Madrid crece, cambia y muta. El que fue en el siglo XIX un humilde huerto a las afueras de la ciudad acoge hoy cientos de conciertos y eventos multitudinarios, donde vibran miles de espectadores al ritmo de los más importantes artistas, y alucinan otros tantos con shows de primer nivel. Detrás de la fachada del Palacio de Deportes, conocido ahora como Barclaycard Center, aquella tierra de labranza ha sufrido varias obras y usos hasta lograr sus actuales 78.000 m², que reciben a más de 1 millón y medio de personas cada año convirtiéndole en el punto de mira de las mentes más inquietas y sedientas de cultura de la Villa.

   Fue en 1873 cuando las coles, lechugas y patatas dieron paso a los primeros ladrillos. Francisco de Borja Queipo de Llano y Gayoso de los Cobos (1840-1890), VIII conde de Toreno y efímero alcalde de Madrid (antes de su nombramiento como Ministro de Fomento), vio en ese lugar el enclave perfecto para la nueva plaza de toros de la Villa, después de que la anterior, cerca de la Puerta de Alcalá, hubiera sido literalmente eliminada del mapa por el Plan Castro, que buscaba el crecimiento ordenado y clasificado de la ciudad y sus habitantes, por barrios y clases sociales.

   Los encargados de levantar el nuevo inmueble taurino fueron los arquitectos Lorenzo Álvarez Capra y Emilio Rodríguez Ayuso, impulsores del estilo neomudéjar que inspiraría los cosos venideros en la capital, y después de casi dos años de intensas obras, el 04 de septiembre de 1874, la plaza de toros de Goya abrió sus puertas al público. Durante 60 años, sus 14.867 espectadores (y jueces populares) fueron testigos de las mejores faenas hasta que, debido al crecimiento de la población de la ciudad y el auge de la afición por la tauromaquia en la Villa, la también llamada Plaza de la Fuente del Berro o de la Carretera de Aragón, se quedó pequeña y empezaron a florecer placitas de toros “de segunda categoría” -según la prensa taurina de la época- como la Plaza de Toros del Puente de Vallecas, en 1884, la Plaza de Toros de Vista Alegre (donde el actual Palacio epónimo) y la Plaza de la Ciudad Lineal, en la esquina de Arturo Soria con López Vargas, en 1908.

   Entonces, en 1918, la Diputación Provincial de Madrid encargó a los arquitectos José Espelius (para la estructura) y Manuel Muñoz Monasterio (para la cerámica) el grandioso proyecto, que se realizaría en los terrenos cedidos por la familia de ganaderos de El Jaral de la Mira a cambio, evidentemente, de una concesión de 50 años, para explotar el coso taurino. Las obras empezaron en 1922, y la Monumental de Las Ventas se inauguró  el 21 de octubre de 1934, fecha que supuso el derribo de la obra de Capra y Ayuso.

   El estallido de la Guerra (in)Civil dejó aquellos escombros olvidados y, hasta 1952, con un Madrid en plena restauración, aquel solar de la carretera de Aragón, no tuvo nuevo destino. Fue el año de la prolongación del Paseo de la Castellana, cuando arrancaron las obras de los enlaces ferroviarios de la Villa, se apostó por mejorar todos los accesos y llevar a cabo nuevos ensanches que solventaran el problema de la vivienda. En ese ambiente de recuperación el alcalde José María Gutiérrez ordenó la construcción de un pabellón deportivo a imagen y semejanza de los que ya lucían en otras capitales europeas, y 4 años después, en 1956, la Delegación Nacional de Deportes escogió el anteproyecto de José Soteras y Lorenzo García Barbón, respaldados por su anterior trabajo: la construcción del Palacio de los Deportes de Barcelona, sede de los Juegos Mediterráneos.

   Con un presupuesto de 56 millones de pesetas, los dos arquitectos idearon un edificio circular de 115 metros de diámetro, con una estructura de hormigón armado y una cubierta metálica, que podía acoger entre 10 y 15.000 espectadores según las características concretas de cada evento. Este primer Palacio de Deportes abrió sus puertas en enero de 1960 y un mes después, quedó oficialmente inaugurado con un espectáculo cultural y deportivo, que contó con los ciclistas Guillermo Timoner, 6 veces campeón del mundo en pista y 13, campeón de España de medio fondo, y Federico Martín Bahamontes aka El Águila de Toledo, que había dejado a todos boquiabiertos con su inesperado triunfo en el Tour de Francia del 59. 

