En los años 70, llenaron la cabeza de medio mundo, de rock progresivo, voces agudas, algo de psicodelia, y sobre todo, del sonido de un piano llamado Wurlitzer. La historia de Rick Davies y Roger Hodgson, líderes de una banda bicéfala con una lista interminable de miembros temporales de ida y vuelta, es como una carrera in extremis o un manual de supervivencia porque cuando todo parecía acabado, conseguían arañar a la vida para seguir. Hace tiempo que Davies y Hodgson tomaron caminos diferentes, y a pesar de los lamentos de los fans, sólo un milagro podría juntarlos sobre el escenario. El próxima 06 de noviembre en Madrid, después de 5 años sin dar un directo, Davies será el único fundador de la banda presente en el concierto. Para muchos, suficiente, para otros, un insulto decir que sin Hodgson lo que sonará es Supertramp.

   La banda nació en 1969 gracias al apoyo de un joven millonario holandés, barbudo y melenudo como marcaba la época, que decidió gastar lo que le sobraba en lanzar a grupos musicales de su gusto. El mecenas Stanley August Miesegaes, que tenía olfato de cazatalentos, acababa de cortar su relación “financiera” con The Joint, banda en la que un tímido Rick Davies había quedado a la sombra, y tras despachar al resto de la formación, se reunió en privado con Davies para contarle su verdadero plan: quería que montara otro grupo bajo su patrocinio. Inmediatamente Davies puso un anuncio en la publicación musical Melody Maker: “se busca guitarra, bajo y batería para banda de rock con aires R&B y blues”, y al cabo de unos días se presentaron Roger Hodgson (bajo y voz), Richard Palmer (guitarra) y Keith Baker (percusión). Había nacido Supertramp.

   En realidad, arrancaron llamándose Daddy, pero las repetidas confusiones con otra banda de nombre Daddy Longlegs, provocaron que apenas 1 año después de su estreno decidieran cambiar. En el proceso, llegó la primera sustitución de las muchas que se irían sucediendo, salió Baker, y entró un ex actor de teatro llamado Robert Millar, y con él, la banda se rebautizó Supertramp, toda una declaración de intenciones, inspirada en la obra La Autobiografía de un Super Tramp, del poeta y escritor galés William Henry Davies, publicada en 1908, y en la que describía la forma de vida de un vagabundo de principios de siglo en Reino Unido.

   Con su nuevo y ¿flamante? apodo, llegó el momento de crear. Rápidamente Hodgson se hizo un hueco de honor, y a pesar de las enormes diferencias en gustos y orígenes entre los 2 cabecillas indiscutibles (Rick venía de una familia humilde, y le tiraba el blues y el jazz; y Roger era un niño bien de escuela privada al que no le podía gustar más el pop y la psicodelia), encajaron a la perfección y escribieron a 4 manos la mayor parte de las letras. Para sus primeros conciertos apenas contaron con 4 canciones, y por fin el 14 de julio de 1970 llegó su primer álbum “Supertramp”, que salió a la venta en Reino Unido y Canadá, pero que tuvo que esperar 7 años para publicarse en Estados Unidos. Aquellos jovenzuelos querían sumar valor a la música con una instrumentación y una técnica, que dejaba atrás la sencillez pop, y a pesar de los grandes elogios por parte de la crítica, su primer trabajo pasó bastante inadvertido para el público.

   Unos cuantos cambios y entradas y salidas de miembros más (se fueron Palmer y Millar, y Hodgson se hizo cargo de la guitarra), se lanzó en 1971 -éste sí a la vez en Reino Unido y Estados Unidos-, su segundo trabajo titulado “Indelibly Stamped” que en ventas fue incluso peor que el debut, provocando que en 1972, su protector Miesegaes les dijera adiós dejando como recuerdo deudas por valor de 60.000 libras. Hodgson y Davies se quedaran solitos, sin billetes y sin compañeros de banda, pero a pesar del desolador panorama, los 2 “vagabundos” decidieron seguir adelante, y llamaron puerta por puerta a amigos y conocidos de la industria musical hasta que uno de ellos les dio su bendición y un buen fajo de billetes para continuar. Su generoso benefactor fue el mismísimo Chuck Berry, el padre del rock and roll, que desde su madurez supo ver el talento de los dos jóvenes hambrientos de música.

   Con el donativo del rey del ritmo en los años 50, Davies y Hodgson sumaron a su banda a Dougie Thomson, Bob Siebenberg y John Helliwell, en una nueva formación que se mantendría sin cambios durante los siguientes 10 años. Sin embargo, la relación de Rick y Roger, como un matrimonio en crisis, hacía aguas. Era cierto que, al tocar, se esfumaban todos los problemas, pero en cuanto terminaban de sonar las últimas notas, sus miradas tan diferentes hacia la vida se hacían notar, y mucho. Davies era tranquilo y conservador, y Hodgson quería experimentar. De hecho, cuentan que uno de los mayores escollos de su vínculo fue el consumo de LSD por parte de Roger y la negativa de Rick para probarlo. Por entonces, sus nuevos temas, aunque firmados por los 2, eran en realidad obras individuales de unos genios que no querían alarmar a su todavía incipiente público, y que aún soñaban con vivir de la música.

