al parque del Oeste, conocida entonces como la “cornisa de Madrid”, que fundamentalmente había estado ocupada por cuarteles y un par de cementerios, La Casa de la Flores se convirtió en un emblema de la sociedad moderna y republicana.
Siguiendo modelos de viviendas que entonces se construían en Ámsterdam y Viena, el complejo de Zuazo posee 288 viviendas -de 88 a 170 metros cuadrados-, repartidas en dos bloques paralelos, de 5 pisos de altura cada uno, excepto los interiores, que alcanzan las 7 plantas, separados por un jardín comunal interior, formado por 3 zonas comunicadas entre sí que en su momento estuvo abierto a las calles de Rodríguez San Pedro y Meléndez Valdés. Los bloques que dan al jardín poseen en la última planta -a la que se accede mediante escaleras después de dejar el ascensor en la sexta-, terrazas bajo cubiertas desde las que se divisa todo el barrio y la sierra de Guadarrama, que fueron los lavaderos y tendederos de las viviendas.
Con ese proyecto, el arquitecto demostró que se podían construir viviendas de calidad para la clase media frente a lo que se estaba haciendo en aquel entonces. A diferencia de los bloques de viviendas aceptables en el exterior pero insalubres en el interior, que normalmente daban a un patio pequeño y mal ventilado; en la Casa de las Flores, todas las habitaciones eran (y son) exteriores, ya sea a la calle o al jardín, las cocinas y los baños daban (y dan) a los patios interiores amplios, y sus grandes ventanas y eficaz distribución permitían conseguir las necesarias corrientes de aire para refrescar los calurosos veranos madrileños.
Entre sus vecinos más conocidos, destacan los nombres del científico y nutricionista Francisco Grande Covián (1909-1995), del poeta y escritor Emilio Carrere (1881-1947); y de Pablo Neruda (1904-1973), que le dedicó preciosos versos en recuerdo de su intensa estancia en la Villa.
Cuando el poeta chileno -con 30 años recién cumplidos- fue nombrado cónsul de la embajada de Chile en Madrid en 1934, Rafael Alberti (1902-1999) se encargó personalmente de buscarle un lugar donde vivir y escogió la recién construida Casa de las Flores, en un barrio liberal como era Argüelles. Federico García Lorca (1898-1936) fue a buscarle a la estación y, nada más entrar en el piso, Neruda decidió tirar el tabique que había entre el salón y el comedor para convertir la estancia en un lugar de reunión y poder recibir a sus mejores amigos, los poetas de la Generación del 27 y a la artista argentino-chilena Delia del Carril sin saber (¿o sí?) que se convertiría en su amante y que, por ella, abandonaría a su mujer, la holandesa María Antonia Hagenaar, y madre de su hija, Malva Marina, nacida en Madrid en 1934 con hidrocefalia. Gracias a sus amigos, pero sobre todo a partir de la muerte de Federico en Granada, Neruda se comprometió con la causa republicana y tomó conciencia del conflicto más dramático de la historia de España.
Con el estallido de la Guerra (in)civil, la Casa de las Flores, por su ubicación, se convirtió en frente de batalla. El costado -que daba a Hilarión Eslava- se transformó en cuartel general de las fuerzas republicanas, y el lado opuesto -en la calle Gaztambide- en almacén y cárcel. Cuentan que Neruda subía cada día a la azotea para colocar la bandera chilena con el fin de que todos supieran que allí continuaba el consulado de Chile. Pero, cuando el edificio fue bombardeado, el poeta diplomático ya no estaba en España aunque volvería a ver su casa semiderruida ya finalizada la contienda, en 1939, cuando regresó a España para sacar inesperadamente de la cárcel a Miguel Hernández (1910-1942) y, de paso, recoger algunas pertenencias que habían quedado en su nido de (des)amor.
Finalmente, el conjunto fue reconstruido al año siguiente de finalizar la guerra respetando sus formas originales y, 40 años después, fue declarado Monumento Nacional (1981). Para conmemorarlo, el entonces alcalde Tierno Galván mandó colocar una placa en la esquina de Hilarión Eslava con Rodríguez San Pedro, que descubrió Rafael Alberti y que reza: “’Mi casa era llamada la casa de las flores’*. Madrid recuerda a Pablo Neruda”.
