Lo normal, al pasar por primera vez delante de su escaparate, es pararse a mirar; a continuación, alargar el cuello para atisbar qué hay más allá; y, después, a pesar de las ganas, dudar a la hora de entrar. Parece que lo bello nos sigue dando miedo y no debería ser así. Sus puertas, abiertas de par en par, invitan al transeúnte a participar de un lugar donde se respira arte, creación, buen gusto y buena onda. Híbrido de tienda, galería y bar, el escultor Enrique Keller (al que todos llaman Kike con K) y la ex auxiliar de vuelo Celia Montoya (retratados aquí) son los artífices de un proyecto que empezó de casualidad y que, ahora, intenta, por todos los medios, acercarnos y acostumbrarnos al arte.

   Al origen del original espacio de la Corredera Baja de San Pablo, fruto de mucho empeño y sobre todo, un don, está la fábrica donde Kike realizaba sus esculturas, de las que Celia, nada más verlas, se enamoró. Ella, que se define como Antoñita la Fantástica, se negó a que nadie más pudiera contemplar su obra, y aprovechó la mudanza a una casa enorme en la sierra para llevarse algunas piezas y observar la reacción de sus amigos e invitados. Todos y cada uno de ello se quedaban boquiabiertos de admiración. Entonces, la pareja feliz decidió buscar un producto asequible y vendible y empezaron a fabricar pantallas de cera sin saber que, al poco tiempo, serían reclamadas por grandes del interiorismo y hoteles.

   Inevitablemente, el siguiente paso fue abrir un showroom para profesionales. Encontraron un piso en la calle de Jorge Juan que llenaron con obras diferentes y arriesgadas, a medio camino entre la escultura y el mueble, como su ahora famoso asiento hecho de andamios reciclados y cojines de alpaca (que Celia traía de sus viajes a Perú), en el que se sentaron directores de arte de hoteles y grandes empresarios, que se interesaron más por la peculiar decoración que por el producto en el reposaba su trasero. Así que Kike y Celia se adaptaron de nuevo, y se centraron en su especial manera de llenar los espacios.

   Buscaron un local a pie de calle y encontraron una antigua sastrería, que por falta de tiempo y dinero, reformaron a medias manteniendo los suelos y papeles -la mejor huella del paso del tiempo-. La decoraron con auténticas locuras (como un asiento con rueda trasera de suspensión, que fue posible gracias a su empeño por mantener la magia del juego a la hora de crear), e inauguraron su nuevo espacio, en el otoño de 2009, rodeados de andamios y escombros, que intentaron disimular con hojas secas. Del defecto hicieron virtud y la zona prohibida se convirtió en el éxito y centro de la fiesta.

   Su lema siempre ha sido “menos es más”, y así trabajan para satisfacer sus necesidades creativas y espaciales, y luchan por compartir su arte y el de otros y transmitir su pasión, la de acoger exposiciones para estar rodeados de belleza y conocer al artista y su proceso de creación. En cuanto al bar, que preside su galería, no solo anima el cotarro sino que permite al más tímido empaparse de arte sin darse cuenta, y al que disfruta con él, estar en el paraíso.

   Ahora, Kike y Celia crean para empresas y particulares, y disfrutan más que nunca cuando ven que sus clientes presumen del resultado o se emocionan con algunos de sus diseños. El espacio Kike Keller sigue siendo su mejor carta de presentación, el lugar donde muestran su mobiliario y donde citarse con clientes que buscan cambiar su vida o un rincón de su hogar. Algunos todavía les insisten en que deberían cobrar entrada, pero saben que entonces, perderían su esencia. ¿Para qué sirve el arte si no lo puedes disfrutar?

PD nº1: Muchos reconocerán el lugar por su gigante oveja blanca de la entrada. Es su seña de identidad, una pieza con carisma para que les recuerden, aunque como cuenta Celia “luego no sepan ni lo que hacemos”.

PD nº2: Exposiciones, alquiler de espacio, showroom, presentaciones de productos, entrevistas, publicidad… todo esto será posible en Kike Keller a partir del 2016. ¡Ya tienen todo el 2015 cerrado!

PD nº3: Han dejado su particular sello en el Hotel de Las Letras, la peluquería de Isaac Salido o el Hotel Siete Islas.

PD nº4: Celia, aunque trabajaba de auxiliar de vuelo, iba para notario, y su pasión por la decoración le viene de pequeña. Sus primeros recuerdos se remontan a los silencios en misa, momentos en los que ella se evadía pensando en el dormitorio que montaría en el altar.

PD nº5: La generosidad artística de Celia le ha llevado a sufrir más de un robo, porque hasta el baño lo tenía plagado de obras que siempre, acababan desapareciendo. Pero no se rinde porque cree que poco a poco, conseguirá educar a su audiencia en el gusto y el respeto por el arte.

                                        (De Lidia Martín, el 18 de octubre de 2014)

Referencias útiles:
KiKE KELLER
Calle Corredera Baja de San Pablo, 17
28004 Madrid
915 228 767
M Callao

Horario de la Galería:
- Los Lunes: de 17h a 21h;
- Los Martes y Miércoles: de 12h a 21h;
- De Jueves a Sábados: de 12h hasta las 2h30 de la madrugada.

Horario del bar: de Jueves a Sábado, de 19h a 2h30.

Para seguir los pasos (re)creativos de KiKE KELLER, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

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