Enfant terrible de Hollywood, el genio que tuvo a la industria del cine postrada a sus pies cuando tenía 25, solo conocería las miserias de un mundo, que lo abandonó a su suerte. Como el magnate de su obra maestra, Charles Foster Kane, el ciudadano Welles murió en la más absoluta soledad. Hoy, Miércoles 06 de mayo de 2015, el director de cine, actor, productor, guionista, escritor, locutor, doblador, narrador y mago, hubiera cumplido 100 años. Petit homenaje a un artista total que pensaba que “un hombre no pertenece al lugar donde nace, sino donde escoge morir”.

   Fruto del amor entre Richard Head Welles, hombre de negocios, aventurero e inventor, y Beatrice Ives, pianista, pintora y sufragista, George Orson Welles nación el 06 de mayo de 1915, en Kenoscha (Winsconsin). Desde niño, el benjamín de la familia mostró una brillante capacidad para el arte, la música y la prestidigitación. Tres años después del divorcio de sus padres en 1921, su madre falleció, y Orson ingresó en la Todd School, un “colegio especializado en chicos superdotados” (1), al mismo tiempo que se instaló en casa de su alcohólico progenitor, que fallecería en 1930 a causa de su adicción. Entonces, el médico de la familia, Maurice Bernstein, pasó a ser el tutor del niño prodigio, huérfano y amante de Shakespeare, y se (pre)ocuparía en proporcionarle una inmensa cultura teatral.

   Gracias a sus brillantes adaptaciones del dramaturgo inglés (“a la edad de catorce años, ya era capaz de condensar “Enrique IV” y “Ricardo III” en una sola obra de una hora de duración”), todo apuntaba a que Orson se convertiría en un exitoso actor y director de teatro. Sin embargo y contra todo pronóstico, Welles alcanzó la fama mundial en la radio. El 30 de octubre de 1938, con tan solo 23 años, revolucionó las ondas y las conciencias con la ¿inocente? lectura dramatizada de la novela de ciencia ficción, de H.G. Wells, La Guerra de los Mundos, que cuenta la historia de una invasión extraterrestre de la Tierra. Aquellos oyentes que se incorporaron tarde al programa pensaron que lo que escuchaban era real, y el caos fue apoderándose de la población. Se dice que millones de americanos abandonaron sus casas, y colapsaron las carreteras y estaciones de tren.

   Al día siguiente, el jovencito Welles tuvo que pedir perdón, y mientras su nombre empezaba a brillar como el genio que resultaría ser, la RKO, fascinada por su talento, le ofreció un contrato que no podía rechazar: “225.000 dólares, más un plus sobre los beneficios, y la absoluta libertad creativa para rodar 3 películas” (2). Si nadie se acuerda de la primera, “Too Much Johnson”, que desapareció como por arte de magia al igual que reapareció en 2013,  todo el mundo ha oído hablar de la segunda: “Ciudadano Kane”.

   En 1941, junto con su mentor, Herman Mankiewicz, Welles escribió un guión estudiado hasta la saciedad. Construida como si de un rompecabezas se tratara, la cinta es una charada a través de la cual el espectador, guiado por un periodista, debe descubrir la verdadera personalidad del mayor magnate de la comunicación nunca conocido. El acertado retrato “wellesiano” sobre la megalomanía no le gustó al retratado, William Randolph Herst (1863-1951), que desde sus poderosos medios, hizo lo posible para boicotear el estreno de la película. Aunque no lo logró, sí influyó definitivamente en el fracaso de taquilla. Y Hollywood reaccionó cortándole las alas.

   De nada sirvieron sus súplicas, ni el aplauso de la crítica, rendida a los pies del director, ante tal delirio de montaje, narración y planificación, ante una obra de intriga sin precedentes. Como las cuentas no salían, la RKO metió mano y tijeras en su siguiente entrega, “El cuarto mandamiento” (1942), destrozando una película que también fue un fracaso de taquilla. En cuanto “El Extraño” (1945) y “La dama de Shanghái” (1947), dos obras redondas con las que demostró que podía respectivamente adaptarse al cine negro y dirigir a una gran estrella -Rita Hayworth, con la que se había casado en 1943- sin perder su personalidad, tampoco no lograron sacarle del pozo en que se ya se encontraba. Una vez divorciado de la “diosa del amor”, Welles lo tuvo claro, se autoexiliaría a Europa para buscar financiación en aras de una independencia total.