(De Amelia Alas, el 07 de octubre de 2014)
Referencias útiles:
LA CASA DE LAS FLORES
Accesos:
(1) En la Calle de Hilarión Eslava, nº2, 4 y 6
(2) En la Calle de Meléndez Valdés, nº 59 y 61
(3) En la Calle de Gaztambide, nº 19, 21 y 23
(4) En la Calle de Rodríguez San Pedro, nº70 y 72
28015 Madrid
M Argüelles
*Se trata de dos versos del poema "Explico algunas cosas", de Pablo Neruda, en el poemario España en el corazón: himno a las glorias del pueblo en la guerra (1937), posteriormente incluido en el tercer volumen de Residencia en la tierra:
Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores,
porque por todas partes
estallaban geranios; era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, ¿te acuerdas?
¿te acuerdas Rafael?
Federico, ¿te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa
con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida
pescados hacinados
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta saldrá metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
saldrá España,
pero de cada niño muerto saldrá un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
(De Pablo Neruda)
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Delimitada por las calles Hilarión Eslava, Rodríguez San Pedro, Gaztambide y Meléndez Valdés, en (el barrio de Gaztambide, distrito de) Chamberí, la manzana de viviendas de ladrillo visto rojo (muy madrileño) y carpintería pintada en verde fue bautizada La Casa de las Flores por las terrazas (casi suspendidas), adornadas con macetas y flores, que asoman a la calle Princesa, en la esquina más importante del conjunto. Detrás de la singular fachada vanguardista -una de las más representativas de la arquitectura racional del Madrid de los años 30-, el armonioso proyecto urbanístico revolucionó la concepción del espacio urbano impuesto por el Plan Castro.
El conjunto se construyó entre 1930 y 1932 en el solar del que fue el primer campo de futbol de Madrid, después de que el proyecto del arquitecto bilbaíno, Secundino Zuazo (1887-1971) -al que también debemos el Palacio de la Música (1926), los Nuevos Ministerios (1936) o las viviendas para empleados de la EMT en los números 292-300 del Paseo de la Castellana (1949)-, ganara el concurso, convocado por el Banco Hispano Colonial en colaboración con el Instituto Nacional de Previsión. Gracias al Plan de Ensanche de la capital, que preveía construir viviendas en una zona privilegiada, próxima al parque del Oeste, conocida entonces como la “cornisa de Madrid”, que fundamentalmente había estado ocupada por cuarteles y un par de cementerios, La Casa de la Flores se convirtió en un emblema de la sociedad moderna y republicana.
Siguiendo modelos de viviendas que entonces se construían en Ámsterdam y Viena, el complejo de Zuazo posee 288 viviendas -de 88 a 170 metros cuadrados-, repartidas en dos bloques paralelos, de 5 pisos de altura cada uno, excepto los interiores, que alcanzan las 7 plantas, separados por un jardín comunal interior, formado por 3 zonas comunicadas entre sí que en su momento estuvo abierto a las calles de Rodríguez San Pedro y Meléndez Valdés. Los bloques que dan al jardín poseen en la última planta -a la que se accede mediante escaleras después de dejar el ascensor en la sexta-, terrazas bajo cubiertas desde las que se divisa todo el barrio y la sierra de Guadarrama, que fueron los lavaderos y tendederos de las viviendas.
Con ese proyecto, el arquitecto demostró que se podían construir viviendas de calidad para la clase media frente a lo que se estaba haciendo en aquel entonces. A diferencia de los bloques de viviendas aceptables en el exterior pero insalubres en el interior, que normalmente daban a un patio pequeño y mal ventilado; en la Casa de las Flores, todas las habitaciones eran (y son) exteriores, ya sea a la calle o al jardín, las cocinas y los baños daban (y dan) a los patios interiores amplios, y sus grandes ventanas y eficaz distribución permitían conseguir las necesarias corrientes de aire para refrescar los calurosos veranos madrileños.
Entre sus vecinos más conocidos, destacan los nombres del científico y nutricionista Francisco Grande Covián (1909-1995), del poeta y escritor Emilio Carrere (1881-1947); y de Pablo Neruda (1904-1973), que le dedicó preciosos versos en recuerdo de su intensa estancia en la Villa.
Cuando el poeta chileno -con 30 años recién cumplidos- fue nombrado cónsul de la embajada de Chile en Madrid en 1934, Rafael Alberti (1902-1999) se encargó personalmente de buscarle un lugar donde vivir y escogió la recién construida Casa de las Flores, en un barrio liberal como era Argüelles. Federico García Lorca (1898-1936) fue a buscarle a la estación y, nada más entrar en el piso, Neruda decidió tirar el tabique que había entre el salón y el comedor para convertir la estancia en un lugar de reunión y poder recibir a sus mejores amigos, los poetas de la Generación del 27 y a la artista argentino-chilena Delia del Carril sin saber (¿o sí?) que se convertiría en su amante y que, por ella, abandonaría a su mujer, la holandesa María Antonia Hagenaar, y madre de su hija, Malva Marina, nacida en Madrid en 1934 con hidrocefalia. Gracias a sus amigos, pero sobre todo a partir de la muerte de Federico en Granada, Neruda se comprometió con la causa republicana y tomó conciencia del conflicto más dramático de la historia de España.
