En 1986 Miguel B. Núñez era un joven apasionado por la música heavy. Treinta años después, ese chico se ha convertido en dibujante de tebeos, y acaba de publicar Heavy 1986, un libro editado por Sapristi Cómics, en el que recupera algunos de esos recuerdos de juventud en un Madrid que aún se debatía entre la libertad y los restos de la represión de la dictadura franquista. Entre el aislamiento internacional y la posible incorporación a la Comunidad Económica Europea. Entre lo viejuno y lo moderno. Entre lo pueblerino y lo cosmopolita. Una ciudad que, vista con los ojos de hoy, parece de otro país, por no decir de otro planeta.

   Entrevistamos a Miguel B. Núñez (en la ilustración), y recordamos con él cómo era el Madrid heavy de 1986.

Mi Petit Madrid: Antes de nada, resolvamos una duda: ¿heavy o jevi, que es más castizo?
Miguel B. Núñez: Yo suelo escribir “heavy” por no pasarme el día dando explicaciones de si se escribe “jevi” o “jebi”. Pero para el caso todo me vale. No soy de los que den mucha importancia a estas cosas.

MPM: ¿Cómo recuerdas el Madrid de 1986? ¿Ha sido la ciudad la que ha cambiado, hemos cambiado nosotros o ambas cosas?
MBN: La ciudad ha cambiado. Recuerdo ver ratas como conejos pasando por las vías del metro. Los vagones hacían un ruido tremendo y por todos lados olía a meado. En la calle la policía era un incordio para un joven con pintas, y ahora, me temo que les costaría saber quiénes son los pintas. Los delincuentes, que eran yonquis, llegaban a hacer cosas que hoy parecen impensables, como robar a punta de navaja en el metro o intimidar a todo un vagón con una jeringuilla.

MPM: ¿Cómo eran los barrios? ¿Cómo os divertíais?
MBN: Los barrios en los que crecimos muchos jóvenes eran periferia y ahora hay barrios nuevos, carreteras de circunvalación o recintos feriales donde entonces solo había campo y vías de trenes. También teníamos las sesiones dobles o la sesión continua y, para quedar con amigos, solo tenías la opción de llamarles al fijo y esperar que luego todos estuvieran en el sitio en el que habías quedado. Jugábamos a las maquinitas o íbamos a los billares y, si en casa alguien tenía un ZX Spectrum, esperábamos comiéndonos las uñas a que la dichosa cinta cargara sin dar error. Estaba el Canciller, la Sala Barrabás de Vicálvaro. Y también peleas, a veces demasiadas peleas. Y, cómo no, los atentados.

MPM: En lo que se refiere a tribus urbanas o grupos de jóvenes, ¿no crees que el Madrid de los 80 era más heterogéneo? Había heavies, rockers, mods, punks, pijos… Ahora el paisanaje es más homogéneo.
MBN: Por entonces aún duraba lo de las tribus urbanas y, cuando te metías en una, no estaba bien visto que hicieras ojitos a otra. Había gente que se tomaba muy en serio este asunto, pero no todos éramos así. Mi colega punk del instituto me hablaba del primer disco de Rosendo, y yo andaba escuchando a Exploited. Otro amigo era breaker y un compañero que hacía surf era fan de Rod Stewart y Rolling Stones. Mis amigos más metaleros me descubrieron a Butthole Surfers o Beastie Boys y yo mismo era fan de Madonna y ponía sus pósteres junto a los de Ozzy Osbourne.

MPM: Lo que es innegable es que, en esa época, en Madrid había más salas de conciertos de las que hay ahora. ¿Cuáles eran las que tú frecuentabas?
MBN: Yo tenía un padre muy estricto, y con 14 o 16 años, me resultaba muy complicado ir a conciertos. Me perdí muchos en el Canciller por los que habría dado un brazo. Cuando pude, empecé a ir al Barrabás y, como ya estaba metiéndome en un rollo muy rocanrolero, acabé en bares pequeños como el Agapo, donde se hacían actuaciones. Aunque pinchaban a Motörhead o Alice Cooper, las bandas que tocaban eran básicamente de garage, rock and roll o punk. Nuevas aficiones que vinieron a sumar y nunca a restar.

MPM: Salas como Canciller y Argentina tenían un aforo reducido. Perfecto para el día a día o conciertos pequeños, pero ¿dónde se celebraban los grandes eventos musicales? ¿El antiguo Palacio de los deportes? ¿El pabellón del Real Madrid? ¿El rockódromo? ¿Las Ventas?
MBN: El Rockódromo es el que más recuerdo. Justo en el 86 se montó el pollo aquel entre heavies y punkies en una actuación con La Polla Records, Bella Bestia y Obús. La prensa estaba que echaba humo y mis padres pensaban que esos sitios eran aún peor que dejarme ir al Canciller.