   En 1974, al borde de la quiebra y la disolución, el grupo lanzó su último órdago, y con el dinero obtenido al vender su equipo de carretera, compusieron y grabaron la maqueta que dio origen a “Crime of the century”, su obra maestra y su mayor eclosión artística (tanto que su siguiente trabajo, “Crisis? What crisis?” (1975), se formó con los restillos, es decir, con las canciones que tuvieron que dejar fuera). Su compañía, a pesar de la calidad del material, no estaba muy por la labor, y con un pie en la calle, otro golpe de suerte les salvó del final de la banda. Justo en los días en los que se decidía su fututo, hubo un cambio en la presidencia de la empresa discográfica, y resultó que el nuevo jefe era, casualmente, un seguidor incondicional de Supertramp. Con su beneplácito, el dinero de Chuk Berry y la maqueta hecha con las últimas monedas que les quedaban, el grupo se encerró en una granja de Somerset a pulir el disco y su nueva oportunidad.

   Fueron 4 meses de intenso trabajo que dieron como fruto un sonido progresivo, que dignificó más que nunca el rock, con impresionantes apoyos orquestales y letras más dialogadas que cantadas, entre Davies y Hodgson. Su empeño fue tal que se les olvidó el tiempo y… el dinero, y una vez más pusieron en peligro su carrera al gastar 5 veces más de lo presupuestado. Con un enfado monumental, pero cierta curiosidad, uno de los jefazos de la compañía se presentó ante ellos en la granja. No tuvo tiempo de hablar, fue llegar, escuchar “Dreamer”, agachar la cabeza y dar carta blanca a los chicos. Tuvo buen oído, porque aquel tema se coló por fin entre los nº1, fue disco de oro, saneó las cuentas de todos, y llevó a Supertramp por el mundo con un plan de giras agotador, que les abrió las puertas del tan ansiado éxito comercial.

   Su prestigio dio paso por fin a las ventas masivas en 1979, con “Breakfast in America”, un sabroso desayuno que les llevó a ser nº1 en Estados Unidos y nº3 en Reino Unido, y a arrancar una tour que batió nuevos récords en cuanto a la asistencia de seguidores a sus conciertos. Se mudaron a Los Ángeles, y con la sensación de haber cumplido, el ego a rebosar y el bolsillo a reventar, Supertramp se tomó unas merecidas vacaciones. Pero, en 1983, en plena gira de “Famous Last words” (1982), Hodgson anunció que abandonaba la banda.

   Mientras Hodgson explotó su lado más espiritual, se volcó en su familia y sacó un disco en solitario “Had a Dream. Sleeping with the Enemy” (1984), un claro mensaje a su compañero de viaje; Davies, solo ante el peligro, publicó “Free as a Bird” (1985) con un cambio de estilo, que curiosamente tiraba de los sintetizadores y el sonido más psicodélico que tanto adoraba Hodgson. En los conciertos, por marcar distancias y evitar malentendidos, la banda decidió prescindir de las obras firmadas por Hodgson. Pero el público, que es el que manda, demostró que iba a escuchar a Supertramp, y esto incluía esas composiciones también.

   Se dice, se cuenta, se rumorea que Davies le había dado su palabra a Roger -es decir, sin ningún documento o contrato por escrito-, de que no tocaría jamás sus canciones. Pero lo hizo, y el roce y rencor entre ellos fue a más. El tiempo, que dicen cura todo, no lo logró en este caso, y ni el intento de Davies en 2005 de volver a incluir a Hodgson en la formación, ni la masiva petición de los fans de volver en 2010 para celebrar los 40 años de Supertramp, lograron que los 2 músicos volvieran a reunirse y hacer lo que mejor saben hacer, aquello que les hacía olvidar sus diferencias: tocar.

                                               (De Lidia Martín, el 07 de junio de 2015)

Referencias útiles:
SUPERTRAMP FOREVER TOUR

¿CUÁNDO? El Viernes 06 de noviembre de 2015, a las 21h30.

¿QUÉ? El fundador de Supertramp, cantante y teclista, Rick Davies, estará acompañados por los longevos miembros John Anthony Helliwell (saxo y sección de viento) y Bob Siebenberg (batería).

¿DÓNDE? En el Barclaycard Center (ex Palacio de Deportes)
Avenida de Felipe II, s/n
28009 Madrid
914 449 949
M Goya / O’Donnell

¿CUÁNTO? Entre 55 a 105,50 euros aquí.

Para seguir los pasos (re)creativos de SUPERTRAMP, conéctate a su web y su Facebook.

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