Es un oasis en el centro de Madrid donde los cuerpos celestes bien podrían deambular y perderse, un lugar exquisito y bello en el que realizar eventos, un cofre abierto al aire libre en el que, nada más entrar, tus sentidos se despiertan a los colores y olores que inundan cada rincón al compas del agua de una antiquísima fuente de piedra. Pero, además de vivero, invernadero y tienda de objetos de decoración, El Jardín del Ángel es ante todo la floristería más antigua de la Villa.

   En pleno barrio de Las Letras, este espacio florido y hermoso encierra entre sus plantas y macetas una historia de más de 3 siglos. Pocos saben que, ya en el siglo XVI, se depositaban flores en su interior… solo que, por aquel entonces, adornaban las sepulturas de un camposanto, el de la Iglesia de San Sebastián, en la que autores, comediantes y artistas se bautizaban, casaban y recibían sepultura como, por ejemplo, don Lope de Vega y Carpio, cuyos restos siguen permaneciendo aún hoy en día en el templo.

   Según Pilar Vigara Muriel (en la ilustración), actual propietaria de la floristería (que se mueve por El Jardín como una flor más, por su energía contagiosa, su belleza de ojos vivos y claros, y su sonrisa transparente), antaño se denominaba “cementerio de los cómicos, debido a que en la parroquia de San Sebastián había 2 cofradías: la de Nuestra Señora de la Novena, ligada a la gente del teatro, y la cofradía de Nuestra Señora de Belén, que pertenecía a los arquitectos”. Pero, los arquitectos decidieron irse porque no querían ser enterrados junto a los primeros, entonces considerados gente inferior, y, poco a poco, los cómicos (así se conocía entonces a la gente del teatro) se hicieron con la iglesia y su camposanto, en una época en que todavía se enterraban cuerpos en los centros de las ciudades hasta que Carlos III ordenara, por higiene, desplazarlos en las afueras.

   Una vez trasladado el cementerio, el solar se arrendó, en 1889, a la familia Martín, hasta entonces dueña de un puesto de flores en Atocha, desde los años 40 del siglo XIX. Los nuevos inquilinos convirtieron el cementerio en un jardín que gestionaron y mimaron durante varias generaciones. En plena guerra (in)civil española, el 20 de noviembre de 1936, cayó una bomba que destrozo parte de la Iglesia colindante y ni siquiera ese día cerraron la floristería. Los señores Martín siguieron vendiendo flores como respuesta a las vidas que se secaban cada día. Hoy en día, de los Martín queda el maravilloso olivo, que plantó el padre de Antonio Martín II en medio del patio, “al que viene la gente para abrazarse a él” porque, según cuenta la leyenda (¿urbana?), resuelve las cuitas amorosas...

   En 2006, la Floristería Martín pasó a llamarse “La Floristería de Lola” con el traspaso a Lola Castro con quien Pilar se asoció en 2009. Cansada y algo decepcionada con el rumbo que estaba llevando su profesión de productora de televisión (Pilar trabajó durante más de 20 años en el mundo del audiovisual en programas como “Lluvia de Estrellas”, “Quien Quiere ser Millonario” y “Menudo Show”), un día pasó en moto por delante de la floristería y vio el cartel de “Se vende”: “Mmmm, aquí podría trabajar yo”. Y así lo hizo. Hasta el punto de que, en 2012, le compró su parte del negocio a Lola y quedó como única propietaria del lugar que bautizaría “El Jardín del Ángel”.

   A su vez, Pilar trasformó el coqueto espacio ampliando sus horizontes. Jugó con las columnas de piedra originales que sujetan las maderas del techo del invernadero y las convirtió no solo en base de fuerza sino en decoración. Si buscas bien, podrás ver hadas sobrevolando alguna planta, muñecos de jardín llenos de energía y color, semillas que viajan en la maleta de los turistas hacia países más fríos, inciensos que compiten con los aromas de las propias flores, etc. Un mundo mágico donde todos somos bien recibidos y atendidos.

   Finalmente, además de tienda, jardín y espacio de cuento en el que olvidarte de la ciudad (estando en el centro de la misma), en el Jardín del Ángel se organizan actividades para niños y no tan niños. No te extrañes si un sábado o un domingo cualquiera te encuentras con un concierto acústico; un expedicuentos (palabro que ellos mismos se han inventado) donde se les enseña a los niños de dónde salen las plantas, a plantar judías, pimientos; y talleres de jardinería, de horticultura y de alfarería…

   Definitivamente, El Jardín del Ángel es el edén de las flores y de sus amantes.

PD nº1: Atendiendo a los conocimientos, la energía y la pasión de Pilar, aquí van algunas de sus recomendaciones florales:

Para exterior: Los laureles son una de las mejores plantas para dar la bienvenida a la entrada de tu casa (que además, nos sirve para cocinar guisos ricos, ricos). Siguiendo con los guisos y cocciones: Perejil rizado, perejil normal, lavanda, romero, albahaca (uno de los más vendidos entre el género masculino), orégano, etc. Como flores,  los crisantemos de varios colores, a elegir, según gustos. Para los desastrosos y desastrosas recomienda la Fotinia (la planta que está en casi todas las autopistas) que aguanta carros y carretas y da un color muy bonito.

Para interiores con poca luz: Los helechos que son resistentes y necesitan humedad, además de que son muy económicos; los troncos del Brasil, por supuesto los Cactus y la Costilla de Adán (que tiene una hoja muy curiosa que seguro que cuando la veas te das cuenta de que aparece en muchos cuadros en los que se reproduce el jardín del paraíso. Para interiores con luz: los Ficus (que como dejes que crezca puede llegar a echarte del hogar porque no tiene límites), las Drácenas y los delicados bonsáis (hechos para gente paciente).

Para los niños: las plantas carnívoras que además de cerrar sus hojas cuando les pasamos el dedo, se comen mosquitos y bichitos molestos.

PD nº2: Cuenta la leyenda que el escritor y militar José Cadalso se enamoró locamente de la actriz de teatro, María Ignacia Ibáñez, a la que todo el mundo conocía por La Divina, y que murió siendo muy joven (con 25 años) enferma de tifus. La noche del 22 de abril de 1771, José Cadalso burló los lindes del camposanto e intentó desenterrar con sus propias manos a su bella amada. A la mañana siguiente, los miembros de la Santa Hermandad le encontraron abrazado al cadáver de su amada. Años después, el autor romántico le dedicaría un capítulo a este singular episodio en sus Noches Lúgubres donde su protagonista intenta desenterrar a su gran amor para despedirse para siempre.

                                                            (De Noemí Z., el 03 de mayo de 2014)

Referencias útiles:
EL JARDíN DEL ÁNGEL
Calle de las Huertas, 2
28012 Madrid
913 697 932
M Antón Martín

Horario: de Lunes a Domingo, 10h30 a 21h.

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