MPM: En una época en la que no había internet, y Madrid no era Londres o Nueva York, ¿dónde comprabas la ropa?
MBN: Los pantalones y cazadora en tiendas del barrio. Las camisetas y sudaderas de grupos en Discoplay.

MPM:  ¿Y la parafernalia? ¿Las muñequeras, las chapas, los parches?
MBN: En puestos del Rastro o en Marihuana, Bronca Total.

MPM: En el 86 no había internet, pero a cambio, había tiendas de discos. ¿Recuerdas las que más te gustaban?
MBN: Yo apenas compraba vinilos. Por Melocotón iba a veces pero era en Discoplay donde encontraba ofertas y con eso tiraba. También había tiendas fuera del centro. No en mi barrio, pero sí en otros que no me pillaban muy lejos y donde podías encontrar un disco de heavy en medio de cosas muy diferentes. Y podías comprarte cintas en algún puesto del Rastro.

MPM: ¿Había algún lugar bien heavy para comer o tomar un tentempié?
MBN: ¿Comíamos? Yo creo que pillábamos un bocata como mucho en algún bar de toda la vida. La verdad es que no lo recuerdo.

MPM: Bueno, tal vez no comeríais pero seguro que ibais al cine. ¿Recuerdas alguna sala que fuera representativa para la comunidad heavy? ¿Y alguna película?
MBN: El Covacha era el sitio. Especializado en sesiones dobles. Yo estudiaba justo al lado. En cuanto a las películas, “The Song Remains The Same” de Led Zeppelin desde luego, pero quizá fuera Heavy Metal, y esa pedazo de banda sonora, la más emblemática.

MPM: Dos de las mejores canciones sobre Madrid, “Balada de Madrid” y “Nocturno de Princesa”, las escribió un argentino, Moris. Aunque él no era heavy, el público heavy siempre lo vio con cierta simpatía. ¿Qué otras canciones sobre Madrid te parecen destacables?
MBN: “Madrid” de Burning, que tampoco eran heavy, pero formaban parte de nuestra identidad como rockeros de barrio. También “Madrid” de Tarzen, “Vallecas 1996” de Topo, “Hortaleza” de los Porretas y, sobre todo, “Este Madrid” de Leño.

MPM: Para acabar, en Heavy 1986 haces referencia a una realidad social como eran las radios piratas y concretamente a Radio La Voz de la Experiencia de la Cadena del Water. ¿Además de la Cadena del Water, qué radios escuchabas?
MBN: Empecé escuchando La Voz de la Experiencia siendo un crío. Ni recuerdo cómo llegué a ella, pero seguramente trasteando por el dial. Escuchaba la radio sin parar. En cuanto pude me metí, con mi amigo José Antonio Gallego, en una radio libre llamada Antena Kolectiva, que luego se convertiría en Radio Visión, si no recuerdo mal. Eso fue entre el 1987 y el 1990 más o menos. También escuchaba la Emisión Pirata a veces, o Disco Cross, pero reconozco que lo de la Cadena del Water me tenía absorbido. Intentaba escucharla siempre que tenía un rato.

   Es complicado explicar lo que significó esta emisora. Nada funcionaba igual en las otras, ni siquiera en otras libres. No se trataba de una sucesión de programas sin conexión entre ellos, aquí tenías una especie de gran familia haciendo lo que les daba la real gana y hablando como les salía de las narices sin intentar ser una versión pobre de los programas de radio convencionales. Seguramente ellos me enseñaron mil cosas que desconocía. Fueron parte de mi educación. Para nosotros Pepe, Marichu, Albertín, El Patines o el Cura eran más cercanos que cualquier otra persona que escucháramos por la radio. En 1986 se cerraba una etapa de la emisora, y todos vivíamos pendientes de su futuro.

PD: ¿Qué ha sido de los lugares de los que habla Miguel B. Núñez?
(1) Sala Canciller: Mítica sala de conciertos situada en  la calle Antonio López Casero, 15 (M El Carmen) que llevaba funcionando desde los años 60. Tras problemas con el Ayuntamiento y los vecinos, cerró sus puertas. Volvería a abrir como multicine con poco éxito hasta cerrar definitivamente.

(2) Sala Barrabás: Situada en la calle Sixto de Vicálvaro, acogió grandes conciertos e incluso la grabación de discos en directo de algunos de los grupos más punteros de la escena heavy de la época. En 1981 se produjo una pelea en la que falleció una persona por herida de arma blanca. Hoy en día, está cerrada y su edificio abandonado.

(3) Agapo: Se trata de una de las leyendas de los bares de rock de Malasaña. Celebraba pequeños conciertos y era lugar de reunión de músicos internacionales después de sus conciertos en Madrid. Durante una época, no era raro encontrarse allí con, por ejemplo, Johnny Thunders. Situado en la calle de la Madera, 22 (M Tribunal), actualmente está cerrado.