Con el estallido de la Guerra (in)civil, la Casa de las Flores, por su ubicación, se convirtió en frente de batalla. El costado -que daba a Hilarión Eslava- se transformó en cuartel general de las fuerzas republicanas, y el lado opuesto -en la calle Gaztambide- en almacén y cárcel. Cuentan que Neruda subía cada día a la azotea para colocar la bandera chilena con el fin de que todos supieran que allí continuaba el consulado de Chile. Pero, cuando el edificio fue bombardeado, el poeta diplomático ya no estaba en España aunque volvería a ver su casa semiderruida ya finalizada la contienda, en 1939, cuando regresó a España para sacar inesperadamente de la cárcel a Miguel Hernández (1910-1942) y, de paso, recoger algunas pertenencias que habían quedado en su nido de (des)amor.
Finalmente, el conjunto fue reconstruido al año siguiente de finalizar la guerra respetando sus formas originales y, 40 años después, fue declarado Monumento Nacional (1981). Para conmemorarlo, el entonces alcalde Tierno Galván mandó colocar una placa en la esquina de Hilarión Eslava con Rodríguez San Pedro, que descubrió Rafael Alberti y que reza: “’Mi casa era llamada la casa de las flores’*. Madrid recuerda a Pablo Neruda”.
(De Amelia Alas, el 07 de octubre de 2014)
Referencias útiles:
LA CASA DE LAS FLORES
Accesos:
(1) En la Calle de Hilarión Eslava, nº2, 4 y 6
(2) En la Calle de Meléndez Valdés, nº 59 y 61
(3) En la Calle de Gaztambide, nº 19, 21 y 23
(4) En la Calle de Rodríguez San Pedro, nº70 y 72
28015 Madrid
M Argüelles
*Se trata de dos versos del poema "Explico algunas cosas", de Pablo Neruda, en el poemario España en el corazón: himno a las glorias del pueblo en la guerra (1937), posteriormente incluido en el tercer volumen de Residencia en la tierra:
Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?
Os voy a contar todo lo que me pasa.
Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.
Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores,
porque por todas partes
estallaban geranios; era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, ¿te acuerdas?
¿te acuerdas Rafael?
Federico, ¿te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa
con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida
pescados hacinados
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta saldrá metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
saldrá España,
pero de cada niño muerto saldrá un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
(De Pablo Neruda)
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PASEO DE LA REPÚBLiCA DE CUBA, 4
El 30 de junio de 1887, la Reina Regente y viuda de Alfonso XII, doña María Cristina, se puso sin duda sus mejores galas para acudir a la inauguración...
DETRÁS DE LA FACHADA (nº38):
PASEO DE LA REPÚBLiCA DE CUBA, 4
El 30 de junio de 1887, la Reina Regente y viuda de Alfonso XII, doña María Cristina, se puso sin duda sus mejores galas para acudir a la inauguración...
DETRÁS DE LA FACHADA (nº38):
PASEO DE LA REPÚBLiCA DE CUBA, 4
El 30 de junio de 1887, la Reina Regente y viuda de Alfonso XII, doña María Cristina, se puso sin duda sus mejores galas para acudir a la inauguración...
DETRÁS DE LA(S) FACHADA(S) (nº36):
CALLE DE HORTALEZA, 63
Por extraño que parezca, en la confluencia de los barrios de Malasaña, Chueca y Chamberí, permanece medio escondido un impresionante edificio...
DETRÁS DE LA FACHADA (nº35):
EL MERCADO DE BARCELÓ DE 1956 A 2009
Construido en 1956, siguiendo -según Almudena Grandes- “los dudosos criterios de modernidad que han logrado que tantos edificios...
DETRÁS DEL FACHÓN DEL TORO DE OSBORNE: ¡CARRETERA Y... PLAYA!
Diseñado en 1956 por Manolo Prieto, instalado en 1957 por la geografía accidentada española, tuneado en 1983 por Keith Haring...
DETRÁS DEL FACHÓN DEL TORO DE OSBORNE: ¡CARRETERA Y... PLAYA!
Diseñado en 1956 por Manolo Prieto, instalado en 1957 por la geografía accidentada española, tuneado en 1983 por Keith Haring...