   Aunque para él la actuación fue siempre un mero vehículo a través del cual lograr el dinero que necesitaba para los filmes que quería dirigir, se implicó en algunos papeles absolutamente inolvidables. Tal es el caso del maquiavélico Harry Lame de “El tercer hombre” (de Carol Reed, 1948), sin duda uno de los villanos más desalmados y encantadores de todos los tiempos, al que aportó todo su buen hacer. Su entrega total a personajes y directores fue evidente también en el caso de “El príncipe de los zorros” (de Henry King, 1949), donde hace de Cesare Borgia; en “Impulso criminal” (de Richard Fleischer, 1959), implacable como abogado defensor de dos fríos asesinos; en “Un hombre para la eternidad” (de Fred Zinneman, 1966), como despiadado Cardenal Wolsey; en “Escala prohibida” (de Lewis Gilbert, 1959), genial en su papel de viejo e implacable lobo de mar; o en “Moby Dick” (de John Huston 1956), inolvidable en su papel de cruel padre Mapple.

   Y bajo su batuta por aquellos años, destacan dos cintas impecables, “Macbeth” (1948) y “Sed de mal” (1958), en las que también bordó sus interpretaciones: en la primera, por dar vida a un personaje shakesperiano que reinterpretó en atormentado y pesadillesco, seguramente su interpretación más arrebatada; y en la segunda, por encarnar a aquel despreciable jefe de policía enfrentado a Charlton Heston, en un ensordecedor relato sobre el poder y la corrupción.

   En los 60, llegaron otras joyas: “El proceso” (1962), basada en la obra de Kafka en la que no actuó, y “Campanadas a medianoche” (1965), otro delirio shakesperiano en donde interpreta al mejor personaje de su edad madura, el incombustible Falstaff. Welles seguía produjo auténticas maravillas con presupuestos de westerns de segunda, con la crítica dividida, un público irregular, y despreciado en la industria pero bien acogidas en los festivales. Se vio forzado a no renegar de ningún trabajo: puso su voz a los narradores de “Duelo al sol” (King Vidor, 1946), “Los vikingos” (Richard Flesicher, 1958), y “Rey de reyes” (Nicholas Ray, 1961), e intervino en infinidad de anuncios de televisión. Siguió haciendo radioteatro casi hasta el último día de su vida; dirigió y escribió numerosos documentales (varios de ellos sobre su cine); e improvisó trucos de magia allá donde le invitaran a hacerlo.

   Aunque Orson no llegó nunca a estar arruinado, fue arrastrando serios problemas con Hacienda desde los años 40, incluso en Europa, donde pensaba que el fisco le acosaría menos. En España, país que amó por encima de todos los demás, donde vivió más de diez años y donde pidió que descansaran sus restos, llegaron a su fin cuando, en los 70, ahogado por las deudas, se vio obligado a vender su mansión madrileña. Era una casa palaciega de más de veinte dormitorios, demasiado grande y fastuosa, como el Xanadú de Kane, para un hombre abocado a vivir en soledad.

   En 1975, el American Film Institute le concedió el Lifetime Achievment Award a toda su carrera, y se le llamó públicamente “artista incomprendido”. Y pronto empezaron a rendirle más honores y homenajes. Entonces, se trasladó a Beverly Hills donde esperaba encontrar algún joven productor que quisiera financiarle sus proyectos. En vano. Welles se había casado tres veces y había tenido cuatro hijos, pero murió como Charles Foster Kane, solo. El 05 de mayo de 1985, apareció sobre su máquina de escribir, rodeado de mil papeles y agarrado a su inseparable puro. Tenía 70 años, pesaba 160 kilos, bebía una docena de cafés al día y varios vodkas. Murió como vivió, trabajando.

   Finalmente, tras dos años de tortuoso litigio, el difunto se salió con la suya desde el más allá (3). Tal y como lo había estipulado en vida, sus cenizas fueron esparcidas en la finca de recreo San Cayetano, situada entre Ronda y Campillos, propiedad de su gran amigo, el torero Antonio Ordóñez, el 07 de mayo de 1987.