(4) Sala Argentina: Sala de conciertos situada en un antiguo cine del popular barrio de San Blas, casi a la salida del metro y en mitad de un descampado. Actualmente, la zona está urbanizada, y la sala es un Ahorramás. La dirección exacta: Pobladura del Valle, 21 (M San Blas).

(5) Palacio de los Deportes: Uno de los recintos para grandes conciertos. Todo lo que tenía de espacioso, lo tenía de mal sonido. En 2001 un incendio de causas poco claras destruyó el edificio. Sobre el mismo solar se erigió un nuevo Palacio de Deportes, conocido ahora como Barklays Center por esa cosas del patrocinio privado (Avenida de Felipe II, s/n; M Goya).

(6) Pabellón del Real Madrid: Antiguo pabellón de deportes donde el Real Madrid de baloncesto disputaba sus encuentros. Por él pasaron grupos como Obús, Miguel Ríos, Barón Rojo y los Ramones. Sobre su solar se levantan ahora las 4 torres de la Castellana (Metro Plaza Castilla).

(7) Plaza de toros de Las Ventas: Cuando no es temporada taurina, la plaza acoge espectáculos que van desde el Gran Circo Mundial a la gira internacional de AC/DC, por ejemplo (Calle de Alcalá, 237; M Ventas).

(8) Rockódromo: Auditorio de hormigón situado en la Casa de Campo para albergar conciertos y alejarlos del centro de la ciudad. En 1986, hubo una pelea campal entre fans de La Polla Records y otros grupos que llenó páginas y páginas de periódicos durante varios días. En el mismo lugar se erige ahora el Madrid Arena (Avenida de Portugal, s/n; M Alto de Extremadura).

(9) Discoplay: Tienda de discos que llegó a tener a lo largo de su historia diferentes sucursales. La más conocida fue la de los Sótanos de Gran Vía (nº53, 55, 57 y 59; M Santo Domingo), y posteriormente la de Princesa, 1 (M Plaza de España), la calle Hernani, 57 (M Estrecho) y Centro Comercial de La Vaguada  (M Peña Grande y Herrera Horia). Además de sus tiendas físicas, Discoplay editaba el boletín BID, que vendía discos, libros y merchandising por correo a toda España.

(10) Marihuana, bronca total (ver la ilustración): Tienda de camisetas, merchandising y parafernalia para heavies, punks, rockers, mods y otros grupos juveniles. Su sede de Plaza de Cascorro, 6, cerca de uno de los principales accesos al Rastro, continúa surtiendo a la juventud. (M Tirso de Molina).

(11) Discos Melocotón: Una de las mejores tiendas de discos de Madrid. Estaba especializada en ediciones originales de rock, psicodelia y progresivo en impecables ediciones. Sus paredes estaban decoradas con memorabilia como carteles españoles de la película “Help!”, de “Un, dos, tres… al escondite inglés” de Iván Zulueta, conciertos de Frank Zappa o carteles del Fillmore de San Francisco. En 2014 cerró sus puertas por jubilación de su propietario, Eduardo Cura (Calle de la Salud, 10; M Gran Vía).

(12) «El Covacha»: Nombre popular con el que se conocía al Cine Estudio Covadonga (calle López de Hoyos, 161). Especializado en sesiones dobles, durante una época era punto de reunión de todo tipo de tribus urbanas a consecuencia de que al programador le pareció buena idea proyectar juntas películas como “The great R&R swindle”, “The song remains the same”, “The Wall”, “American Graffiti”, “Quadrophenia”, “The Blues Brothers”, “Heavy metal”, o clásicos de Elvis. Tras cerrar sus puertas, en 1991 un extraño incendio destruyó el edificio sobre el que, posteriormente, se levantó un edificio de viviendas y un Foster Hollywood (M Alfonso XIII).

                                           (De Eduardo Bravo, el 25 de febrero de 2016)

Referencias útiles:
Para seguir los pasos heavies de MiGUEL B. NÚÑEZ, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

Bibliografía de Miguel B. Núñez:
- M, Undercómic, 1999;
- Interferencias, Subterfuge Comix, 2000;
- Demonios Internos, Ediciones D2ble D2sis, 2000;
- El Último Hombre, Ediciones D2ble D2sis, 2001;
- Stroszek, una aventura erótico-espacial, La Cúpula, 2001;
- Muertemanía, Astiberri, 2003;
- El Corazón de los árboles, Paloquia, 2009;
- King Egg, Editorial Una China En Mi Zapato, 2011;
- Los Caballos, Bang Ediciones, 2012;
- El Fuego, ¡Caramba!, 2013;
- Cuaderno Uno (2009-2013), Libros del Autoengaño, 2013;
- Cuaderno Dos, Libros del Autoengaño, 2015;
- Heavy 1986, Sapristi Cómics, 2016.

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