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CRÓNiCA SENTiMENTAL DE EUROViSiÓN

Por 60º año consecutivo (que se dice pronto), esta noche, el “Te Deum” (“A ti, Dios”) del compositor barroco francés del siglo XVII, Marc-Antoine Charpentier, volverá a sonar en el televisor, anunciando el inconfundible arranque (de la semifinal) del Festival de la Canción europea por excelencia. Cargado de euforia, polémica, devoción, críticas arrolladoras, defensas apasionadas, intensos debates, desastres en directo, y opiniones para todos los gustos, Eurovisión se ama o se odia. No hay termino medio. Crónica sentimental de ¿un show vacío y hortera o de un Bien de Interés popular?, que convoca a más de 150 millones de telespectadores por todo el mundo.

Las ganas de cantar nacieron en los años 50, en una Europa de posguerra que intentaba olvidar la Segunda Guerra Mundial. Con la música (y el Plan Marshall), las penas parecen menos penas, debió pensar Marcel Bezençon, un historiador del arte, que introdujo la televisión en Suiza, y que soñaba con la imagen de millones de telespectadores, disfrutando con un único programa internacional. Por aquel entonces, presidía la recién estrenada Unión Europea de Radiodifusión (UER), una organización internacional de radiodifusoras de servicio público, que nada tenía que ver con la comunidad política, y que a pesar de su nombre, iba mucho más allá de Europa, fundada para fomentar coproducciones, intercambiar contenidos y lograr mejoras tecnológicas; y entre las propuestas surgió su Festival de la Canción, que con sus famosas votaciones enseñaría a millones de personas a decir los números (de 1 a 12) en distintos idiomas, y situó muchos países en el mapa.

Inspirándose en Festival de la Canción de San Remo -que estaba a punto de cumplir un lustro-, los organizadores de Eurovisión idearon un ambicioso experimento tecnológico de emisión en directo y simultánea en todos los países de la UER. Y así fue. En la primera edición del concurso, celebrada en Suiza el 24 de mayo de 1956, compitieron en la final 7 países con 2 canciones cada uno (por aquello de alargar más el formato). Ganó el anfitrión, y desde entonces, con algunas bajas, nuevas incorporaciones y fieles veteranos como Alemania -que solo se ha perdido una de las citas-, hoy son 40 los países participantes, con sus 40 conexiones en directo, sus correspondientes presentadores, sus particulares videos turísticos promocionales, y hasta hace unos años en España, la eterna voz de José Luis Uribarri narrándolo todo.

Pero el momento más deseado, con el que más juega el público, es sin duda el de las votaciones. El sistema de puntuación de Eurovisión, con sus 12 puntos para la canción favorita, 10 para la segunda opción, 8 para la tercera, y así hasta el 1, sigue liando a la mayoría de televidentes, e incluso, de participantes. Al principio sólo un jurado interno podía votar, pero en 1997, los más modernos, es decir, Austria, Suiza, Alemania, Suecia y Reino Unido, dieron un paso más hacia la democratización al establecer el televoto para brindar la oportunidad al público de puntuar a su favorito. Huelga decir que el resto de países se apuntaron al bombardeo al minuto... hasta tal punto que llegó un momento en el que las votaciones dejaron de ser, digamos, objetivas.

En efecto, según un exhaustivo estudio de la University College London de 2014, los países del norte siempre se vota entre sí, y los del sur y centro a los de sur y centro, los balcánicos tiran de vecinos, y las antiguas repúblicas soviéticas son una piña. Conclusión: pesan la cultura, el idioma y la historia compartida, y que muchos de los resultados cogen fuerza por las poblaciones de inmigrantes que eligen a su país de origen. Por eso, desde 2009, para compensar este “efecto diáspora”, el resultado depende en un 50% del televoto (ya modernizado con el SMS y apps de dispositivos móviles), y la otra mitad, de un jurado profesional, compuesto única y exclusivamente por figuras de la música.

