Este año se cumplen tres décadas de la muerte de Jorge Luis Borges, uno de los escritores más importantes de la literatura universal y tal vez el más importante de la todavía “joven literatura nacional argentina”, con permiso de José Hernández. Para rendirle homenaje, Casa de América celebra su obra (en la que se dan cita muy diferentes tradiciones literarias: desde la anglosajona -herencia de su familia paterna–, a las sagas islandesas, la literatura del Siglo de Oro (macizo) español, Oriente, las novelas policiacas, la literatura gauchesca, la de terror, la Kábala, el ocultismo, los poetas lunfardos, el tango y, ¡cómo no!, los movimientos de vanguardia de las primeras décadas del siglo XX), con la muestra “El Infinito Borges”, que reúne material seleccionado dentro de la colección del discreto Museo del Escritor de Madrid. (Petit) Homenaje a un genio, que nunca fue Nobel.

   Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo nació (a los 8 meses de gestación) el 24 de agosto de 1899 en una típica familia porteña de clase media, que había vivido tiempos heroicos (su abuelo materno había muerto heroicamente en combate enfrentándose a las tropas de Juan Manuel de Rosas). A muy temprana edad el niño dio muestras de su talento para la literatura: a los 9 años ya escribía textos para su propio divertimento, siendo una traducción del inglés del Príncipe Feliz, de Oscar Wilde, su primer texto que vio la luz en un periódico porteño. Educado en casa por una institutriz inglesa hasta los 8, su incorporación en un colegio del popular barrio bonaerense de Palermo fue una experiencia traumática, que finalizaría cuando la familia tuvo que viajar a Europa para tratar la enfermedad degenerativa (y hereditaria) de la vista que aquejaba a su padre.

   Al coincidir su llegada al Viejo Continente con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, los Borges se afincaron en Ginebra, donde Jorge Luis y su hermana pequeña, Norah, retomaron la educación de corte anglosajón y protestante de sus primeros años. En esa época, el adolescente comenzó a escribir de forma más consciente poemas, cuentos y pastiches al modo de grandes escritores de la literatura, pero casi nadie tendría la oportunidad de leerlos ya que serían posteriormente destruidos por su autor insatisfecho por su baja calidad.

   En 1919, durante un viaje por España en el que, entre otras ciudades, visitó Madrid, conoció a los escritores de vanguardia, y estrechó especial amistad con los del movimiento ultraísta, en el que destacaba Rafael Cansinos Assens (1882-1964), quien recordaría aquellos encuentros en sus memorias La Novela de un literato: “Jorge Luis Borges, un joven alto, delgado, con lentes y aire de profesor, viene de recorrer Europa en compañía de su hermana Norah, que hace unos dibujos muy modernos. Ha estado en Alemania, es políglota y tiene un enorme fondo de cultura. Aún no ha publicado ningún libro, pero ya en su país se hizo notar por su colaboración en revistas literarias. Se adhiere, desde luego, al Ultra y se propone ser su introductor en Argentina”.

   En cuanto a Borges, llegaría a calificar de “maestro” al escritor, poeta, ensayista, crítico, hebraísta, traductor de diversas lenguas como el ruso, el francés o el árabe, que era uno de los más brillantes intelectuales de la época, aunque de poco éxito y encallado en la bohemia, y cuya erudición asombraba al joven. No es errado afirmar que buena parte de las influencias de la cultura hebrea, presentes en la obra de Borges, proceden más del contacto con Cansinos Assens -muy interesado por el judaísmo que llegó a casarse con una judía para que sus hijos pudieran tener dicha religión-, que del Once, barrio porteño con una de las más grandes concentraciones de población judía de la ciudad.

   Como aventuraba Cansinos, Borges fue un magnífico embajador de la estética del Ultra en la Argentina, donde no solo la importó sino que también la dotó de elementos propios como las figuras heroicas del gaucho y del malevo, las expresiones musicales y poéticas como el tango,  los lenguajes marginales como el lunfardo, y la exaltación de la ciudad de Buenos Aires, a la que Borges dedicaría su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires (1923). Nada más volver a su ciudad natal en 1921, Borges frecuentaría los círculos de los jóvenes literatos más vanguardistas y gamberros, cuyas aventuras fueron recogidas por Leopoldo Marechal en su novela Adán Buenosayres (1948), en la que, además de Borges (con el nombre de Pereda), aparecen el propio Marechal, Xul Solar o Raúl Scalabrini Ortiz.

   Aquellos escritores, aglutinados alrededor de la revista Martín Fierro, eran conocidos como marienfierristas o Grupo de Florida, por ser su campo de actuación las inmediaciones de la elegante calle Florida y, especialmente, el café Richmond. Su vanguardismo literario, contrastaba con su conservadurismo ideológico, al menos en comparación con los escritores del grupo de Boedo, en el que se encontraban los Robertos Arlt y Mariani, más afines a las ideologías de izquierdas tan auge tras la Revolución rusa y los movimientos obreros.

   Durante los años 30, Borges era ya un escritor más o menos conocido. Dictaba conferencias y lecciones, publicaba artículos y cuentos en diferentes revistas literarias como Sur. Y tanto en su ensayo Evaristo Carriego (1930) como en su cuento Historia universal de la infamia (1935), ya se encuentran algunos de los elementos que definirán su literatura posterior. Pero el punto de inflexión llegó en 1944 con la publicación de Ficciones, que la crítica aclamaría como “uno de los libros que ayudaron a definir el rumbo de la literatura universal del siglo XX”.