   A partir de ese momento, el recinto sería testigo de competiciones no solo de ciclismo, baloncesto, atletismo y balonmano, sino también de disciplinas a las que el público madrileño no estaba tan acostumbrado como el hockey, la hípica o el patinaje. Fueron tiempos de gloria, de veladas de boxeo inolvidables, como aquella noche del verano del 67 en la que Pedro Carrasco se alzó por primera vez con el título de campeón de Europa al derrotar a Borge Krogh por K.O. técnico, o los combates que en el 71 le enfrentaron con el americano-mexicano Mando Ramos por un polémico título mundial de pesos ligeros. 

   En 1985 el pabellón pasó a manos de la recién constituida Comunidad de Madrid, que decidió lavarle la cara y darle su apellido. En esta nueva etapa el espacio se convirtió en sede de los equipos de baloncesto de Estudiantes y del Real Madrid hasta que en 2001, mientras se trabajaba en la restauración de la cubierta del edificio, un incendio fortuito arrasó con todo, dejando solo en pie las fachadas de la Plaza de Salvador Dalí y de la Avenida de Felipe II. En 2002, con el Palacio en ruinas, los arquitectos Enrique Hermoso y Paloma Huidobro se enfrentaron a la tarea de construir un nuevo inmueble para acoger este tipo de eventos, eso sí, con un presupuesto bastante superior al anterior. 124 millones de euros y 3 años después, el nuevo Palacio de Deportes quedó inaugurado con la clara intención de destacar ante la posible candidatura olímpica de Madrid.

   El edificio que hoy conocemos es un espacio multiusos, futurista, práctico e innovador, con un aforo máximo de 16.500 personas y un sistema único de montaje que en 2014, con otra “pequeña” inversión de 1 millón y medio de euros y bajo el nuevo modelo de patrocinio que rebautiza lugares representativos de la capital -confundiendo al transeúnte y perdiendo al turista-, permite adaptar el aforo del pabellón -ahora llamado Barclaycard Center (hasta 2023, de momento)- según las necesidades, pasando en apenas unas horas del formato más íntimo con 3.000 personas al multitudinario concierto, bajo el manto protector de Microsoft y su Centro Mundial de Innovación en el Deporte de Madrid, creado para la ocasión.

   Con tanto despliegue, ¿habrá eventos suficientes? Parece ser que sí. Los trabajadores de Barclaycard ya han sido testigos de 2 ediciones de la Copa del Rey de Baloncesto, el Campeonato de Europa de Atletismo en pista cubierta, el del Mundo el de Bádminton, el Mundial de Trial Indoor, el Eurobasket, espectáculos familiares como Disney On Ice, High School Musical o el Circo del Sol, otros solo para amantes de la cerveza como el Oktoberfest imitando la popular fiesta que se celebra en Múnich… y por supuesto, innumerables conciertos.   

   Por sus camerinos han pasado desde artistas internacionales como los agudos Bee Gees en el 78, Sting, Supertramp, Elton John, Paul McCartney o Europe en los 80, The Cure, Nirvana o las Spice Girls en los 90 y Oasis, Queen, Muse, Beyoncé, Bruce Springteen, Kylie Minogue, AC/DC, Lady Gaga, Shakira, etc., a artistas nacionales variaditos, desde Ana Belén y Víctor Manuel a Rocío Jurado, pasando por Miguel Bosé, Héroes del Silencio, Extremoduro, Manolo García, Nacha Pop, Malú o Raphael. 

   Datos que abruman tanto como los 2.500 perritos calientes, 5.000 refrescos y 11.000 litros de cerveza, que se sirven en cada evento según los responsables del espacio. Sin duda, nadie pasará hambre ni sed mientras disfruta de alguno de los mejores espectáculos del mundo. Porque hay cosas que no tienen precio, para todo lo demás existe Barclaycard… Center.

                                      (De Lidia Martín, el 14 de septiembre de 2016)

Referencias útiles:
PALACiO DE DEPORTES - BARCLAYCARD CENTER
Avenida de Felipe II, s/n
28009 Madrid
914 449 949
M Goya / O’Donnell

Próximo evento: Oktoberfest vuelve a Madrid del 22 al 25 de septiembre de 2016. ¡Salud!

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