De una espontánea Marilyn Monroe a una enigmática Carole Bouquet, pasando por una tierna Audrey Tatou, una altiva Nicole Kidman o el mismísimo Brad Pitt, muchas han sido las caras de Chanel Nº5, el primer perfume que asoció su imagen a celebrities. Al listado, se une este año Gisele Bündchen, con el fashion film “The One That I Want”, de Baz Luhrmann, que se estrena hoy, Miércoles 15 de octubre de 2014.

   La primera modelo de Chanel Nº5 no fue otra que la propia Coco Chanel, que posó en 1937 en actitud hierática y distante, en el Hotel Ritz de París, para la campaña del producto en Harper’s Bazaar. Pero, luego, llegó la inesperada y espontánea confesión de Marilyn Monroe a Life Magazine en 1952: “para dormir, solo llevo unas gotas de Chanel Nº5”.  Aquello no era publicidad encubierta sino simplemente la actriz diciendo la verdad en una entrevista. Sus palabras propulsaron el perfume a la categoría de mito. Entonces, cuando Jacques Helleu, EL director artístico de Chanel, de 1956 hasta su muerte en 2007, entró a trabajar en la Casa francesa, tardó menos de 1 año en pedir a famosos, sobre todo del cine, que prestaran su imagen al emblemático perfume.

   Las estrellas “fichadas” de verdad por Chanel han sido muchas y siempre las más importantes del momento. Suzy Parker, Ali MacGraw, Lauren Hutton, Candice Bergen o Catherine Deneuve han posado para los fotógrafos más importantes del mundo de la moda, de Avedon a Patrick Demarchelier o el mismísimo Helmut Newton. Pero, sobre todo y mucho antes de que se pusieran de moda, Chanel también se rindió a la magia de los ‘fashion films’ como instrumento publicitario. Grandes directores de cine realizaron cortos para la marca gala, que solían estrenarse unas semanas antes de la campaña navideña, y muchos de ellos se han convertido, con el tiempo en clásicos de la publicidad, como “Mistery”, de Helmut Newton, con Catherine Deneuve, en 1977; “Share the Fantasy”, de Ridley Scott en 1979 y “Sentiment troublant”, en 1993, de Bettina Rheims, con Carole Bouquet; “Le Loup”, de Jean Luc Besson en 1998, con Estella Warren haciendo de Caperucita; “Train de nuit”, de Jean-Pierre Jeunet, en 2009, con una nostálgica Audrey Tautou; y “#Chanel Nº5”, de Joe Wright en 2012, con… Brad Pitt. Como otro de los hitos en su historia, Chanel Nº5 fue la primera fragancia de mujer en contar con un hombre como imagen.

   Pero, de todos los fashion films de Chanel, hay uno que, por su carácter de súper producción, merece comentario aparte. En 2004, Nicole Kidman (entre 2 intervenciones estéticas en el rostro) protagonizó “Le film” de Bazz Luhrmann. En el corto (que costó 22 millones), la actriz luce cinco vestidos, diseñados en exclusiva para la ocasión, por Karl Lagerfeld y lleva una cadena de diamantes con el nº5 colgando sobre la espalda escotada. Fue el anuncio más caro de un perfume que, por cierto, ni siquiera llegaba a aparecer. Ahora, el director de “Moulin Rouge” (2001) y “El Gran Gatsby” (2013) repite la experiencia al frente de “The One That I Want”, el cortometraje que este año protagonizan las curvas perfectas de la supermodelo brasileña.

   Si, hace diez años, Nº5 era la fragancia de una mujer (Nicole Kidman) que deseaba escapar de  su rutina de superestrella viviendo una aventura amorosa (con Rodrigo Santoro) para, finalmente, renunciar a su deseo y regresar a la ¿cruda? realidad; en la campaña de este año, el perfume acompaña los gestos y pensamientos de una mujer independiente (Gisele), que sabe exactamente lo que quiere y que tiene tiempo no solo para hacer surf con una tabla nº5, darle un beso a su hija, y seguir con su exitosa carrera de súper modelo, sino también para dejarlo todo y volar hacia el amor de su vida, encarnado por el sexy Michiel Huisman (de “Juego de Tronos”). Y, durante 3 minutos y 23 segundos (en su versión más larga), ningún diálogo interrumpe la espectacular y casi inquietante versión de “You’re the One That I Want” (de la banda sonora de “Grease”), interpretada con mucho talento por el cantante y compositor estadounidense Lo-Fang.

   Icono incontestable del siglo XX, Chanel Nº5, que ya formaba parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1959 y cuyo frasco se reafirmó como leyenda cuando Andy Warhol lo representó en múltiples imágenes en 1964, es la prueba de que, en contadas ocasiones, el universo de la moda hace creaciones que trascienden tendencias.

   Definitivamente, como dijo Coco Chanel, “Una mujer sin perfume es una mujer sin futuro”.

PD (nº1) histórica: Chanel Nº5 nació en 1921 de la mano del perfumista en la corte de los zares rusos, Ernest Beaux, pero siguiendo, eso sí, las directivas muy claras de Mademoiselle Chanel: “No quiero rosa ni lirio del valle, quiero un perfume que sea compuesto", "con olor a mujer”, una “fragancia artificial como un vestido” (pre-fabricado). 

   Beaux se puso manos o, mejor dicho, nariz, a la obra buscando inspiración en los aromas del Círculo Polar Ártico y en el aire de sus lagos con el sol de medianoche y creó el primer aroma abstracto de todos los tiempos que, al olerlo, no se identificara con ninguna flor en concreto. Por primera vez en la industria del perfume se incorporaron aldehídos a su formulación, unos compuestos sintéticos que potencian el aroma, en este caso, con olor a "ropa limpia”. Tras varias pruebas de la esencia, Chanel escogió la quinta muestra, casualidad o no, su número de la suerte y futuro nombre del perfume, tremendamente moderno e innovador para la época. 

   En un principio, la idea original de Coco era crear un perfume para ella misma, pero acabó por comercializarlo, convirtiéndose así en la primera ‘couturier’ en lanzar una fragancia asociada a su firma. Pero, antes de dar el gran paso, había que elegir el envase. Como era de esperar, Chanel huyó del barroquismo que se llevaba en la época y escogió un frasco de líneas rectas y minimalistas, transparente y sin adornos. En cuanto al tapón, evoca sin equívoco la perfecta geometría de la muy parisina Place Vendôme. Y, desde su lanzamiento en 1921, poco ha cambiado al igual que la fragancia que contiene.

   Antes de ponerlo a la venta, la avispada Coco Chanel decidió utilizar una técnica de marketing que probablemente por aquel entonces no tuviera ni nombre. Ordenó a las dependientas de la mítica tienda de la rue Cambon de París, que pulverizaran discretamente la fragancia en los probadores. Nada más entrar en las cabinas, las clientes empezaron a preguntar por el aroma que les embriagaban y las aprendices de comercial tenían que decirles que, hasta dentro de un tiempo, no saldría a la venta y que deberían esperar hasta entonces para comprarlo. Y la expectativa hizo el resto. Chanel Nº5 se convirtió al minuto en el producto aspiracional (aún hoy), por excelencia, de las mujeres que no podían permitirse vestir de Chanel.

PD Nº5: Para seguir los pasos (re)creativos de CHANEL, conéctate a su web, su Facebook y su Twitter.

                               (De Abigail Campos, el 15 de octubre de 2014)

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