PD (nº1) cotilla: Lo que dijeron de él
- “Es un gigante con aspecto de niño, un árbol lleno de pájaros y de sombra, un perro que ha roto su cadena y que descansa en un lecho de flores, un holgazán activo, un sabio loco, una isla rodeada de gente, un alumno dormido en clase, un estratega que finge estar borracho cuando lo que quiere es que le dejen en paz” (Jean Cocteau);
- “Tenía la fuerza, pero también la infinita y afectiva paciencia que distingue al genial director de aquél que sólo es competente” (John Houseman);
- “Nada le proporciona un placer más consistente que tomarle el pelo a la audiencia, que velar la línea entre realidad e ilusión. Era un hombre profundamente humano, un mago increíblemente abierto, y afectivo, una persona generosa hasta el extremo, que se preocupaba y cuidaba de los demás y tremendamente vulnerable. Y sin embargo, muchos le veían como un ogro arrogante, terrorífico y egocéntrico” (Henry Jaglom).

PD (nº2) autocrítica: Lo que dijo de sí mismo
- “Todos niegan que soy un genio… pero nadie me ha dicho nunca que lo sea”;
- “Hollywood es Hollywood. No hay nada que se pueda decir de ella que no sea verdad, bueno o malo. Y si te involucras en Hollywood, no tienes derecho a quejarte, fuiste tú mismo quien se metió en esto”;
- “Creo que cometí un error fundamental quedándome en el cine. Pero es un error del que no me puedo arrepentir”;
- “Las películas deberían hacerse con la misma inocencia con que Adán y Eva dieron nombre a los animales en el Jardín del Edén: como si jamás hubiera existido Griffith, Eisenstein, Ford o Renoir”.
- “Comencé en lo más alto, y he estado trabajando en mi caída desde entonces”.

PD (nº3) analítica: Si se analizan las películas de Welles en su globalidad, uno se da cuenta de que todas hablan del engaño, la falsificación, la relación entre un hombre y su propia máscara, la búsqueda de la identidad. En otras palabras, su cine habla de la ilusión, la mentira y la interpretación, es decir, en definitiva, de la locura, el control, el poder, la miseria y la debilidad.

                                                      (De Belén E., el 06 de mayo de 2015)

Referencias útiles:
(Mi PETiT) HOMENAJE A ORSON WELLES

(1) El Canal TCM y la Fnac inauguran hoy, Miércoles 06 de mayo de 2015, en Fnac Callao (Calle Preciados, 28; M Callao) “Bajo la influencia de Orson Welles”, una muestra en homenaje al director norteamericano, que reúne 20 obras de diez fotógrafos (Daniel Alea, Jerónimo Álvarez, Jorge Alvariño, Chus Arcas, Isabel Azkarate, Laia Benavides, Óscar Fernández Orengo, José Haro, Rubén Mar y Joan Tomás). Cada uno de ellos mostrará dos imágenes libremente inspiradas en el universo visual del cineasta, desde reinterpretaciones de algunas de sus más célebres escenas, hasta retratos marcados por su atmósfera de sombras y luces, pasando por paisajes que fueron escenarios de sus películas. Visiones diferentes que parten de una mirada común y que, a través de su variedad, reflejan la riqueza de Orson Welles como fuente inagotable de influencia artística [Leer más].

(2) Con motivo del centenario del nacimiento de Orson Welles, La 2 rinde homenaje a su figura y su legado. Hoy, Miércoles 06 de mayo de 2015, “El Cine de La 2” emitirá “Mr. Arkadin”, y a continuación, “Mister Welles”, el especial que “Días de Cine” dedica a uno de los grandes genios del séptimo arte y a su relación con España. Y el Sábado 09 de mayo, bajo el título “Ciudadano Orson”, “La Noche Temática” ofrecerá los documentales “Orson Welles, el genio creador” y “La guerra de los mundos”.

(3) Podcast “Cine Especial Orson Welles”, de Juan Tejero, en la Cadena Ser, del 03.V.2015.

(4) Proyección de “Citizen Kane”, de Orson Welles, en los Cines Renoir, el Jueves 21 de mayo de 2015, a las 21h, gracias a La tropa Produce.

Fuentes:
- “Entierro íntimo de las cenizas de Orson Welles”, de Carlos Funcia  para El País, 08.V.1987;
- “Orson Welles, el inagotable niño prodigio”, de Pedro García Cueto para la revista digital fronterad, 13.XI.2014 (1);
- “Orson Welles  (1915-1985)”, de El Criticón, sin fecha (2);
- “Orson Welles, el cineasta que eligió esparcir sus cenizas en un pozo español”, de Efe, pata El Confidencial, 04.V.2015 (3);
- “La Ruta Welles: España por montera”, de Javier Caballero para OchoLeguas, 04.V.2015;
- “Orson Welles, el prodigio de un mito”, de Gregorio Belinchón, 12.IV.2015.

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