   La llegada del peronismo en 1946 provocaría ciertos quebraderos de cabeza a Borges, quien no había disimulado su aversión a Juan Domingo Perón y Eva Duarte. Ese enfrentamiento tendría su momento más tenso cuando el escritor fue depuesto de su cargo como bibliotecario para ser nombrado Inspector de mercados de aves de corral. Para subsanar esa humillación al gran escritor, los militares que encabezaron el golpe de Estado de 1955 le ofrecieron el puesto de director de la Biblioteca Nacional, que Borges no dudó en aceptar y en ocupar durante casi 20 años.

   Aquella extraña relación con la política argentina, y especialmente con los gobiernos militares, hizo que la figura de Borges fuera muy discutida tanto dentro como fuera del país. A pesar de que durante la década de los 50 su producción literaria destaca por su calidad y abundancia, su posicionamiento, en una época en la que comenzaban a fraguarse los movimientos revolucionarios contra las dictaduras de América Latina, no fue muy bien recibido. Tampoco jugaría a su favor el felicitarse del golpe de Estado cívico militar de Videla en los años 70 y el fotografiarse en ocasiones con el dictador.  

   En todo caso, a partir de los 60 Borges es un autor consagrado a nivel mundial gracias al Premio Formentor (1961) por sus excelentes logros literarios. Ahora el que ganó el Premio Nacional de Literatura en 1957 escribe guiones de cine como “Invasión”, de Hugo Santiago; sus libros son traducidos a diferentes lenguas; las invitaciones de universidades y foros internacionales se suceden; y los premios no cesan de llegar. Entre ellos, el más importante de las letras castellanas, el Premio Cervantes, que recibió en 1979 al lado de Gerardo Diego. El único que se le resistió fue el Premio Nobel. También el Premio Casa de las Américas, pero éste, como lo entregaba el gobierno de Fidel Castro, le importó menos que el de la Academia Sueca.

   En 1986, al descubrir que estaba enfermo de cáncer, Borges decidió instalarse en Ginebra, lejos del bullicio mediático. Falleció el 14 de junio del mismo año, dejando en herencia una obra en la que se dan cita muy diferentes tradiciones literarias: desde la anglosajona -herencia de su familia paterna–, a las sagas islandesas, la literatura del Siglo de Oro (macizo) español, Oriente, las novelas policiacas, la literatura gauchesca, la de terror, la Kábala, el ocultismo, los poetas lunfardos, el tango y, ¡cómo no!, los movimientos de vanguardia de las primeras décadas del siglo XX.

   Con motivo del 30º aniversario de su muerte del escritor, Casa de América nos propone adentrarnos en el universo borgiano con la exposición “El Infinito Borges”, que recoge fotografías, objetos personales, grabaciones del escritor, correspondencia y más de 300 publicaciones entre las que se encuentran el ejemplar de El Aleph, que perteneció a Julio Cortázar o una edición de Poemas 1923-1943, que perteneció a Ramón Gómez de la Serna. Además, la propuesta expositiva se completa con una serie de actividades, como las mesas redondas "Borges y la crítica" -en la que participará el escritor Blas Matamoro- y "Borges y los jóvenes”, o la presentación del libro "El infinito Borges: una biografía en imágenes”.

PD (nº1) comercial: Uno de sus cuentos más conocidos, El Aleph, fue dedicado por Borges a Estela Canto, que posteriormente recibiría de manos del escritor el manuscrito original. Años después la escritora y traductora lo subastaría obteniendo un precio de venta superior a los 20.000 dólares.

PD (nº2) ¿literaria?: En 2009, el autor Pablo Katchadjian publicó El Aleph engordado, un relato que retoma el texto íntegro de Borges “enriqueciéndole” con más de 5.000 palabras. Para justificar su audacia, el autor afirmó en su día que era un juego en homenaje a Borges y al concepto de la autoría de textos como Pierre Menard, autor del Quijote, en el que un escritor recrea la obra cervantina palabra por palabra. En 2011, María Kodama, viuda de Borges, demandó al joven autor por violar la propiedad intelectual. En 2015, la Cámara de Casación le condenó a una multa de 80.000 dólares. ¿Apelará Katchadjian el procesamiento?

PD (nº3) bis: En 2011, Agustín Fernández Mayo hizo una cosa similar con El Hacedor, y tuvo que retirar toda la edición por “consejo” de los abogados de María Kodama.

                                        (De Eduardo Bravo, el 21 de abril de 2016)

Referencias útiles:
EL iNFiNiTO BORGES

¿CUÁNDO? El Jueves 21 de abril  de 2016, a las 19h (hasta el Sábado 30 de abril de 2016), de Lunes a Viernes, de 11h a 19h30, y los Sábados, de 11h a 15h.

¿QUÉ? Inauguración de la muestra “El Infinito Borges”, a cargo de Federico Ramón Puerta, Embajador de Argentina; Santiago Miralles, director general de Casa de América; Roberto Drago, actor, quien hará una breve lectura de poemas de Borges; y uno de los comisarios de la muestra, Claudio Pérez, quien hará una visita guiada de la exposición.

¿DÓNDE? En la Sala Frida Kahlo de Casa de América
Entrada por la Calle del Marqués del Duero, 2
28014 Madrid
915 954 800
M Banco de España

¿CUÁNTO? Entrada libre.

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