La gran gala se divide en 2 semifinales y 1 final, a la que pasan directamente los candidatos de la Big Five, (Alemania, España, Francia, Italia y Reino Unido), que son los 5 países que más aportan económicamente al festival. Existen dos reglas en cuanto a los temas: que sean canciones inéditas y que se canten en estricto directo. El ganador se lleva el prestigio y el honor de celebrar la siguiente edición en su país. Por lo que se ve, la visita de las comitivas de los países participantes, junto a fans, curiosos y seguidores incondicionales, compensa los millones gastados por el país anfitrión.

Sin embargo, hoy queda ya poco del brillo de esa cita indispensable en el mundo musical pop, que propulsó a grupos que con el tiempo hicieron historia, como Cliff Richard con sus “Congratulations” (Reino Unido, 1968), ABBA con su “Waterloo” (Suecia, 1974), o Brotherhood of Man con su “Save your kisses for me” (Reino Unido, 1976), que vendieron más de 6 millones de copias en todo el mundo. También podemos nombrar, fuera de nuestras fronteras, a Françoise Hardy con “L’amour s’en va” (Mónaco, 1963), Olivia Newton John con “Long Live Love” (Reino Unido, 1974), Franco Battiato (Italia, 1984), a una entonces desconocida Céline Dion con “Ne partez pas sans moi” (Suiza, 1988), o Johnny Logan, el hombre (irlandés) que más veces ha ganado el festival, con “What’s another year” en 1980 y con “Hold me now” en 1987 cantando él, y en 1992, de la mano de Linda Martin para la que escribió la canción vencedora. Y en casa, tampoco nos quedamos cortos, porque no lo olvidemos, por Eurovisión han pasado Raphael con “Yo soy aquel” en 1966 y con “Hablemos del amor” en 1967; Massiel con su ” La, la, la”, en 1968 -después de que Joan Manuel Serrat se negará al no poder interpretar el tema en catalán; Julio Iglesias (de perfil) con “Gwendolyne” en 1970; la descalza Remedios Amaya que, con 0 puntos, hundió su barca en el 83; Paloma San Basilio con “La Fiesta terminó” en el 85; las Azúcar Moreno -que tuvieron que volver a empezar su actuación- con “Bandido” en 1990; Rosa con su “Europe’s Living a Celebration”, que congregó a 13 millones de televidentes, en 2003; y el decadente baile “Chiki Chiki” de Rodolfo Chikilicuatre, en 2008.

Pero, poco a poco, las canciones han dado paso a espectáculos cada vez más frikis o arriesgados, donde venden más el vestuario, la escenografía, la excentricidad o la coreografía. ¿Quién no se acuerda del beso lésbico de Krusta Siegfrids, la candidata finlandesa de 2013; o de la mujer barbuda más glamourosa de todos los tiempos, Conchita Wurst, que ganó el año pasado?

Entonces, ¿qué nos depara la edición 2015 de la mano y voz de Edurne (en la ilustración) con su tema “Amanecer” (a punto de alcanzar los 2 millones de visitas en YouTube)?

(De Lidia Martín, el 19 de mayo de 2015)

Referencias útiles:
EUROViSiÓN 2015

¿CUÁNDO? Semifinales: el Martes 19 y el Jueves 21, de 21h a 23h; y Gran Final: el Sábado 23 de mayo de 2015, de 21h a 00h35.

¿QUÉ?
Semifinal 1: Moldavia, Armenia, Bélgica, Países Bajos, Finlandia, Grecia, Estonia, FYR Macedonia, Serbia, Hungría, Bielorrusia, Rusia, Dinamarca, Albania, Rumania y Georgia.

Semifinal 2: Lituania, Irlanda, San Marino, Montenegro, Malta, Noruega, Portugal, República Checa, Israel, Letonia, Azerbaiyán, Islandia, Suecia, Suiza, Chipre, Eslovenia y Polonia.

Final: además de los ganadores de las semifinales, participarán sí o sí los países de la Big Five (Alemania, España, Francia, Reino Unido e Italia), el país invitado, Australia este año, y el país anfitrión, Austria.

¿DÓNDE? En Viena (Austria) via rtve.es.

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